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La alcoba de Gil-galad tenía el aspecto del cuarto de un adolescente. Curufin refunfuñó mientras sorteaba una columna de libros, una silla llena de ropa y unos atrezos de infantería que parecían robados de un museo.


- Ahora que estamos más tranquilos -, dijo Gil, dejándose caer en la cama para descalzarse las botas con las puntas de los pies -, ¿te importaría repetir la pregunta?

- No juegues conmigo, Ereinion -, gruñó el hijo de Fëanor, centrándose en él. – Sabes bien por qué estoy aquí.

- Uy, qué formales -, alzó una ceja el otro y se apoyó en las manos hacia atrás -. Según me pareció antes, no te molestan mis juegos. Y no, no tengo puta idea de la razón de tu visita. A menos que te hayas dado cuenta de que no puedes estar un minuto más sin mí. Y la idea te haya sorprendido trabajando.

- ¡Déjate de sandeces! ¡Celebrimbor! Estoy aquí para que me expliques qué es esa estupidez de que se casa.

- Espera: ¿no deberías de estarle preguntando eso a tu hijo?

- No quiero discutir con él -, explicó Curufin.

- ¿Y conmigo sí?

- Lo sabías, ¿no?

- Mencionó que daría el gran paso; pero no me dijo cuándo. De hecho, me pareció que estaba algo preocupado por la reacción que Finarfin pudiera tener. Creo que el Alto Rey no está muy convencido de que seamos una buena influencia. No solo los Fëanorion -, aclaró -. Tampoco mi padre, mi tía y yo. Creo que tampoco Elrond es bienvenido en la Corte: sus ideas y el hecho de que siga llamando 'papá' a dos notorios kinslayers es... digamos que no causa buena impresión en algunos.

- ¿Desde cuándo sabías que mi hijo estaba planeando casarse con Finduilas?

- Bueno, casarse... lo de casarse surgió hace unos meses, cuando llegaron a la conclusión de que les gustaría tener hijos y la idea de tener contacto físico con otra persona no horrorizó a ninguno de los dos.

- Meses -, repitió Curufin, pestañeando aturdido -. ¿Cuántos? Exactamente.

- Dos... ¿tres? No es como si Cel me contara minuto a minuto de su vida, ¿sabes? Es... muy reservado y en ocasiones pasan semanas antes de que se sincere.


Curufin se tambaleó hasta una butaca vacía y se dejó caer pesadamente. Se frotó las sienes con los dedos, intentando hacerse a la idea.


- ¿Cuándo comenzó este... romance? ¿Por cuánto tiempo ha estado ocurriendo?

- Unos dos años después de que Celebrimbor fuera reencarnado más o menos. No empezó como un romance, realmente. Coincidieron en una de las reuniones en casa de Elrond... ya sabes, las reuniones de ayuda mutua: Maedhros, Maeglin, Celebrían, Celebrimbor... Finduilas era la nueva invitada y... bueno, ellos se conocían de Nargothrond, así que... Finduilas confió más en él que en el resto de nosotros, a quienes veía por primera vez. A partir de ese momento empezaron a escribirse... y supongo que imaginas el resto.

- Han transcurrido más de ochenta años desde la reencarnación de Celebrimbor -, señaló Curufin, palideciendo.

- ¿Tanto? – frunció el ceño Gil -. Woh! El tiempo vuela. Los dos necesitaban superar mucho. Además, ochenta años no es tanto tiempo para los elfos: ¡mira a Finrod y Amarië! Estuvieron comprometidos por 15 milenios! Espero que no se tomen el mismo tiempo para tener hijos o los chicos llegarán después de la Dagorath.

Las dos orillas del lago (Námo tiene planes... y Vairë, tapices 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora