Capítulo 30

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Observe detenidamente el libro de tapa azulada que tenía encima de mi cama. No era uno de mis preferidos, pero me serviría para empezar una conversación con Zed.

No sabía si ese género le gustaba o si ya lo había leído, sin embargo estaba convencida de que no me iba a cerrar la puerta en las narices cuando le entregase el libro.

La conversación que tuvimos en su cocina o bueno, en la de Dan me dio a entender que le gustaba leer por tanto, ya sabía como acercarme a él.

Ahora bien, ¿cuando lo hacia?
Dan está demasiado pendiente de que él no se arrime a mi. A lo mejor podría ... ¿escribirle una nota dentro del libro?

Negué con la cabeza varías veces. Esa era una idea muy infantil que haría que de seguro se riese y la tirase a la basura.

Suspire.

Tendría que buscar en internet "excusas buenas para acercarte a un posible asesino".



- Bailee ¿te quedas a cenar? - la voz de mi madre interrumpió el silencio.

Agarre mi bolso y comencé a meter el monedero y me neceser.

- No mama, me voy a casa de Dan. - respondí intentando sonar lo más natural posible.


Después del encuentro que tuvieron mi novio y mi madre, no volvimos a hablar del tema. Ella respeto mi espacio personal, aunque si que se lo contó a mi padre.


- Esta bien, pero ¿mañana podrías comer con nosotros? Va a venir la familia y me gustaría que tú también estuvieses aquí. - en mi familia, como en muchas, era tradición el día 25 reunirnos todos en una casa y celebrar la navidad juntos. Al parecer, este año tocaba en la nuestra. - Puedes decirle a Dan que venga.

Sonreí.

- Gracias mamá.



Termine de recoger mis cosas sin olvidarme de meter el libro en mi bolso para después encaminarme a la casa de Dan.



De pequeña siempre me había dado terror el pensar en que algún día tendría que hacer mi vida e irme de casa, pero ahora resulta que paso mucho más tiempo en su casa que en la mía.

Y sin duda me encantaba.

Quería a un Ken como el de la muñeca que fuese divertido, amable, que siempre estuviese sonriendo, ...
Quien me diría que estaría enamorada de un chico que es todo lo opuesto a lo que yo pensaba que quería.


Ahora no cambio sus impresionantes tatuajes por nada del mundo. Eran demasiado excitantes, sobre todo cuando pasaba sus manos por mi blanquecina piel haciendo un contraste demasiado notorio.







Llame a la puerta varías veces agarrando con un poco de fuerza el regalo que tenía en la mano. Hacia demasiado frío.


De pronto unos ojos oscuros casi negros profundos hicieron contacto con los mío dejándome inundar por una sensación cálida.



- Hola - le sonríe acercándome a él para depositar un pequeño y suave beso en sus labios.


Dan me dejo pasar cerrando la puerta tras él y alzo una ceja al ver el pequeño envoltorio de navidad llamativo que llevaba entre mis manos.



- Ya se que no lo celebras, pero quería hacerte un regalo aún así. - su comisura del labio se levantó un poco haciendo que un cosquilleo revolotease mi estómago bajo al ver su sonrisa de lado.


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