«Capítulo 24»

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Mucho después de que el coche de Jisoo hubiese desaparecido, Jeonghan se quedó donde estaba, mirando con total desamparo a la distancia. No tenía razones para quedarse fuera, pues aparentemente rondaría la bodega de vinos para siempre. Probablemente estaría aburrido de aquel lugar muy pronto.

—Eres lo más patético que he visto.

—Cállate, Danbi —masculló el rubio—. ¿Qué tal si te callas y me escuchas de verdad para variar?

La presencia de la chica se volvió más visible. La primera cosa que Yoon pudo ver no fue su cabello o su cuerpo, sino que se le arqueó una ceja escéptica. Como si fuera alguna versión irritable del gato de Cheshire, el mismo de Alicia en el país de las Maravillas.

—Puedo ayudarte, lo sabes. Y conozco a otros que te podrían ayudar, también. Así es que sería bueno que dejaras de tratarme como algo con que rascar de la suela de tus zapatos.

—¿Cómo me puedes ayudar cuando ya estoy muerto?

—¿No te gustaría enterarte?

—Dímelo.

Danbi tomó forma al fin, y antes de que el difunto se diese cuenta, estaban dentro de la bodega, permaneciendo de pie cerca de la cama donde había muerto.

—Al fin cedes. Imaginé que habrías venido a pedirme ayuda al final.

—Yo no pedí verte para hacer algo —escupió el rubio—. Ustedes combatieron a los vampiros por mí. Ganaron. Así es que yo perdí.

—Actúas como si hubieses tenido la posibilidad de tener una vida normal —la voz del fantasma se volvió más severa—. ¿Adivina qué? Eso no iba a ocurrir nunca. Naciste para unirte a los no muertos. Esta es tu naturaleza. Esto es quién eres y por qué estás aquí.

—Pienso que has estado muerta mucho tiempo y has olvidado lo que es sentirse viva.

—Probablemente tengas razón. A ti te pasará, también.

Jamás. Olvidar su vida significaría olvidar todas las cosas maravillosas. Significaría olvidar a Seungcheol, y eso no podía pasar.

—Dices que me puedes ayudar. Sugiero que lo demuestres.

—Estupendo —Danbi gesticuló hacia el tocador donde habían quedado las cosas del rubio—. Saca tu pulsera de plata.

—¿Qué tienes con las joyas?

—Recoge tu pulsera y lo verás.

¿Cómo esperaba ella que pudiese coger nada? No es como si tuviese manos, solo era una ilusión. Pensando que le enseñaría a Danbi cómo de estúpida era su sugerencia, Jeonghan introdujo los dedos en el cajón abierto. Sin embargo, su sorpresa fue grande cuando sintió la plata perfectamente sólida. Elevó la pulsera y clavó la mirada en el reflejo vaporoso en la ventana de cristal del horno microondas: Una luz azul trémula sostenía una pulsera, aparentemente suspendida en el aire. Yoon se maravilló demasiado para decir una sola palabra. Por otro lado, la chica sacudió su cabello con una sonrisa afectada.

—¿Cómo es posible?

—El material al que nos aferrábamos antes de morir; como la puerta de nuestra casa, un diario o, en tu caso, alguna joya que te importaba mucho, nos asocia al mundo real. Tienes suerte, también, porque dentro de su composición, esa pulsera tiene coralino. Ese es uno de los materiales más energéticos para nosotros, porque tenemos algo en común. ¿Puedes adivinar qué es?

—Que ambos estuvimos vivos —susurró el rubio, imaginando el coral debajo del mar.

—Correcto. Todos nosotros podemos usar cosas y lugares que nos gustan. Ya que tú eres una aparición por nacimiento, uno de los puros, se augura que serás bueno en esto. Con mucha práctica podrías lograr hacer algo con esa pulsera —suspiró—. ¿Ves por qué te pedí que no dejaras a Seungcheol enterrarla junto a ti? Eso hubiera sido una desgracia.

Half Moon ➳ SeventeenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora