Capitulo 10 (Socializa Abby)

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Nervios...

Hay muchas cosas que se te pueden pasar por la mente al escuchar "Nervios".

Están los nervios del primer amor, esos nervios que muchos catalogan como las famosas mariposas en el estómago. Esos que hacen que tu corazón se acelere y que sientas una ligera presión en tu vientre.

Están los nervios de la preocupación. Esos son malos porque hacen que sudes mucho y que sientas que te falta la respiración.

También están los nervios de la emoción. Esos que no te dejan dormir y no te dejan pensar en nada más.

Pero ni juntando todos esos nervios al mismo tiempo darían la cantidad exacta de los nervios que siento yo en este momento. Dan llamó a mi casa para informarme que sus amigos habían aceptado la propuesta de integrarme a su fundación, pero que querían conocerme. Así que me citó el día jueves -hoy es jueves- a las 11:00 a.m. Pero hace unas horas llamó para citarme una hora antes en la cafetería de la clínica y no sé por qué ¿Se habrán arrepentido? Si es así, puedo despedirme oficialmente de mi graduación.

Abrí la puerta de la cafetería y comencé a buscarlo. La cafetería de la clínica es la única cafetería a la cual puedo ir sin el miedo de morir intoxicada. Sé que las personas que trabajan aquí son limpias, y que la comida que preparan también lo está. Y lo sé porque yo misma los contraté. Una mano agitándose repetidamente llamó mi atención: ese era Dan. Sin perder más tiempo, comencé a caminar hasta llegar a su mesa.

-Buenos días – saludó levantándose a darme un beso en la mejilla. Lo detuve en seco.

-Buenos días. Y ni se te ocurra tocarme –ordené.

-Pero... Abby ¿Hice algo malo? –preguntó Dan con una genuina preocupación. Casi me pareció tierno.

-No Dan –aclaré – Es sólo que no me gusta el contacto físico ¿Recuerdas?

-Pero el otro día no parecías tener problema con eso –exclamó con una sonrisa coqueta.

Yo rodé los ojos.

-En el departamento de oncología pasas por un proceso de limpieza antes de entrar. Y en mi casa te esterilizaste. Pero aquí y ahora no sé dónde has estado, ni que cantidad gérmenes traes contigo.

-Tranquila, no he estado en nada sucio. Al menos no aún –comentó alzando las cejas una y otra vez.

El sólo imaginar lo que pasa por su mente me da nauseas. Lucho conmigo misma para no dejar que mi desayuno termine en el piso de la cafetería.

- ¡Iugh! –es todo lo que puedo decir.

-Bien, trataré de no sentirme ofendido por eso – dijo Dan llevando una mano a su pecho – Seguro te preguntarás para qué te he citado aquí.

-Efectivamente.

-Bien... Yo he decidido que no seré tan cruel como tú.

- ¿Qué quieres decir con eso? –indagué ofendida.

-Que yo sí te daré una breve introducción antes de llevarte con mis amigos –manifestó –Verás, como me dijiste que no has tenido muchos amigos, te hablaré un poco sobre ellos antes de que los conozcas; así ya sabrás cómo son y cómo actuar. Ya sabes, para que te puedas integrar bien.

Decirles que el corazón me estaba latiendo de manera normal sería mentirles. Puedo asegurar que mi corazón casi quiere salirse del pecho ante tal declaración. Él hizo eso porque quiere que me integre. El de verdad se preocupó por mí.

-Vaya... Gracias Dan, eso es muy lindo de tu parte –confesé seguido de una sonrisa.

-Todo yo soy muy lindo –bromeó.

¡No Digas La Palabra Con "H"!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora