Extra

97 3 19
                                    

- ¡Inaceptable! ¡Intolerable! ¡El crimen no debe quedar impune! Es nuestro sagrado deber, como guardianes de este mundo, poner freno a las conductas pecaminosas de los Hijos de Eru.


Difícilmente, los Hijos de Eru habrían reconocido al dulce y amable Patrón de los Sueños en la criatura que vociferaba y gesticulaba rabiosamente en medio del Anillo del Juicio. Las siempre blancas facciones de Irmo estaban cubiertas de venas azules y rojas que semejaban fisuras en su piel de porcelana, cual si de un momento a otro fuera a estallar.


- Irmo -, dijo Oromë, tomando la palabra cuando el Vala de los sueños y las visiones se detuvo para tomar aire -, no entra en nuestras funciones el controlar las vidas de los elfos...

- ¡Pero sí mostrarles el camino de la rectitud! ¡Incesto, Oromë! ¡Estamos hablando de que se ha cometido uno de los crímenes más vilipendiados por todas las razas!

- No por todas.


Todas las miradas se fijaron en quien hablara.


Cómodamente arrellanado en su trono, Námo se miraba las uñas teñidas de negro con aparente desinterés en el debate que se llevaba a cabo a su alrededor.


- ¿Qué quieres decir, Námo? – inquirió Manwë, frunciendo las cejas blancas de modo apenas perceptible.

- ¿Eh? – alzó el rostro el aludido, cual si no supiera cuál era la pregunta -. Ah! El incesto, sí. Decía que algunos pueblos lo han practicado como recurso político. Sin ir muy lejos, en varias culturas humanas se ha usado para garantizar que el derecho hereditario se mantenga dentro de la familia: primos con primas, hermanos con hermanas... ha sido un método de reforzar la 'unión familiar' y garantizar que la herencia permanezca en la familia.

- ¿Los humanos hacen eso? – preguntó Vána, abriendo los ojos con interés.

- No todos. Muchos sí consideran el incesto un delito y un pecado; pero ciertamente...

- ¡Los Humanos han sido manchados por la maldad de Morgoth Bauglir! – estalló Irmo, interrumpiendo a su hermano mayor. – Lo que acabas de decir solo confirma que lo que ha ocurrido es un crimen que no puede quedar sin castigo.

- Honestamente, no entiendo por qué el alboroto -, se encogió de hombros Námo.

- ¿No lo entiendes, Námo? – inquirió Varda, con tono suave.


El dios de la muerte se volteó ligeramente en su dirección. Realmente, nunca había entendido por qué los Hijos de Ilúvatar insistían en que ella era el epítome de la belleza; desde su punto de vista, Nessa, Vána o Uinen merecían ese título con mayor justicia.


- El tema del incesto -, dijo Námo con tono cansado -, es que puede producir descendientes degenerados por una cuestión genética. No es como si este par fuera a engendrar hijos, ¿no?


Una risa nerviosa estalló cerca de él y todos se fijaron en Nessa, quien se cubrió la boca con una mano.


- Lo siento -, se disculpó la más joven de las Valier -. Acabo de imaginar a Fëanor embarazado.

- ¿Por qué no a Fingolfin? – sugirió Vána, frunciendo la boca, pensativa.

- No puedo imaginar a ese macho con el vientre hinchado -, abrió mucho los ojos Vairë, cual si en su mente intentara crear la imagen.

Las dos orillas del lago (Námo tiene planes... y Vairë, tapices 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora