—Wow, por un momento me asuste, pensé que no vendrías... —dijo Satoshi viendo como Ian llegaba al bar donde habían quedado en juntarse.
Ian vestía una chaqueta de cuero, y una polera blanca ajustada, jeans azules oscuro y zapatillas deportivas blancas. Mientras que Satoshi vestía una polera muy holgada y delgada de mangas largas, con estampados de hojas otoñales y pantalones negros. El asiático tenía dos aretes negros en la oreja izquierda, algo que en el gimnasio Ian había pasado por alto y su coleta que llegaba a sus hombros estaba algo desordenada.
—¿Qué te pido? —preguntó una vez Ian se sentó a su lado al lado de el en la barra.
—Solo una bebida blanca. —respondió Ian.
—Bastante sano... —dijo el asiático llamando con la mano al barman.
—Mañana estoy de niñero. —respondió el chico de ojos azules recibiendo su vaso con Sprite. —Perdona si pronuncio mal tu nombre, pero es ¿Satoshi? ¿Tal como suena?
—Exacto, pero dime Sato, todos mis amigos me dicen Sato.
—Es más simple... —Respondió Ian sacándose su chaqueta de cuero y colgándola en el respaldo de su silla.
Satoshi Yoshida era su nombre. Era de la misma estatura que Ian, tenía unos ojos rasgados bastante exóticos, una quijada fina y el cabello negro y largo hasta los hombros. Poseía un lunar cerca de su sien derecha y una sonrisa sutil y cautivante proveniente de Japón. A los trece años llegó a Londres de intercambio, y decidió solicitar una visa para estudios indefinidos, le fue difícil obtenerla, pero lo consiguió y con ayuda de sus padres; que le enviaban dinero desde el extranjero, pudo mantenerse hasta encontrar trabajo como Asistente de Ventas en una empresa de automóviles, y en busca de un lugar más cómodo para vivir, optó por Belfast.
—Tienes lindos ojos.
—Si, pero no es lo más lindo de mí. —respondió Ian.
—Es superficial, lo superficial perece. —agregó Sato.
—Muy cierto... —respondió el chico de ojos azules chocando su vaso de Sprite con el trago blanco del asiático.
El perfil de Ian era muy hermoso, al menos para el gusto de Sato. Quien parecía ansioso por seguir conociendo al hombre a su lado.
Charlaron sobre sus trabajos, también sobre automóviles, incluyeron un par de veces el clima y en otras cuantas política y economía. Ian y Satoshi tenían un repertorio impresionante de temas que los alejaban de una típica cita estereotipada. Hablaban como si lo estuviesen haciendo con sus mejores amigos, aunque se sabía muy bien que debajo de la sutil y tranquila sencillez de la conversación, existía un código solo descifrable para aquellos con experiencia, y ese código disfrazado de deseo palpable a roce de piel, era solo el camino de pétalos hacia a la verdadera razón por la que ambos estaban ahí.
Sato pidió dos tragos más, mientras Ian seguía con el mismo vaso de Sprite aun por la mitad. No porque fuera tacaño, sino porque se había perdido en la interesante forma de hablar del asiático. El chico de ojos azules había besado blancos, trigueños, morenos, afroamericanos, calvos, barbudos, altos, bajos extremadamente guapos y otros no tanto, pero jamás un japones, ni siquiera se le había cruzado por su mente que un encuentro sexual con un asiático en la ducha del gimnasio le provocaría una intriga por conocer más sobre aquel hombre de la sonrisa simple y clara, de ojos oscuros y de piel suave. Si, esta ultima ya la había comprobado bajo la ducha.
—¿Estas intentando embriagarme?
Ian sonrió.
—Astuto de tu parte.
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El Florista.
Teen Fiction「Terminada」La verdadera motivación detrás de esta historia es incierta. Quizás este justificado por el despido de Dave de la universidad, o de las ganas de hacer algo más que solo enseñarles a mocosos sin respeto en las aulas. Pero una cosa esta cla...