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Lo que Jungkook había pedido me dejó sin habla, si mal no entendí él se refería a que yo me entregara de forma carnal, sumiéndome ante él, entonces el pánico me invadió.
-¿Q-qué? -pronuncié casi en un grito bajo que asustó a Jungkook.
-Lo siento.
Fue todo lo que escuché mientras se incorporaba y movía sus dedos nervioso, abultando su labio inferior, lo que me causaba ternura de ver, pero me confundía cuando notaba una gran erección en su pantalón.
-Kookie... -lo llamé aunque no me miró, el color de sus mejillas se intensificó- ¿V-Vos queres... -mi voz temblaba de los nervios y la vergüenza- que yo... te acepte entre mis piernas?.
Me pareció la manera más sutil de decirlo sin que ambos fuésemos a morir de vergüenza. Su mirada se quedó en las sábanas de la cama en un completo limbo, extrañaba sus crisis existenciales y luego de exactamente veinte segundos asintió en respuesta a lo que había preguntado.
-Creo que es mejor dormir. -pronunció tan rápido que apenas lo escuché, se acostó a mi lado en la cama, se tapó con las sábanas hasta la cabeza dándome la espalda y al parecer se durmió.
Yo me acosté a su lado tapado hasta la cintura mirando el techo. Jungkook respiraba agitadamente así que traté de ignorarlo, no lograba descifrar si estaba preparado para hablar sobre lo que acababa de pasar. No quería comenzar una conversación sobre algo de lo que no estaba seguro y que no sabía a que llegaría en conclusión. Jimin siempre me dejó adentrarme entre sus piernas, sea donde sea, en la cocina, la cama, el auto, incluso lo hemos hecho en el baño de un restaurante al que habíamos ido a cenar, pero siempre siendo yo el que me adueñaba de su cuerpo, en cierta forma, siendo yo el que lo preparaba y embestía contra alguna superficie. Jimin había sido mi primera vez, bueno, en realidad Jimin fue la única persona con la que estuve hasta que apareció Jungkook.
Jeon Jungkook.
Todo fue tan natural con él, desde que nos besamos luego de los fuegos artificiales hasta que desperté a su lado acariciando su cabello. Absolutamente todo había sido natural y especial para mi, sintiendo miles de emociones que jamás había sentido. Fue entonces que comprendí que así debía sentirse el sexo, que hacer el amor no era una definición cursi y absurda de las películas o libros, obvio que había una diferencia entre hacer el amor y el sexo, al menos yo la descubrí en Jungkook. Tener sexo con Jimin solo sanaba mis necesidades biológicas de liberar mi cuerpo, sin embargo cuando Jungkook volvió a mi vida, en lo último que pensaba al estar con él era en liberarme. Cuando arqueaba su espalda al sentir más placer solo podía quedar maravillado, como su boquita se abría, como sus labios rojizos y húmedos sabían a un gusto dulce y único, el sonido de sus latidos acelerados, como sus orbes oscuros solo se fijaban en mi, ese brillo que sabía bien que yo también poseía, cada uno de mis latidos perteneciéndole y llenando mi corazón de una felicidad que jamás había tenido la oportunidad de conocer. Cada latido mío le pertenecía, podría llegar a decir que incluso desde antes de unir nuestros cuerpos. Si, mi corazón cayó frente a él en el momento en que escuché su voz, porque siempre lo había admirado cuando cantaba, cuando hacía lo que lo apasionaba, cuando dejaba de ser Kookie para volverse Jungkook, con el poder de sus notas altas y agudas que erizaban los vellos de mis brazos.