Cap.20. Nadie está solo

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Aquel sujeto, sin dudar extendió su mano junto con un gesto amistoso, Santi observó con seriedad, ya qué no estaba seguro de cómo reaccionar.

El sujeto era de estatura promedio, usaba jeans y zapatos de trabajo, además de un suéter de cierre. Si Santi juzgará esa apariencia diría qué está tratando de parecer un ingeniero.

Tras varios segundos en silencio algo confundido respondió el saludo.

–Hola, —estrechando su mano.

Aquel sujeto se mostró feliz con su respuesta, aunque se veía tembloroso.

—Hola, tú debes de ser Will, ¿verdad?

Santi mantuvo silencio por varios segundos, tenía la sensación de qué eso fue a propósito, el sujeto se veía ansioso y no sabía a dónde dirigir la mirada.

—No, no soy Will, yo soy Santi. ¿No conoces la apariencia de Will?

El sujeto se vio impactado, mostrando menos confianza.

—Oh, rayos, creí que eras él, aunque ahora qué te veo, eres más pequeño que él, también vistes diferente, y tu voz es diferente.

Con la mano en la barbilla.

—¿Cómo te confundí?

Ahora se veía preocupado, parecía tener cambios de humor repentinos. Por un momento Santi dudo de la cordura del sujeto, pero lo qué sea qué haya pasado para terminar en ese lugar, le daba sentido a esa reacción, así qué trató de calmarlo.

—Oye, cálmate, yo también conozco a Will.

Al oír eso, el sujeto se alegró enormemente.

—¿Su humor es inestable? —pensó en voz baja.

El sujeto rio en voz baja y dijo alegremente.

—¡Bienvenido entonces! estás en tu casa.

Y antes de qué Santi hablara dijo algo más.

—Oh, lo olvidaba, me llamo Eimanuel.

Santi no parecía creerle pero Eimanuel lo noto de alguna forma.

—Ehh si, lo sé, debería llamarme Emanuel, pero. —Recargándose en la puerta de brazos cruzados con cara ofendida. —Ese fue el error de mis padres, es su problema no el mío.

Santi pensó qué aun así ese es su problema.

—OK.

Eimanuel se preocupó ya que Santi no hablaba para nada, pensando en decir cualquier cosa.

—Eh ¡Oye! te gustaría algo de tomar, bueno, aunque sólo tengo agua de la llave.

De entre los montones de ropa, logró encontrar un vaso, ofreciéndole agua, a lo qué Santi lo miró con desagrado. Entonces Eimanuel noto que el vaso tenía un calcetín. Rápidamente, lo tomó y lo arrojó a la pila de ropa, para después hablar apenado.

—¡Ah! ¡no te preocupes! Claro qué lo voy a limpiar, No es qué te vaya a hacer café de calcetín.

Santi respondió seriamente, aunque le hizo un poco de gracia lo ocultó.

—No te preocupes, ya estoy acostumbrado.

Eimanuel asintió enérgicamente.

—Claro que sí.

Eimanuel se movió, pero difícilmente caminaba por la atiborrada habitación, llegando a una llave de agua en el suelo, y con una cubeta se agachó para limpiar el vaso, Al menos utilizó jabón en polvo pensó Santi. Al verlo comenzó a tener algo de confianza, pero antes quería saber como termino en ese sitio, aunque creyó qué aún no era el momento para preguntar, también noto qué ya estaba recuperado.

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