*Narra Camille*
—¿A qué hora regresará Harry? —pregunta mi prima Támara—
—No tiene horario fijo, hoy fue su primer día de trabajo.
—Valla, si que te has de aburrir. —Dice y con su expresión me deja ver que ella ya lo está—
—Realmente no. Hay muchas cosas que puedo hacer aquí. —Digo como si nada—
—¿En serio? Dime tres. —Me reta—
—B-bueno, puedo limpiar la casa...
Miró a mi prima y ella me lanza una mirada aterradora. Es verdad, estado aquí me aburro demasiado, pero no conozco lo suficiente para andar por la calle yo sola.
—Salgamos, vamos a comprar todo lo necesario para preparar comida y rentar algunas películas. —Me ánima—
—¿Y si Harry regresa?
—Que llegue.
—De acuerdo. —Ella asiente y me guía a la salida—
Compramos todo lo necesario para preparar ‘Lasaña Italiana’ Támara había pagado todo, y de alguna u otra manera me sentía mal por ello. Era bueno tenerla cerca, por lo menos podía hablar con ella, y no estar encerrada en casa todo el tiempo.
Salimos del supermercado con nuestras bolsas llenas de comida, caminamos algunas pasos para poder llegar a una central de taxis, subimos a uno y nos llevó a casa.
Al entrar a la casa estaba como la dejamos; Luces apagadas y puerta con llave. Eso nos daba a entender que Harry aún no llegaba de su trabajo.
Sacamos todo de las bolsas blancas y comenzamos a preparar la lasaña.
—Respondeme algo, ¿Fue el tío Hershel quién te mandó aquí?
—Tenía muchas ganas de verte, así que sé lo comenté y resultó que me dejó venir. —Me dio una sonrisa de lado—
—Me da mucho gusto que hallas venido. Te necesita demasiado.
—No hablemos de ese tema Camille, no te quiero ver llorar.
—Estoy bien.
El timbre del horno sonó, y con ello Támara tomó los guantes de cocina para poder sacar la lasaña. La puso sobré la mesa y empezamos a acercar los platos junto con algunos tenedores, no sabíamos con exactitud a qué hora llegaría Harry, pero aún así le añadimos un plato más para él.
Nos sentamos y empezamos a servir una pequeña porción de lasaña, Támara dio el primer bocado, cerrando los ojos mientras saboreaba su comida.
—Hmm... —Su expresión me llamó la atención—
—¿Qué tal sabe?
—¡Es la mismísima gloria! —Se exaltó y volvió a dar otro bocado—
Solté una carcajada por su comentario, así que pellizque la lasaña con mi tenedor, pero antes de poder introducirla en mi boca la puerta principal se abrió estruendosamente. De ella entró Harry, su cara estaba roja y no era adivinar que estaba enojado.
Miré disimuladamente a Támara, dándole a entender que no dijera nada de lo ocurrido y ella asintió lentamente.
Harry subió la mirada y se percató de nuestra presencia, refunfuñó silenciosamente y miró a la pelinegro.
—Hola Támara. —No sé molestó en disimular su desagrado—
—Hola Harry. —Su odio era mutuo—