Yukiko Kudo apareció tras la espalda de el señor Kudo al poco rato. Su cabello largo castaño estaba semirecogido de manera que ningún mechón posara en su fina y blanca tez. Su maquillaje estaba perfectamente aplicado, con tonos cálidos y suaves, y con el vestido que lucía, podía notar decenas de miradas posar de vez en cuando en ella. Se veía joven y preciosa.
La charla con su madre fue mucho más agradable que la de su padre, era una mujer muy habladora pero a pesar de ello por el momento no la había juzgado sin conocerla, así que tenía razones para caerle bien por el momento.
Notaba la mirada cortante como cuchillo de Yusaku encima de ella constantemente, sabía que no se fiaba un pelo de ella, pero ella no se consideraba una real amenaza para Kudo.
-"¿Así que os conocisteis en el trabajo?"- Yukiko se acercó mas a ella intentando sacarle cualquier información mientras ella se quedó sin habla al escuchar su pregunta. ¿Su madre no sabía quien era realmente?¿No le había contado la verdad?-"Cuéntame más Shiho, Shin simplemente me comentó que llegaste de estados unidos hace poco."-
Shiho miró a Shinichi fríamente de reojo y pudo ver como se ponía a hablar con su padre para evitar el incomodo tema con ella. Se sentía engañada e infravalorada.
Podía ver al señor Kudo sonreír burlonamente a la espalda de Yukiko pero ella intentó hacerlo lo mejor para no cambiar de expresión y seguir actuando normal ampliando su sonrisa ante ella.-"Si, la verdad es que Shinichi me ha ayudado desde el primer momento a poder adaptarme sin problemas, es un gran chico."-
La castaña se giró para mirar a su hijo con orgullo y volvió su atención a la pelirroja.
-"Me alegro, estamos aquí para lo que necesites, no lo dudes."- Levantó la mano saludando a un hombre con pelo canoso que se acercaba a ella.-"Nos vemos luego, tengo que seguir atendiendo a mis invitados. La subasta comenzará de aquí poco."-
Shiho asintió y le sonrió amablemente mientras la mujer se volteaba y retiraba hacia el hombre dejando que besase su mano.
Estaba muy molesta pero Yukiko no tenía la culpa de no saber la verdad. Volvió a mirar a padre e hijo que estaban a un par de metros de distancia y en el momento en que sus ojos dejaron de mirarle para seguir con su gran charla ella salió de su radar de visión caminando hacia la terraza.
Abrió su bolso de mano y sacó su paquete de cigarrillos para encenderse uno. Le había prometido a Kudo que intentaría dejarlo, pero por lo que veía el no había sido muy sincero con ella así que ella no debía porque hacer lo mismo.
Cerró los ojos mientras el humo entraba en sus pulmones aliviándole ligeramente los nervios. Echó un vistazo a su alrededor observando a cualquiera que pasase por ahí. Lucían perfectos e impolutos mientras chalaban unos con otros compitiendo por quien tenía más patrimonio o poder, eran gente con un nombre y respeto encima de sus hombros.
Y luego estaba ella. ¿Qué pintaba ella aquí al final de todo? Por el momento no parecía haber sido una buena idea venir.Se quedó de espaldas a la terraza, mirando hacía el interior de la sala. Era el sitio más tranquilo de la casa, los únicos sonidos que escuchaba eran las ramas moverse con la brisa nocturna y la clásica melodía del interior que desde ese punto apenas era audible. Volvió a saborear su cigarro y dejó su copa vacía encima de una mesa próxima.
Podía ver a Shinichi hablando con grandes de la policía des de dónde se encontraba, cada pocos pasos le paraban para poder hablar con él. Era una persona muy aclamada. Shiho se quedó en el mismo sitio mirándole sin que lo supiese mientras se percataba de que el moreno levantaba la cabeza constantemente en busca de algo o alguien. Debía estar buscándola.
ESTÁS LEYENDO
Ficción
RomanceShinichi Kudo, prometido de Ran Mouri y miembro del FBI debe integrarse en la organización de los hombres de negro para derrotarlos. Para ello deberá conseguir la confianza de Shiho sobrepasando barreras que no debería. COMPLETA 71.947 palabras.