Cap.22. Una leyenda perdida

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Santi observó por la ventana, era mediodía, podía ver un bello paisaje urbano, permanecía sentado en la última fila de asientos, justo en el centro, no tenía idea de dónde estaba o a dónde iba, el autobús era de tipo urbano, con asientos de plástico, había unos cuantos pasajeros, pero no reconoció a ninguno, por las ventanas podía ver un largo camino recto, con casas a su alrededor, de concreto, un diseño antiguo, pintadas de colores claros, y otras de ladrillo naranja, podía ver también terrenos vacíos, donde crecía un pasto verde lleno de vida, el autobús recorría una estrecha calle. Santi estaba inquieto, esperando llegar a donde sea que vaya el autobús, ya no podía esperar más, y en un momento, tuvo una extraña sensación, la de caer al vacío y en un momento, salió del mismo, como si lo hubiese atravesado, sintiendo el suelo con sus pies, mientras veía como el autobús se alejó, trato de alcanzarlo, pero este era demasiado veloz, perdiéndolo en la distancia. Ahora preocupado, comenzó a caminar por aquel lugar, que parecía una colonia en construcción, aunque las casas se veían antiguas, algunas calles se curvaban, y en la mayoría al terminar, se veían grandes campos, qué terminaban en una densa selva, Santi estaba curioso de investigar, acercándose, noto a 3 jóvenes jugando, algo preocupado decidió seguir avanzando, pero por alguna razón pasó por en medio de todos, no entendió por qué hizo tal cosa, él no quería llamar la atención. Más adelante reencontró la ciudad, pero esta se volvió más moderna, con casas a ambos lados, de 2 a 3 pisos, Las calles curvadas, con grandes tiendas, era confuso, Santi anhelaba algo, parecía estar buscando algo, pero no sabia que era, así que continuó caminando, sin embargo.

Abrió los ojos a mitad de la madrugada, solo fue un sueño, estaba incómodo en su asiento, tenía frío y cierto dolor, rápidamente miró a su alrededor, no podía ver la luz del sol, todos los pasajeros dormían, incluido Eimanuel, el autobús seguía en movimiento. Decidió ver la hora viendo que eran las 3 de la mañana, y con algo de curiosidad movió la cortina de la ventana, tratando de no despertar a E. el alumbrado público iluminaba el exterior, podía ver grandes campos, en los cuales había casas en construcción, el inicio de una nueva colonia.

Santi permaneció pensativo, sin embargo, poco tiempo después se volvió a dormir, eso era lo mejor, aquel autobús continuó su camino, solo aria pequeñas pausas, para bajar y recolectar pasajeros, además de recargar combustible, no llegarán a su destino, sino hasta el amanecer del día siguiente.

En un sitio muy lejano, se puede ver un paisaje natural, donde crece pastizal verde, además de grandes árboles de bambú, que bloquean por completo la visión, está soleado y parece ser de tarde, un pequeño río fluye en medio de aquel paisaje, y una única persona, camina por un sendero al lado del río, a paso tranquilo, el viento sopla levemente, y a pocos metros hay un puente de madera pintada, adornado de piedras, con caracteres de otro idioma, aquel sujeto, dirigió su mirada entre los altos bambúes, revelando un espacio, que apenas si es visible.

Aquella persona terminó de cruzar el puente y se adentro en aquel bosque, podían oírse sus pasos en el pasto, haciendo cierto esfuerzo para esquivar el bambú, no había ningún camino, recorriendo una gran distancia, donde es fácil perderse, pero el, rápidamente encontró el camino indicado, cubierto por una fila interminable de de bambú, se reveló una gran puerta oscura, no parecía ser un lugar muy visitado, aquella persona miró fijamente a la puerta y casi al mismo tiempo, la misma se abrió, tal parece que ya lo estaban esperando.

Emergiendo una mujer de al menos 40 años, vestida con una elegante ropa de seda, y encima una especie de armadura, el sujeto se acercó lentamente hasta quedar enfrente de ella.

Aquella mujer hizo un gesto de bienvenida, hablando con el sujeto en otro idioma, pero por alguna razón, ambos se entienden perfectamente.

—Me alegro de verte, William.

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