Cap 6: "Desasosiego"

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Lunes 4 de noviembre de 2019.

Humo...
Fuego...
Un choque...

Todo está tan...borroso.

¿Por qué estoy dentro de un auto? ¿A dónde estoy yendo?
No puedo moverme.
Voy en una autopista.
Pero...¿Quien conduce?

El auto acelera. Escucho gritos. Un gran choque ensordece mis oídos. El miedo se hace parte de mí.
Calor...hace mucho calor.
Fuego...

Despierto gritando en medio de la noche. El sudor cae a los costados de mí rostro acompañado de respiraciones aceleradas.
El corazón me late demasiado fuerte en el pecho. Las cienes me palpitan tanto que me provocan retorcijones.

He tenido esa pesadilla otra vez...

Cada semana este tormentoso escenario vuelve a repetirse y me despierta haciéndome sobresaltar.
Me siento en la cama y abrazo la suave almohada, dejando que las lágrimas corran por mis mejillas.

¿Por qué me pasa esto?...

Solo la luna que me observa a través de la ventana de mí cuarto, es testigo de todas las noches que lloré intentando buscarle sentido a este bucle sin fin que me tortura una vez a la semana.

Es desconcertante vivir estos alocados sucesos y no poder encontrarles lógica alguna,como también es una tortura no poder contarlo por miedo a que no me crean o peor aún...Me consideren una "Loca".

Cada vez que estos sucesos se presentan frente a mis ojos, o en mis pesadillas, ambas cienes me palpitan de tal manera que la única opción que encuentro para apaciguar el dolor es apretujarlas con la punta de mis dedos hasta que cedan,bajando su intensidad.

El cuerpo me pesa cada día más, la carga de la incertidumbre y el dolor se acomodan cómo adoquines en mí espalda. Y ahí es donde te das cuenta que intentar levantarte luego de caer en tu propio abismo puede costar hasta diez veces más que dejarte hundir por el.

Me siento al costado de mí cama, aún con sueño, y miro la hora en el despertador. Las 5:30 AM.

Justo una hora antes de ir al instituto.
Ya son mis últimos recorridos por el. Mí graduación está cada vez más cerca.

Luego de varias respiraciones profundas, el dolor cede y logró recomponerme un poco. Me levanto tambaleando para dirigirme al baño y en el trayecto seco con mí puño el agua que me goteaba de la nariz.

Al mirarme en el espejo notó mis ojos hinchados, mis pestañas humedecidas de tanto llanto y la nariz colorada. También notó que mí cabello está hecho un nido de pájaros así que lavó mí cara con agua bien fría y agarró de mala gana el peine para arreglarme está maraña de pelo al mismo tiempo en el que un bostezo abandona mis labios. Me tomó unos segundos aferrandome a aquel reflejo que está parado frente a mí, cierro los ojos con fuerza y al abrirlos, dibujo una sonrisa forzada en mis labios con la inútil intención de hacerme creer que todo está bien.

Curiosamente nadie se despertó al escucharme gritar. Bueno...en realidad no sé porque me sorprendé. Casi nunca se despiertan cuando me ocurren estas cosas. Tienen un sueño bastante profundo.
Las pocas veces que mí madre vino a verme, le decía que era tan solo una absurda pesadilla y ella se tragaba el cuento.

Nunca le conté a mis padres qué es lo que en realidad me pasa. Es un tema muy difícil de abordar y explicar. Supongo que debería intentar hablar con ellos. Pero aún no he encontrado el momento oportuno.

Abandono el tocador para ir a prepararme el desayuno. Un buen café con leche me ayudara para activar mis sentidos y salir del Modo Zombie en el que me encuentro cada mañana.

El suave aroma a café se esparce, impregnandose por toda la cocina. Cuando volteó en dirección a la mesa pego un respingo al divisar a Alice parada al final de la oscura escalera.

-Buen día.-Dice con voz ronca luego de estirar sus delgados brazos.

-Hola Al.-Le dedico una sonrisa torcida-¡Casi me matas del susto al aparecerte así!-Espeto susurrando mientras me llevo ambas manos al pecho.

-Perdona, hermanita.-Suelta luego de una risita tonta-¿Sabes? Me desperté y ya no pude conciliar el sueño-Declara encogiéndose de hombros-¿Y tú? ¿Que haces despierta a esta hora?

-Oh, nada...-Le hago una seña con la mano en un intento por parecer tranquila, pero no creo haberlo conseguido.-Solo tuve una pesadilla. Nada de que preocuparse.

-¿En serio?-Espeta alzando una ceja-Pero...¿Estás segura que te encuentras bien? Pareces tensa y tus mejillas se ven algo coloradas...- Se acerca preocupada hacía mí y acaricia con dulzura mí mejilla izquierda. Cierro los ojos por un momento, su roce logra tranquilizarme.

-Bien te haré el desayuno.-Agrego apartándome con cuidado, dando rotundamente por terminado el tema de mis pesadillas.

Luego de qué el desayuno para ambas esté listo, coloco las humeantes tazas sobre la mesa. Sin pensarlo le doy un buen sorbo a la mía, la cual estaba bastante caliente y como resultado, solté un raro chillido al quemar mí lengua con el café. Intenté disimularlo pero de nada sirvió ya que Alice estaba muy sumida en sus pensamientos como para prestarme atención. Miraba fijamente su taza sin darle a penas un sorbo.

-Bueno...¿Y tienes novio, ya?-Le suelto para cortar con el agobiante silencio. Ella estaba a punto de llevarse la taza a los labios pero deja su brazo en el aire mientras me mira confundida.

-¿Por qué esa pregunta tan directa? -Me dice frunciendo el ceño.

-No lo sé-Me encojo de hombros- Pregunta random de la mañana.-Le regalo un sonrisa efusiva.

-Okey...-Dice al mismo tiempo en que sus mejillas se ruborizan- Pues...no. Tengo algunos pretendientes por ahí, pero no me interesa mucho eso del amor ¿Sabes?. Prefiero dejarte eso a ti, que por lo visto no se te da tan mal...-Hace danzar sus cejas de arriba a abajo de una manera tan ridículamente cómica que tuve que aguantarme la risa para no escupir el café que aún seguía en mí boca. Por un momento me hizo acordar a Betania y sus bromas de doble sentido. Ella oprime la risa llevándose una mano a los labios.

¿Acaso puedo amar más a esta niña? Bueno, en realidad ya no es una niña. Dejo de serlo hace mucho tiempo. Pero jamás dejará de ser mí hermana menor. Es tan carismática y hermosa, no me sorprende que los chicos corran detrás de ella, siempre y cuando no se sobrepasen. Con tan solo mirarla sé que no dudaría un segundo en dar mí vida por ella si es necesario.

-Rossie...-Espeta sacándome bruscamente de mis pensamientos. No me gusta mucho ese apodo. Pero la dejo llamarme así solo porque es ella.-¿Podrías alcanzarme el endulzante que está en aquel estante?Creo que te has olvidado que ya no consumo azúcar-Señala el pálido mueble que está al lado del otro en el que saque las tazas.

-Emm...Okey. No recuedo que me lo hayas mencionado, pero da igual.-Me levanto tambaleando y me siento confundida ante está petición pero aún así me dirijo al lugar donde me indicó.

Cuando abro la pequeña puerta del estante, una rata sale sin previo aviso y se abalanza sobre mí rostro.

𝐁𝐮𝐬𝐜𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐞𝐥 𝐩𝐨𝐫 𝐪𝐮𝐞  PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora