Cap.19. La gran ciudad

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Lentamente despertó y de inmediato se dio cuenta qué no logro descansar, el autobús seguía en movimiento y la luz del sol podía verse a través de las cortinas. él estaba incómodo, tenía frío, dolor en el cuello y los oídos tapados, lo primero qué hizo fue mover la cortina para ver donde estaba, observando gigantescos puentes y edificios muy altos, además de un enorme tráfico que solo retrasaba su llegada, el cielo era completamente gris, seguramente por tanta contaminación, una gran cantidad de personas caminaban entre los vehículos, ofreciendo algún producto o limpieza a los mismos, la gran mayoría tenía la cara cubierta, lentamente el autobús comenzó a avanzar, Santi estaba sorprendido por tanto movimiento, a pesar de qué era temprano, a donde sea que mirase estaba completamente lleno, las banquetas estaban repletas, y todos se movían muy rápido, la mayoría eran trabajadores y estudiantes.

El flujo era mucho más rápido que en otras ciudades, y entre tanta gente Santi se canso de mirar, por lo que se recostó en su asiento esperando llegar pronto a su destino, cuando creyó estar por llegar, pensó en qué rutas usará y cómo llegaría entreviendo un mapa en su celular, sobre aquella gran oferta de trabajo que vio antes.

Creyendo estar muy cerca divisó un ejército de taxis estacionado en las cercanías, todos los choferes esperaban afuera, mayoría recargados sobre sus taxis mientras charlaban unos con otros, y al momento de moverse ninguno encendía los vehículos, quizá era para ahorrar gasolina pensó Santi, los empujaban con su fuerza bruta. el terreno estaba sucio, lleno basura por doquier, y la gente, la mayoría parecía estar enferma pero aun así se movían como si no pasara nada, algo que lo entristecía.

—Debe ser por tanta contaminación.

Finalmente el autobús dio una última vuelta llegando a su destino, Santi difícilmente se levantó, él y los demás pasajeros estaban cansados, hasta los niños caminaban lentamente. Cuando bajó el último escalón inmediatamente sintió una corriente de aire helado, percibiendo un ambiente irritante, el cambio fue demasiado abrupto, además percibió una gran cantidad peligros en los alrededores, algo que lo alarmó, sabía qué debía moverse con cuidado, pudo percibir numerosas presencias oscuras, pero era como si eso fuese la norma en la ciudad, era extraño, posiblemente por la magnitud de la ciudad el orden qué él conocía no era posible, después de recibir su mochila, armándose de valor salió de la estación, al igual qué él mucha gente salía y entraba, sin embargo de inmediato noto algo extraño, mirando del otro lado de la carretera, en la sombra de un edificio, había un dibujo brillante, Santi se sorprendió y se asustó, creyendo por un momento qué el culto lo había perseguido, pero terminó dudandolo ya que algo era diferente.

El dibujo parecía un cráneo rojo enojado, por un momento creyó qué era una especie de grafiti reflectante, pero se encontraba en una zona inaccesible de un segundo piso, además tenía un mensaje escrito. "Bienvenidos al mundo de la miseria"

Santi no sabía cómo interpretar aquel mensaje.

—Es bueno qué nadie pueda verlo, qué deprimente.

Quiso acercarse, pero le pareció arriesgado, aunque no percibió hostilidad en el mensaje, ahora estaba seguro de qué también habría problemas aquí. así qué decidió continuar su camino, mejor se planteó ir a buscar la dirección del trabajo, sabía que debía tomar varias rutas para llegar, primero tomó un autobús siguiendo indicaciones, pasando por varios suburbios atiborrados, con tiendas viejas y grandes fábricas humeantes, finalmente llegó a otro punto de la ciudad, pero su objetivo seguía muy distante, simplemente la ciudad era demasiado grande, tenía que ir a otra parada mas de autobuses, pero antes de continuar paso a una pequeña tienda para comer, donde apenas pidió la comida le fue servida, No era un negocio de comida rápida, pero el cocinero hacía la comida lo más rápido que podía.

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