Begonias, o mas bien sorpresas.

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La exposición de Connie había sido todo un éxito. Vendió siete cuadros de los treinta que tenía, mientras que el cuadro enorme de la anciana fue viral en redes sociales, captando la atención de cientos de interesados. Pero lo que había cambiado la noche, había sido aquella charla con Dave mientras cerraban la tienda.

—¡Adiós Connie! —gritó Fló mientras se iba con Leonora, quien había llegado a buscarla solo por esta ocasión especial.

—¡Adiós Fló! —respondió Connie mientras comenzaba a desarmar los atriles y a guardar los cuadros que no se habían vendido.

—Quería que le comprara un cuadro tuyo. —dijo Dave mientras se quedaba ayudando a Connie a ordenar.

—Deberías. Tacaño. —contestó ella.

Ian se había despedido antes de Connie ya que pasaría la noche con Satoshi, con quien ya se había estado viendo más seguido de lo usual, y las llamadas y mensajes corroboraban que algo estaba funcionando bien.

Dave vestía sus jeans negros y su camisa algo gastada mientras que Connie seguía con aquel hermoso vestido que parecía flotar cada vez que ella se movía. La relación de ambos jamás sobrepaso las expectativas de una amistad, Connie jamás pensó que eso podría llegar a ocurrir, era diferente el cariño, pero tal y como ella lo había hecho, el cariño también transmutó, y Dave ya lo sentía, poco a poco sin darse cuenta que talvez muchas cosas se estaban alineando a su favor demasiado rápido, tan rápido que le era improbable que incluso en el romance le fuera a ir bien.

—¿Y cuando llegan tus muebles? —preguntó Connie.

—Debo ir a firmar unos papeles con la distribuidora, para que activen mi plan de socio, y ahí me traerán los muebles que solicité y las demás cosas que faltan, se supone que las flores llegaran en una semana más.

—Queda poco señor florista.

—Te dije que me dijeras así una vez tenga mi delantal puesto.

—¿Por qué no ahora? Ya estas a puertas de ello.

—Es de mal augurio.

—¿Según quién?

—Yo.

Ambos se miraron sin disimular las sonrisas en sus rostros, y si bien sabían que esas sonrisas iban más allá de una simple amistad, no lograban permitirse el acceso a una mucho mas sincera, una mucho mas transparente que manifestara exactamente lo que querían.

—¿Al final que opinas de los murales?

Dave se paró recto y miró el lugar.

—Me encantan, son exactamente como me los imagine.

—¿En serio?

—Claro, ¿Por qué crees que te lo pedí a ti?

—Pensé que había sido por lastima.

—Jamás te he tenido lastima, Connie.

Ella paró de moverse y se detuvo a mirar a Dave. El hablaba con un tono cálido, como un abrazo sonoro que envolvía a la chica en un capullo suave, una frazada de pétalos que le encantaba sentir en su piel. La mujer caminó hacia él unos cuantos metros, y en el trayecto tomó dos copas de champagne que aún quedaban servidas y quedó frente a Dave, quien se sintió algo extraño al ver que Connie le extendía una.

—Por mi exposición y por tu futura florería.

Dave solo sonrió y dio un sorbo de su copa mientras que Connie se tomó toda la suya.

Al cabo de unos segundos, Dave le preguntó que había sido aquel discurso. Quería saber exactamente lo que Connie sentía por él, y de manera sutil lo hizo, hizo que la mujer frente a él se expresara claramente, o mas bien, específicamente. Connie dio un paso sutil hacia atrás, era más baja que Dave, le llegaba al pecho, y aunque el hombre la miraba hacia abajo constantemente al estar muy cerca, esta vez sus miradas no se distanciaban por la altura, sino mas bien por la inexplicable sensación de querer mas que una amistad, pero tener miedo a intentarlo, la juventud no estaba en su apogeo, y el corazón ya no aguantaba lo mismo, ahora talvez se rompería por completo, y el optimismo y la alegría no servirían para repararlo, sino solo para cubrirlo y evitar que alguien viera lo destrozado que podría llegar a quedar en caso de que las cosas no salieran bien, pero Dave pensó "todo va en orden ¿Qué podría salir mal?"

El Florista.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora