No todos los cactus florecen.

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Tres días pasaron desde la ultima vez que Ian vio a Satoshi en su departamento, ninguno llamó al otro, no hubo contacto, no hubo preocupación tangible, pero si hubo segundos en los que ambos tuvieron sus celulares en sus manos a punto de marcarle al otro, pero se detuvieron, nadie quería estar en el camino del otro, ya sea con sus problemas o esperando a que los resolvieran. Tres días habían pasado desde aquello, pero mas de un mes y medio desde que Dave había comenzado a desarrollar su florería, y hoy, hoy llegarían los muebles, si bien Ian no tenía ganas de ayudar, Dave lo forzó a hacerlo, y juntos bajaron al primer piso a esperar el camión.

—Ya debería estar por llegar. —dijo algo ansioso Dave.

—Ya debería estar acá. —agregó Ian.

—Paciencia.

—No tengo. —respondió el menor.

Un par de minutos y el camión con los muebles llegó, se estaciono frente a ellos y desde la cabina bajó el chofer junto a Rosé; la asesora de Dave. Había pasado un tiempo desde la última vez que se habían visto, y era un agradable rencuentro ya que la mujer y Dave creían en que esta florería será un gran éxito.

—¿Cómo estás? —preguntó Dave dándole la mano a la mujer.

—Muy bien... —Rosé miró hacia la tienda la cual aún no estaba pintada por fuera, solo lijada, y luego miró a Dave. —¿Este es el lugar?

—Tranquila, la fachada exterior la dejamos para el final, no queremos que alguien vaya a ensuciarla antes de la apertura. —respondió Dave mientras se movían hasta la parte posterior del camión y el chofer abría la puerta del camión dejaba al descubierto los muebles.

Eran de una madera robusta y barnizada. Muebles rústicos pero muy bien hechos y con acabados en tonalidades caoba.

—Están bellísimos.

—Bájenmelos y ubiquémoslos para poder ver si debemos traer de otras medidas o con estos bastara. —dijo Rosé sacando su Tablet, esperando que Ian, Dave y el chofer comenzaran a descargar el camión.

Al cabo de uno minutos, y con los muebles dentro de la tienda, Rosé vio que el lugar realmente parecía una florería. Los murales y la ubicación armoniosa de los muebles le produjeron nostalgia, vio en aquel lugar el suyo propio, vio en la materialización del sueño de Dave; el suyo, y de alguna forma simplemente se quedo de pie cerca de la entrada mientras los demás seguían acomodando y nivelando las patas de los estantes. Sintió de alguna forma el olor a flores, aunque aún no había ninguna, solo la idea de que en algún momento estas llenarían de aromas y vida aquel lugar le produjo un destello de alegría.

—¿Todo bien? —preguntó Dave a Rosé.

—Si... si todo excelente. —respondió la mujer. —¿Cuándo será la inauguración?

—Tan pronto me traigas el primer cargamento de flores.

—Lo que seria en una semana más.

—¿Una semana más?

—Dave, es un proceso largo, ya hice el pedido, y llegaran en una semana máximo.

Dave quedó algo decepcionado, si bien sabia de ante mano por lo que le había dicho Rosé unas semanas atrás, que el proceso sería algo lento al principio debido a que debían solicitar otro cargamento para un cliente nuevo, no pensó que su ansiedad saldría a flote tan abruptamente.

Los muebles quedaron instalados, como también varios baldes de madera donde verterían agua para mantener las rosas, claveles y otros. Rosé se marchó a los minutos de terminado de acomodar los muebles, y Dave e Ian subieron al departamento.

El Florista.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora