Rama fina

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Ya me las había ingeniado para atraer dicha rama hasta mí. En la lejanía oía los balidos del Barón del Bosque llenos de angustia y horror mientras el gruñido gutural de Staz lo perseguía.

Staz se había dignado a mostrarme su gran fortaleza solo porque yo lo desafié.

Un sacrificio egoísta por mi parte. Pero era lo única idea cuerda que logré tener para poder escapar.

Ahora la rama estaba entre mis pies hasta pasarse a mi boca. Con mucha paciencia y tratando que el nerviosismo no intervenga, con la agilidad de dientes y lengua movía la pequeña ramita en la cerradura del oxidado grillete mientras soltaba unas acalladas lágrimas de desesperación.

El Barón del Bosque ya había propinado un balido lastimero cuando sonó un leve crujido en el grillete, indicando que estaba abierto por fin.

No caigas en la trampaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora