La esperanza del tulipán.

251 71 24
                                    

Varias mujeres y hombres miraron hacia adentro de la tienda, no porque estuviera lista, no para nada, aún faltaba mucho para eso, hoy recién era el primer día de limpieza. Miraban al guapo chico sin polera y sudado que estaba levantando escombros y lijando las paredes.

—Sigue así, nos atraerás clientela. —dijo Dave a Ian quien estaba arriba de una escalera lijando las vigas de metal.

—Es la idea, con esto... —dijo apuntando a su cuerpo. —Llenaremos este lugar.

Ambos rieron y siguieron trabajando hasta la hora de almuerzo.

Fló había partido donde su madre el día anterior en la tarde. Dave le hizo prometer a Fló que no le contaría a su madre sobre la florería, no era una mentira, sino más bien un secreto padre e hija. Dave conocía a Leo, y lo exagerada que podría llegar a ser, sobre todo si se trataba del sustento de su hija, y el típico papel de padre irresponsable que caería sobre él, y era un estrés que no estaba dispuesto a asumir antes de tiempo.

—Tu teléfono está sonando hace rato... —dijo Dave con la boca llena sentados en el suelo de la tienda.

—Si, no es nada.

Ian no había respondido los mensajes ni las llamadas de Satoshi durante estos días. Ni siquiera él se explicaba por qué lo estaba evitando, quizás era la costumbre, o quizás simplemente había perdido el interés.

—¿Seguro?

—Si, seguro. —respondió Ian aun con la mirada fija de Dave encima de él. —Dios, es el chico con el que salí el otro día.

—Wow, un chico por fin te está buscando, si mal no recuerdo...

—Cállate. —interrumpió Ian con fuerza.

—Perdón, perdón ¿Por qué no le contestas?

—No lo sé, no tengo motivos para contestarle, ya hicimos lo que teníamos que hacer.

—Okey... —dijo Dave levantándose de golpe. —Mucha información, gracias.

Ian sonrió.

—Ves, no son temas de tu agrado.

—Solo diré que si este chico te está llamando y es tan insistente quizás amerite un poco de tu atención, simplemente para ver que intenciones tiene, no quiero que termines en otro problema.

—Yo tampoco quiero terminar ahí. —respondió Ian.

Al decir eso, ambos volvieron al trabajo hasta la noche.

—¡¿DOSCIENTOS CUARENTA EUROS?! —vociferó Dave al ver el presupuesto que le había presentado Connie con boletas y todo.

—Y eso no incluye la mano de obra por pintar toda la tienda.

—Mierda... —susurró Ian al ver la boleta. —¿No puedes hacernos una rebaja, al menos por ser amigos?

—Negocios son negocios, además ya les dije, ese precio es solo el de los materiales, tarros de pintura, brochas, rodillos, cinta adhesiva, antioxidante, y todo lo que esta detallado ahí. —respondió Connie mientras se tomaba una cerveza con Dave e Ian tomaba un té verde.

—Mierda Connie... —dijo Dave algo desanimado tocándose la frente. —¿Y cuánto nos cobrarías por la mano de obra?

—Considerando el tamaño del lugar, y los diseños que me solicitas, casi trescientos dólares más.

Ambos hermanos parecieron fulminarla con la mirada.

—Lo siento, pero no puedo hacer más, no puedo hacerlo gratis ustedes saben mi situación, ¡por favor no me odien!

El Florista.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora