Camille. |h.s|

2.

—Deja de moverte Camille. —Sentenció Harry—

Recién llegaron a Nueva York, ya los esperaba el auto que rentó Hershel para que lo ocuparan por cualquier cosa.

La pareja de recién casados se encontraba camino a casa, su nueva casa. Ese fue el regalo de la madre de Camille.

Camille no dejaba de moverse de un lado a otra para tomar fotos de la gran ciudad de Nueva York, y eso a Harry le molestaba.

—Vamos Harry, sonríe —Lo miró— Quiero tener una foto tuya. —La rubia le sonrió—

—No, basta Camille, por favor.

—Esta bien, pero pronto tendré una foto junto a ti.

—¿Falta mucho para llegar? —Camille hizo una mueca y miró a su esposo manejar—

—Hmm, no.

(...)

—¿Te gusta nuestra nueva casa? —Camille corrió por toda la casa como una pequeña niña—

—Creo que si... —Harry habló sin importancia—

La rubia se acercó a el rizado, le tomó de la mano y lo jaló subiendo las escalera hacia su habitación. Harry sólo fruncio el ceño y camino junto a Camille.

—¿Qué pasa? —preguntó Harry—

—Bueno, hoy es nuestra luna de miel ¿No sería grandioso estrenarla ahora mismo?

Camille miró pícaramente a su esposo, se acercó a él, pero Harry la esquivó. Sabía a lo que se refería, pero de ninguna manera iba a hacerlo con alguien como ella.

Harry lo que necesitaba era sólo una noche de diversión junto a una chica cualquiera, no junto su recién esposa.

—No, no, estoy demasiado cansado ¿Sabes? Por qué no te duermes y descansas mientras yo salgo por un momento. —Se alejó de ella, la miró y le sonrió falsamente—

—Yo voy contigo ¿Si? —Tomó una camiseta para ponérsela—

—¡No! —Dijo rápidamente— Prefiero ir solo, ya sabes, quiero tomar aire fresco.

—De acuerdo Hazz..

Harry odiaba que lo llamara ‘Hazz’ Era algo tonto y estúpido para él.

Caminó hacía la puerta, pero Camille le interrumpió su caminata.

—¿No piensas darme un beso?

—Oh si...

Camille puso sus labios en pico, creyendo que Harry le correspondería. Pero por parte de Harry, este la miró y le dio un beso en la frente, dejando a la rubia con el ceño fruncido.

(...)

—¿Cuándo puedo volver a verte? —Estaba la castaña sobre el pecho tatuado de Harry—

—No sé, yo soy el que te buscará, no tú ¿Entiendes?

—Esta bien —Dijo sonriente y depositando un beso en el pecho de Harry—

Harry la miró y encendió un cigarrillo manteniéndolo sobre sus labios

Jenny, la chica con la cual Harry se topó en un bar, se conocieron, hablaron y después de unos tragos terminaron acostándose en el departamento de Jenny.

Eran las 5:50 a.m y Harry aún no llegaba a casa. Camille no había dormido en toda la noche, creyendo que le había pasado algo a su esposo, se imaginaba cualquier cosa, menos que estaría en la cama de otra mujer.

Al cabo de las 6:30 a.m Harry iba subiendo las escaleras hacía su habitación. Su cabello estaba alborotado, su ropa oliendo a perfume de mujer, y su cuello marcado por chupetones de Jenny.

Abrió la puerta y se encontró con una Camille hecha un desastre. Esta al ver a Harry se acercó a él y lo abrazó fuertemente.

—Hazz, ¿Dónde estabas? —Habló con desesperación y alegría al ver sano y salvo a Harry—

Pero el olor a mujer barata entró a sus fosas nasales y se alejó de Harry confundida. Pero ella no dijo absolutamente nada.

—Sólo fui a dar un paseo, a tomar aire libre. —Dijo como si nada—

—Estaba preocupada por ti, creí que te había pasado algo... No conocemos a nadie de esta ciudad Harry, pensé lo peor al ver que no llegabas.

—¡Camille, basta! —Le gritó y la rubia se sorprendió por ello— No necesito de tus sermones, así que ahorratelos.

Camille se quedó parada donde mismo y Harry la esquivó para tomar camino hacia la espaciosa cama.