«Capítulo 10»

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Si había pensado que quedarse con Adamās era claustrofóbico, era porque aún no había conocido ni la mitad de eso. Ahora, había una veintena de personas hacinadas en una estación en donde no había suficiente espacio ni para que durmieran diez personas cómodamente. No había privacidad, ni silencio y tampoco la oportunidad de hablar con Seungcheol, pero por lo menos estaban cerca uno del otro. La pareja dormía técnicamente en literas separadas que estaban una al lado de la otra, y no dejaba apenas espacio entre ellos.

Tan pronto como se tendió, Choi sacó su manta y la estiraba sobre sí mismo y su pareja para colocarse pegado a este, con el vientre en la espalda contraria. Con un brazo lo rodeaba por la cintura, y de esa manera, Jeonghan podía sentir su aliento en la nuca. Cerró los ojos, disfrutando el momento. Si tan solo se quedasen a solas... Si no estuviese aún conmocionado por el ataque y la captura de Jisoo, todo su cuerpo estaría estremeciéndose. Habría sido dulce. Seungcheol besó suavemente la nuca del castaño, que entendió que con ese gesto estaba tratando de decirle que tuviera fe en que pensarían en algo. Sin embargo, entendían lo difícil que sería.

El dedo de Jeonghan recorrió el dorso de la mano de su pareja y hasta tocar sus dedos. Podía sentir el vello de su antebrazo cuando lo acarició con el pulgar en suaves círculos. Por un momento, contempló darse la vuelta y besarlo. Si los otros se despertaban y se echaban a reír, casi no le importaría. Sin embargo, el agotamiento pesaba sobre él, y sabía que Seungcheol estaba aún más agotado. Además, al día siguiente tendrían que usar su ingenio y fuerza. Cerró los ojos, preguntándose si podría dormir con tantas cosas en la mente y luego, en lo que parecía un segundo más tarde, se dio cuenta de que todo el mundo alrededor de él se levantaba. Había dormido toda la noche sin sentirlo.

—¿Mamá? —preguntó Choi, incorporándose sobre un codo. Todavía estaba acurrucado detrás de su novio, con quien había estado enredado toda la noche—. ¿Cómo estás?

—Bien —Jie se apartó el cabello en una cola de caballo. Su cuerpo estaba tan tenso que se podían ver todos los músculos de los brazos trabajando—. Voy a subir. Necesitamos respuestas.

Jeonghan soltó una exclamación de desaliento, pero Seungcheol le puso una mano sobre el hombro, alertándolo.

—Vístete —dijo el mayor, caminando hacia la entrada—. Debemos ser parte de esto. Yo me iré adelantando.

En plan autómata, el vampiro agarró su uniforme y comenzó a vestirse. Los cazadores entrenados alrededor de ellos se prepararon y subieron, dejándolos junto a Seokmin y Seungkwan a solas por unos minutos.

—Parece que hemos perdido todas nuestras cosas —suspiró Lee.

—Me dijeron que vamos a volver atrás para buscar nuestras pertenencias en los túneles. Algo podría estar bien —Boo observó a Jeonghan—. Espero que podamos conseguir tu broche por lo menos.

El castaño ni siquiera había pensado en el broche azabache que Seungcheol le había dado. A pesar de que se le hacía difícil imaginar el objeto perdido entre los escombros para siempre, eso no era su prioridad.

—Seungkwan, ¿Sabes quién es el prisionero?

—Un vampiro —dijo animadamente—. Espera, ¿Es la señora Ha? Dijeron que era algo demasiado bueno.

—Es Jisoo.

La cabeza del rubio se volvió bruscamente, así como la de Seokmin. Pareciera que no le creían, pero sabían que el mayor no bromearía sobre algo así. Durante el año escolar, Jisoo y los dos compañeros de cuarto de Yoon habían pasado mucho tiempo juntos, debido al mayor de los tres. Todos habían ido a la plaza juntos, habían estudiado en la biblioteca, e incluso habían compartido un día de campo en Septendécim. A ellos siempre les había agradado Hong, hasta que se enteraron que era un vampiro.

Half Moon ➳ SeventeenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora