Complot

107 14 6
                                    

Amenazaba con granizar y habíamos apurado el paso de nuestros caballos. Teníamos un gran resultado de la cacería. Mis compañeros vitoreaban nuestro triunfo mientras yo culminaba con la marcha a lomos de mi capón tordillo.

Me dediqué a seguir a mis camaradas, absorto en los ruidos a nuestros alrededores: infinidad de cantos de pajarillos, el oteo de algún búho y el suspiro del viento entre las ramas de los abetos. El olor fresco del bosque inundaba mi nariz. Amaba salir de la aldea de vez en cuando. Escapar de mis problemas con rumbo incierto y dejar que las patas de mi caballo me llevaran por algún rumbo desconocido...

Nunca había visto algún depredador cerca. Se me espeluznó el cuerpo al oír el aullido de un lobo en la lejanía. Mi caballo se tensó bajo mi montura. Mis compañeros permanecieron impasibles, continuando su marcha como si nada sucediese.

—Deberíamos avanzar más deprisa. Hay un lobo cerca —proclamé proyectando mi voz hacia el frente, para que ellos me oyeran.

Yo era el más joven del grupo, el más inexperto e ingenuo.
El líder que encabezaba la cuadrilla, volteó a verme. Una ridícula sonrisa se asomaba bajo su poblado bigote blanco.
—No te preocupes novato. Los lobos les temen a los humanos.

Pero los caballos relincharon de miedo al ver a la bestia frente nuestro, esbozando una horrorosa dentadura.

Dos de los caballos que iban frente a mi retrocedieron y sus jinetes se posicionaron a mis costados.

Lo último que recuerdo es un grito de uno de ellos.

¡AHORA!

De repente, un agudo dolor en la parte posterior de mi cabeza con algo duro y me sumí en la más remota penumbra...

No caigas en la trampaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora