Capitulo 1 (¡No Digas La Palabra Con "H"!)

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¿Han leído esas novelas que comienzan con "me desperté con el ruido de los pájaros al cantar"? Bueno, este no es el caso. Me despertó el ruido de "Welcome to the Jungle" saliendo de las bocinas de mi celular. Por si te lo preguntas, no, no me gusta el rock; de hecho lo odio pero de eso se trata las alarmas ¿no? De darte algún incentivo para tener que levantarte a apagarlas. Luego de 1 minuto, mi cuerpo decidió moverse para acabar con esa tortura.

En la pantalla de mi celular se marcaban las 6:30 junto con una nota que me recordaba mis píldoras de vitamina B. Me senté en mi cama un poco desorientada, estirando mis brazos para sacar toda esa energía perezosa de mi cuerpo. Justo alado de mi cama, en la mesita de noche se encontraban mis vitaminas junto con un vaso de agua tal como las había acomodado por la noche. Luego de tragar mis dos píldoras sin atragantarme eché un vistazo por la habitación.

Siempre me ha gustado mi habitación. Es grande si la comparas con mi tamaño y el espacio que realmente utilizo, pero siempre me han gustado los espacios grandes. Es de un color crema muy suave para así evitar que las partículas de polvo se regeneren -ya sabes lo que dicen, el polvo prefiere los colores oscuros- tengo un armario espacioso donde guardo mi ropa perfectamente esterilizada y mis zapatos secos para evitar los hongos, un baño privado donde guardo mis medicamentos, mi inhalador, mi nebulizador, las vendas junto con el alcohol y mis productos de aseo personal en general, también tengo un escritorio donde se encuentran mis libros y mi laptop, un sofá libre de ácaros donde se sientan aquellos que cumplen con los requisitos para entrar a mi habitación, una mesita donde está mi lámpara para poder leer por las noches y mis medicamentos de después de las 10:00 p.m. y antes de las 8:00 a.m. y por último mi cama esterilizada y vaporizada donde descanso en paz al saber que no hay partículas de polvo que me puedan causar alguna alergia mortal.

Dos toques a mi puerta me sacaron de aquella repentina admiración hacia mi habitación.

-Abby - insistieron a la puerta –ya te están esperando para desayunar.

Observé de nuevo la hora en mi celular y descubrí que me detuve más de lo que debí contemplando mi habitación.

-Me aseo y bajo Clare, gracias.

Prácticamente salté de mi cama al baño para comenzar a asearme. Yo más que nadie sé que en mi familia no nos gustaba la impuntualidad. En 20 minutos ya había salido del baño y me encontraba frente a mi armario decidiendo que me pondría hoy.

-¿El blanco o el amarillo?- me pregunté a mí misma decidiendo entre dos vestidos – ¡Cierto! El amarillo atrae demasiado a los rayos ultra violetas. Me quedo con el blanco.

Luego de vestirme y atarme el cabello en una coleta decidí bajar al comedor donde ya estaban mi abuela y mi padre a mitad de su desayuno.

-Buenos días mamá Victoria – saludé a mi abuela con un beso.

Mi abuela es de las pocas personas con las que me permito tener un contacto físico libre, eso luego de muchos estudios para saber que no tenía ninguna enfermedad que me pudiera transmitir y un convenio de visitar conmigo un médico general una vez al mes. Mi abuela Victoria era la madre de mi padre, era el pilar de mi vida, de verdad que no sé qué haría sin ella y sin su apoyo incondicional. Era una persona llena de vida a pesar de sus años, demasiado alegre y positiva para mi gusto.

-Buenos días cariño ¿Cómo amaneciste? – indagó devolviéndome el saludo.

-Bien, mamá Victoria ¿tienes mi protector gástrico?- pregunté, ya que no lo veía junto a mi plato como siempre.

-Sí cariño – buscó un frasco nuevo en su cartera y me lo extendió – toma, aunque ya sabes lo que pienso de que estés tomando eso cada vez que comes.

¡No Digas La Palabra Con "H"!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora