Como ya se había vuelto costumbre, Fëanor estaba terminando de trenzar su cabello cuando el joven silvano a quien se le asignara su atención llamó a la puerta. El príncipe le ordenó entrar en el dialecto del joven, el cual había aprendido durante esos meses trabajando juntos.
- Taerendur, hoy llegas más temprano -, saludó Fëanor al muchacho.
- Y, sin embargo, te encuentro ya listo para salir, mi señor -, sonrió el otro, dejando encima de una mesa el desayuno del príncipe.
- Hoy es el día de las pruebas finales. Si todo funciona, en un mes más, tu gente tendrá agua suficiente para derrocharla -, señaló con una sonrisa. De inmediato, alzó una ceja, cual si reflexionara sobre sus palabras y replicó: - No es que yo aconseje que derrochen agua, por supuesto. Caranthir tendría algo que decirme solo por esa sugerencia. Lo que quiero decir, mi estimado Taerendur, es que...
- Comprendí, Alteza -, rio suavemente el joven. – Después de todo lo que has trabajado para garantizar el preciado líquido a nuestro pueblo, dudo que te inclines a malgastarla.
- Ha valido la pena cada minuto de esfuerzo, muchacho. No hay nada que se compare al glorioso momento en que ves el fruto de tu trabajo.
- Puedo imaginarlo.
- Podrías saborearlo si aceptaras mi invitación y me acompañaras a Tirion como mi aprendiz.
- Me temo que entre los Golodhrim mi escaso talento pasaría desapercibido.
Fëanor le dedicó una mirada altanera.
- ¿Quién eres tú para discutir el juicio del más grande de los artesanos Noldorin? Si yo digo que tienes talento... tienes talento, muchacho.
- Tal vez acepte tu invitación dentro de unos años. Todavía no alcanzo la mayoría de edad...
- Mientras más joven empieces mejor. Pero si prefieres quedarte aquí y ayudar a alimentar ardillas... no te presionaré. De cualquier modo, tendré las manos llenas cuando regrese a casa -, concluyó con un brillo pícaro en los ojos plateados.
- Esta mañana Su Señoría parece tener el ánimo más ligero que en días anteriores.
'Su Señoría' sonrió más ampliamente. No podía compartir con el adolescente el motivo de su alegría esa mañana. Durante el año que llevaba lejos de Tirion, Fëanor había recibido en varias ocasiones la grata sorpresa de ser contactado por Fingolfin mediante el uso de ósanwë. Cada vez que el fëa de su medio hermano tocaba el suyo, envolviendo y acariciando con la frescura de un arroyo en la montaña, el hijo de Míriel sentía su esperanza y sus sentimientos renovados. Ninguna carta había llegado del Alto Rey para él; pero algunas noches, Fëanor era capaz de sentir el cuerpo de su amante acurrucarse en su espalda, o sus labios suaves rozar debajo de la oreja. Sin un vínculo sólidamente establecido, el artesano era consciente de que alcanzarlo a más de mil millas costaba un buen esfuerzo y un gran monto de energía por parte de Fingolfin. Una noche incluso, Fingolfin había llegado al extremo de sacrificar su descanso para provocarle un delicioso y 'earthquaker' orgasmo (Fëanor se había sentido ligeramente culpable al día siguiente: mientras él flotaba en las nubes del post-clímax, Fingolfin debió con toda certeza enfrentar un día de gobierno con ojeras). En las últimas semanas, sin embargo, Fingolfin se había mantenido a distancia. Cuando Fëanor, ansiosamente, había iniciado el contacto, solo había recibido como respuesta una ligera caricia y un empujón de vuelta a su cuerpo. Como era su costumbre, el artesano había volcado su frustración en el trabajo, obligando a los obreros a doblar horarios hasta que el príncipe Légolas le recordó – cortésmente – que el 99 % de los elfos no tenían su vitalidad. Finalmente, la víspera – después de dos días sin conseguir conciliar el sueño – Fëanor fue agradablemente sorprendido por la luz azul y plateada que se enroscaba en torno a su ígneo fëa. En un primer impulso, quiso rechazar el contacto; pero la frescura que ronroneaba restregándose en las paredes nada resistentes de su mente derrumbó cualquier resistencia. Nuevamente, Fingolfin había acariciado y teased su espíritu a través de la conexión mental – enviando imágenes tan sensuales que Fëanor llegó a preguntarse qué libros exactamente leía su hermano en Beleriand – hasta que el éxtasis empapó sus muslos y su vientre. Después de agotar sus energías tan deliciosamente, Fëanor consideró asearse; pero al final prefirió dormir con la prueba del contacto nocturno secándose en su piel y en sus sábanas.
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Las dos orillas del lago (Námo tiene planes... y Vairë, tapices 1)
FanficDespués de la reencarnación, las familias de Fëanor y Fingolfin se encuentran viviendo una vez más separadas por un lago. Miles de años en Mandos han servido para que Fëanor y Fingolfin recuperen la relación que una vez tuvieron; pero en esta nueva...