~𝙻𝙸𝚁𝙸𝚄𝙼~ ➛Frerard

~01~

—Gee estoy tan feliz que por fin hayas aceptado mi propuesta —Frank suspiró entusiasmado en el hombro de su acompañante mientras sus manos descansaban en su cintura.

—Es por que ya no aguantaba tu necedad.

—Bien que sin esa necedad no estás completo.

—¿Tú crees? —Gerard sonrió y se giró para encarar a su pareja.

—Estoy más que seguro.

Gerard no le contestó con palabras sino que tomó su rostro y apegó sus labios en un tierno beso, masajeandose mutuamente, con lentitud, disfrutando de cada roce, compartiendo de ese exquisito elixir.

—Amo la vista desde aquí, es tan preciosa —cuando el beso fue interrumpido, el pelinegro volvió a su posición inicial, apoyado contra el pequeño balcón de la terraza.

—A mi también me gusta mucho, ¿porqué crees que paso tanto tiempo aquí?

—¿Por cuidar de tus flores?

—Nuestras flores mi amor.

—¿Algún día me dirás por qué solo son lirios?

Frank rió y besó su mejilla, lo apretó más entre sus brazos.

—Si mi amor —lo jaló hacia un sofá que había entre las macetas donde estaban los lirios más grandes—. Cuando era muy pequeño, mi abuelo le obsequió a mi abuela una plantita, le dijo que la cultivara con el mismo amor que se tenían ellos, cuando la planta creció y floreció, mi abuelo ya había fallecido, de cáncer terminal, entonces nos dimos cuenta que eran lirios morados los que él le había dejado —besó la cabeza de quien le escuchaba con tanta atención—. Ellos significan una declaración de pasión desmedida —sonrió con melancolía viendo fijamente los ojos de su amor.

—Ellos se amaban mucho, me imagino que fue muy difícil para ella cuando él se fue.

—No sabes cuánto, bueno volviendo a la historia, básicamente las tengo en honor a ellos.

—Te amo —le soltó sin preámbulos aquel chico, interrumpiendo su narración.

Frank le sonrió y lo besó.

—Yo también te amo Gerard Way.

—¿Algún día uno de estos será para mi?

— La mudanza te dejo muy preguntón —su típica carcajada resonó en el lugar—. Todos estos son para ti.

—¿Cuál de ellos es tu favorito? —preguntó observando a su alrededor.

—El más bonito de todos, el lirio más perfecto en que mis ojos se han podido posar.

Juntaron sus frentes, sus narices rozando, sus alientos chocando, miradas verde contra avellana fijas.

—Tú.