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- Es una sorpresa verte por aquí. Creí que no querías abandonar tu escondite.


Fëanor alzó la vista del agua de la fuente para contemplar a Nerdanel.


Su esposa lucía exactamente como el día en que le dijo que se fuera al demonio con sus malditas piedras y sus deseos de pelea, ¡incluso usaba un mandil de cuyos bolsillos sobresalían los cinceles de diferente tamaño y llevaba el cabello rojo recogido en un moño retorcido en lo alto de la cabeza!


- Es una casa, no un escondite -, declaró, sin desfruncir el ceño y volvió a fijar su atención en el agua cristalina. - ¿Por qué hay monedas en la fuente?

- Es... una tradición humana que nuestros hermanos trajeron de la Tierra Media: pides un deseo y arrojas una moneda a la fuente.

- Genial -, resopló Fëanor, entornando los ojos -. Tradiciones humanas en Valinor. Esas pestes están en todos lados.

- No creí que tuvieras algo en contra de los humanos -, se burló Nerdanel -. De hecho, estoy casi segura de que ni siquiera los conociste antes...

- Ni falta que hace. Sé todo lo que necesito saber: malditos ladrones usurpadores.

- ¡ Wao! Alguien es misántropo por aquí. No creo que a Mandos le agrade escuchar cómo te expresas acerca...

- Mandos se puede ir a que...


Se interrumpió a tiempo, considerando que el Juez no se quedaría callado mientras él lo mandaba a... lo que fuera. Además, Nerdanel lo estaba mirando con una ceja alzada, como si considerara la posibilidad de que volviera a sufrir uno de sus arrebatos.


- Tengo un mal día -, rezongó entre dientes, volviendo a fijarse en la fuente.

- ¿Y los humanos tienen la culpa? Los pobres ni siquiera están aquí.

- Por suerte. Sería lo único que me faltara tener que ver también cómo...

- ¿Cómo qué?

- Olvídalo. ¿Qué haces por aquí? ¿Algún encargo?

- Mi exposición es en los jardines a dos cuadras de aquí: estoy ultimando detalles. ¿Ya decidiste si vas a venir?

- ¿Seré bienvenido? – la observó de reojo, con una ceja alzada.

- No te habría invitado de otro modo. Siempre serás bienvenido, Fëanáro. – Echó una mirada en derredor -. Justo iba a comer algo. ¿Quieres acompañarme?

- ¿Vas a entrar conmigo en un establecimiento público? ¿No te preocupa lo que piensen?

- Eres el padre de mis hijos: no puedo hacer nada para borrar eso -. Se encogió de hombros -. Y tampoco querría hacerlo. Además, lo único que harás será atraer más atención sobre mí: mucha más gente vendrá a mi exposición si existe la posibilidad de verte de cerca.

- ¡ Genial! Soy tu estrategia de marketing.


Nerdanel lo estudió, más preocupada de lo que admitiría. Los gemelos habían mencionado que Fëanor llevaba varios días de pésimo humor, vagando por los rincones de la casa, sin posarse en ningún lado, incapaz de trabajar... hasta que una semana atrás había recuperado algo de su calma.

Las dos orillas del lago (Námo tiene planes... y Vairë, tapices 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora