Olvídame

209 26 3
                                    

Sus manos ensangrentadas cubrían mi rostro agotado. Mi lanza improvisada yacía a un costado de mi cuerpo y me sentía desfallecer. Staz parecía agotado y la sangre de su boca se entremezclaba con la de ese monstruo.

Él me había protegido de ese brujo que me había considerado una posible amenaza para el bienestar del bosque.

Había clavado su daga envenenada bajo mis costillas y la sangre brotaba de la herida a borbotones.

Allí pude presenciar la verdadera silueta del lobo del bosque.

Envuelto en un haz de luz plateado, el lobo cubrió mi herida con su tosca mano y una luz emanó de ella quemándome la piel. Sin embargo, el dolor había amainado hasta el punto de desaparecer.

—Staz...

—Solo es un hechizo sanador.

—No sabía que podías hacer magia.

—Soy una criatura mágica, tonto.

La herida estaba sanada y en lugar de un agujero en mi piel, se marcó el patrón de la tercera runa sobre mi desnuda piel unos centímetros más abajo de mi pectoral.
Los dedos del lobo surcaron por la nueva cicatriz en mi cuerpo y lamentaba haberme causado tanto dolor.

—Te la debía. Ahora mi deuda está pagada.

Y dicho esto me dejó allí recostado entre el follaje mientras observaba el cuerpo destrozado del anciano mago, aquel que le regalaba caramelos de limón del pueblo desde que era niño.

No caigas en la trampaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora