Viernes 22 de noviembre de 2019.
La Luna, mí fiel compañera en las noches dónde el sueño no acude a mí encuentro.
Ya es de madrugada, todos duermen. Menos yo.El silencio se hace parte de la casa, solo se distingue el sonido de los autos al pasar frente a nuestro hogar y la brisa del viento que, inútilmente, intenta colarse por la rendija de mí ventana.
Me encuentro sentada en mí cama mientras observo la Luna desde aquí. Atrapó mis flexionadas piernas entre mis brazos mientras apoyo la cabeza en mis rodillas. No hablo, solo pienso.
Aquella cara de la Luna que nadie puede ver, es la misma cara que yo escondo. Soy como una moneda solo que no hay cara y cruz en esta historia sino solo cruz.
Me encantaría poder confiar en alguien plenamente pero no puedo, no puedo confiar en alguien si ni siquiera en mí confío.
Suelto un sonoro suspiro mientras acarició mis brazos en un intento de relajación. Paso mis dedos por mí hombro, sobre las prendas que ocultan mi cicatriz pero que bien sé que está ahí.Mí cicatriz...
Es de unos cuatro centímetros más o menos, no es muy gruesa y está situada horizontalmente sobre la parte más alta de uno de mis brazos,lo que ya vendría a ser el hombro.
No recuerdo muy bien como me la he hecho...
Habrá sido por una de mis tantas travesuras o eso es lo que pienso porque lo único que recuerdo era que yo sollozaba en los brazos de mí padre mientras el me consolaba, habré tenido alrededor de dos años. Algo que si recuerdo con certeza absoluta es que él miraba a algo en particular, cómo si se hubiese quedado impactado por unos segundos, pero no logró recordar que es lo que observaba exactamente.
Ni siquiera algo tan insignificante como eso puedo recordar. Esto de ser un puzzle incompleto me agobia cada día más. Tampoco recuerdo desde cuándo exactamente empecé a padecer de estás lagunas mentales. Quizá las he tenido desde siempre, aunque no estoy del todo segura, pero no les habré dado ni el menor caso ya que cuando uno es un niño no tiene tiempo para pensar, solo busca divertirse, reír y soñar. La única preocupación de un niño es sus raspones en las rodillas y que sus juguetes estén sanos.
Cuando eres niño no tienes tiempo para juzgarte, solo te aceptas y ya. No tienes miedo de integrarte o de cometer errores porque no tienes esa voz en tu cabeza que te limita a ser quien eres por miedo a ser rechazado o por quedar mal. Cómo me gustaría volver a ser una niña y que la única razón que tenga para llorar sea porque ya es hora de ir a dormir o porque no quiera bañarme.
Que bellos tiempos...Aunque lo cierto es que no se desde cuándo empezó, lo que si se es que las pesadillas no eran tan repetitivas como ahora que ya he crecido. Ni los pantallazos eran tan seguidos e intensos, todo era más "soportable".
A medida que fui creciendo fue avanzando más mí problema. Cómo si tuviese una herida en el alma que se ensancha cada vez más. Cómo si hubiese algo que falta por reparar, por encajar...Sé que debería liberarme, que debería hablarlo con alguien, contar toda mí verdad. Pero no es tan fácil como parece, se me eriza la piel al imaginar lo que llegarían a pensar de mí los demás, el miedo se apodera de mí de solo imaginar que me tacharian de una transtornada mental, de una chica salida del manicomio.
Me tacharian de loca a pesar de que estoy más cuerda que muchos.
Y si realmente estuviera loca...¿Soportaría todo lo que vivo estando cuerda?
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𝐁𝐮𝐬𝐜𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐞𝐥 𝐩𝐨𝐫 𝐪𝐮𝐞 PAUSADA
Bí ẩn / Giật gân𝙐𝙣 𝙥𝙖𝙨𝙖𝙙𝙤 𝙗𝙤𝙧𝙧𝙤𝙨𝙤. 𝙐𝙣 𝙥𝙡𝙖𝙣 𝙢𝙖𝙡𝙫𝙖𝙙𝙤. 𝙐𝙣 𝙤𝙨𝙘𝙪𝙧𝙤 𝙨𝙚𝙘𝙧𝙚𝙩𝙤. 𝙎𝙞𝙣 𝙙𝙪𝙙𝙖 𝙍𝙤𝙨𝙚 𝙙𝙚𝙗í𝙖 𝙖𝙧𝙢𝙖𝙧𝙨𝙚 𝙙𝙚 𝙫𝙖𝙡𝙤𝙧 𝙥𝙖𝙧𝙖 𝙚𝙣𝙛𝙧𝙚𝙣𝙩𝙖𝙧 𝙡𝙖𝙨 𝙛𝙧í𝙖𝙨 𝙨𝙤𝙢𝙗𝙧𝙖𝙨 𝙙𝙚𝙡 𝙥𝙖𝙨𝙖𝙙𝙤 𝙦𝙪�...