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Jeon no respondió a mi pedido, se quedó observando la pared descascarada a su derecha, tenso, mientras su nuez bajaba y subía al tragar este incómodo momento, con esos hermosos ojos redondos moviéndose impacientes y dudosos, por fin fui testigo de como mi rostro estuvo bajo su profundo análisis. Quizás mi propuesta había sido demasiado descarada para el momento.
La incomodidad no duró lo suficiente para desistir. Jeon había tomado una decisión.
El menor aferró sus uñas a mi espalda clavando en la carne desnuda que se encontraba a su merced, arrastrando sobre él un cuerpo que doblegaba su musculatura. Una pasión carnal nacía absorbente sobre el colchón desgastado de un edificio abandonado. Me sostuve con ambas manos para no dejar caer todo mi peso sobre él, que ahora cruzaba sus brazos sobre mi cuello y devoraba mis labios con la intensidad más extraña y apasionante jamás conocida, la necesidad impetuosa de pertenecerme lo volvía aún más interesante, esa sumisión impropia de su personalidad.
Jungkook tenía un erotismo abrumador, una mirada cautivadora diferente a lo que conocía de él, la antítesis del muchacho frágil que hace años yo intentaba proteger, donde la mera intensidad de actos propios del impulso sexual se manifestaba en el adulto que hoy por hoy era y me negaba a aceptar. Sin cuidado alguno su rostro gentil transmitió sus deseos abiertamente, para nada un ser virginal que pedía una nueva experiencia, por el contrario, Jungkook sabía que hacer y cuando hacerlo, de qué manera exacta actuar para provocar mí lado oscuro, y lo usaría a su favor. Sin dudar un segundo tomé esa pequeña cintura a comparación de cualquier hombre que he tocado alguna vez, la tersa piel de esa curva siendo estrujada entre mis dedos que terminaron jugando con el borde de su remera, hasta que me sentí cómodo para colarme por debajo de la tela, sintiendo su piel fría y escuchando como bajos ronroneos escapaban de los hermosos labios pálidos, fui consiente por primera vez del sucio acto que mí pecho pedía. Su corazón latía de manera lenta mientras mis dedos palpaban su abdomen percibiendo como temblaba bajo mi tacto, me encargué de separarme de sus belfos con sabor a lujuria luego de un beso que nublaba nuestra razón, solo para poder quitarle la prenda que tanto estorbaba, él accedió muy seguro, como si su único objetivo en la vida fuera desnudarse frente a mí.
Besarlo era diferente, único, un viaje de ida sin vuelta que rogaba que me quedara allí por la eternidad, la misma eternidad que yo deseaba por poseer en cuanto mi cabello fue acariciado entre sus dedos. Observé su torso, su abdomen, cada porción que se movía impaciente por atención, por la respiración agitada y los jadeos al sentir mis dedos masajear sus caderas. Y cuando estaba intentando no perder la cabeza en esa adoración, Jungkook soltó un pequeño gemido que trató de contener entre sus labios, llevándome directo a la locura, fue entonces cuando succioné la piel clara debajo mío hasta que la marca se plantó en ella. Subí a sus labios y lamí el inferior suyo, su respuesta fue simple, un susurro que fue suficiente para perderme "seguí". Saber que el más mínimo acto lo estremeciera por completo, que se sintiera así por mi era demasiado satisfactorio.