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A eso de las 7 de la mañana mi despertador suena, hoy saldré a desayunar con Taylor. Rápidamente me deshago del ruido ensordecedor, logro enfocar a ice dormir en mis pies, quién lo diría, un perro durmiendo en mi cama, jamás lo hubiese permitido, pero el es mi única compañía. Después  de 10 minutos de holgazanería en la comodidad de mi cama decido ponerme de pie para ducharme, abro las persianas de mi habitación y observo la belleza que tengo frente a mi; central park en otoño. La vista y el gran walk in clóset  fueron los motivos por los cuales compré el departamento. Salgo de la ducha y tomo una de las toallas, me paro frente al espejo y quito el vapor adherido en él, me siento cansada, muerdo mi labio inferior para evitar que salga un sollozo. Creí que mudándome mi dolor iba a disminuir, creí que si dejaba de dormir en la misma cama de mi novio muerto me haría sentir mejor, pero resulta que lo extraño más. Sacudo mi cabeza para dejar de pensar en lo mismo, eso que no me deja dormir en las noches.

Me deslizo en mis skinny jeans negros, una camisa delgada de manga larga color negro, una chaqueta negra y mis botas ranger balmain. Tomo mi bolso y llaves, ice me espera en la entrada del apartamento , me pongo en cuclillas para ponerle su correa. Iremos al café colombe que tiene vista a Bryant park. Tomaremos un café y luego llevaremos a ice a pasear.

Elizabeth salía de la puerta principal de su edificio cuando fue emboscada por un fuerte abrazo. Sonrió ante el dulce olor que desprendía esa cabellera rubia.

—Dios.—gimió, Elizabeth por la sorpresa y el fuerte abrazo que recibía de su mejor amiga. Sí, ellas se habían extrañando.

—Te extrañé—susurró, aún sin soltarla, claro que la extrañaba, Taylor había salido del país.

—Y yo a ti, amor.—Taylor la liberó de ese abrazo que Elizabeth tanto había necesitado y extrañado. Se puso en cuclillas para alzar a ice y le darle un beso en su frente, sonrió ante la confusión del can. Elizabeth observaba desde arriba la escena. Eran esos pequeños momentos los que ocasionaban una pequeña pero sincera dosis de felicidad.

—Me tenías preocupada, ninguna llamada o mensaje.—Taylor bajó a ice para emprender camino a colombe café. Observó cómo la castaña bajaba su mirada, no trataba de reprenderla, mucho menos hacerla sentir mal.

—Lo siento mucho...—fue lo único que logró articular.

—Amor, no hay nada que sentir, supuse que necesitarías  tu espacio.—la observó detenidamente.—Espera...— exclamó sorprendida.

—¿Sucede algo?

—Da una vuelta para verte mejor.—Elizabeth sin entender nada dio la vuelta que su mejor amiga le pidió.

—Elizabet Brooke Dashwood.—canturreó con una expresión llena de exageración.—Déjame aclarar algo.—carraspeó.—Amo verte con esos atuendos tan chic que sueles usar, pero esta otra versión de ti está para chuparse los dedos...-Elizabeth se sonrojó.—verte vestida así me recuerda un poco a Gia Carangi en esa época tan exquisita

—¿Me estás comparando con una súper modelo?—no pudo evitar reír ante la comparación.—¿Supongo que te refieres a esas fotos llenas de controversia absurda, no?—alzó su ceja izquierda. Taylor solo se encogió de hombros.—No sé si ella fue un icono a las mujeres tomboy, que es precisamente a lo que te debes de referir.—Elizabeth pensó en cuan insignificante era para ella esas miradas llenas de desaprobación, recordaba a la perfección como el rostro de su mamá palidecía cuando decidía vestirse de ese modo.  Pero la admiración en la rubia era sincera. Porque Elizabeth era todo un deleite visual.—Estoy tratando de ser un poco más versátil en mi forma de vestir, ya sabes... algo menos formal.—Debo dejar claro que a la mujer de ojos verdes le importaba un nada las etiquetas de vestimenta. Simplemente había decidido vestirse con lo que se sintiera completamente cómoda.

Your last love (SIN CORREGIR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora