El amor no se mide en rosas.

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—En serio me preocupa tu puntualidad para algo que no sean los ligues.

Connie estaba sentaba nuevamente en el sillón con su pijama colorido igual que su cabello, viendo programas infantiles con Fló.

Ian había llegado a las diez de la mañana, pero al parecer Dave ya había salido así que había recurrido a Connie para que cuidara a su hija hasta que llegara el impuntual de su hermano menor. El chico entró al departamento y saludó a Fló quien comía un bowl de cereal con leche.

—¿Cómo va tu pintura? —preguntó este el sector de la cocina, la cual estaba unida con la sala de estar.

—Bien, ya casi la termino, me faltan solo detallitos. —Connie se levantó y se acercó a Ian. —Estaba pensando en lo que dijiste...

—¿Sobre inscribirte al gimnasio?

—No idiota. Sobre vender mis cuadros y hacer una exposición, bueno no en ese orden claramente.

Ian se sirvió una taza de café y se sentó en el banquillo de la isla de la cocina frente a Connie y luego asintió. Ella también lo hizo, y la aprobación de su amigo hizo que se llenara de optimismo, aunque usualmente Ian no transmitía eso, quizás era por el buen humor que le había producido su cita con Satoshi, o el café nuevo que estaba probando, como fuera, Ian estaba cumpliendo su parte en la amistad que tenía con la chica, y eso era lo que contaba.

Pasaron un par de horas y Connie e Ian seguían con Fló en el departamento hasta que irrumpió energéticamente Dave desde la entrada principal.

—Tenemos lugar. —dijo con los ojos inyectados de energía.

—¿Lugar? —preguntó Connie.

—Dios... —susurró Ian enrolando los ojos.

—¡Tenemos lugar! —gritó saltando como un niño en la entrada. —¡Vamos a tener una florería!

—¿Florería? —preguntó Connie totalmente perdida.

—¿Florería? —también preguntó Fló.

—Florería. —afirmó Ian mirando a ambas.

Dave una vez más calmado le explicó a Connie lo que estaba planeando, quien simplemente se limitó a mirar unos segundos el rostro de alegría de Dave y el rostro serio de Ian.

—No sé si debo alegrarme o estar enojada. —dijo ella perdida mientras Fló solo escuchaba atenta.

—Alégrate, es bueno, muy bueno.

Dave seguía igual o más optimista que el primer día que había comenzado esta aventura. Los cuatro salieron del departamento y bajaron las escaleras hasta el primer piso. Al llegar Dave sacó las llaves de la tienda que había rentado y se agachó, desprendió los dos candados y subió la persiana de metal que protegía la entrada y la fachada principal de la tienda.

Estaba al lado de la panadería. Tenía una ventana en un costado y la puerta en el centro. El color de su pintura exterior estaba desgastado y con moho, como también las letras que decían "Libros de segunda mano", una clara señal de lo que había sido la tienda anterior.

Al entrar, la puerta rechinó, y Fló se rio mitras que Ian solo contaba los minutos para salir de ahí, el olor que desprendió el interior del lugar era una mezcla entre humedad, aserrín y oxido. Habían telarañas por unas cuantas esquinas, y las vigas de metal tenía una capa de oxido tan gruesa que las hacia parecer aun mas robustas de lo que eran Las paredes de diferentes colores estaban arruinadas por el polvo y descascarándose por el tiempo.

—Esto da pena. —dijo Fló.

—Mi sobrina es astuta. —respondió Ian sacando se una telaraña de su hombro con algo de asco.

El Florista.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora