CAP XIX

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Sus ojos se abrieron acompañados de un fuerte dolor de cabeza, los pinchazos retumbaban en su cabeza provocando que tuviese que agarrarse la cabeza con ambas manos, intentando aliviárselo.

-“La princesa acaba de despertar.”-

Esa repugnante y familiar voz hizo eco en su cabeza mientras intentaba acabar de recuperar todo el control de su cuerpo.

Hacía frío y estaba oscuro, el sonido de su voz le decía que la sala no era muy grande pero definitivamente no se parecía en nada a su apartamento. Los dos focos que habían le permitían poder ver que había a su alrededor, una habitación medio vacía con cuatro cajas esparcidas en los rincones y un gran mueble cerrado con un candado.

Sus manos y pies estaban atados con una cuerda y por más que intentase forcejear para liberarse más le apretaba a su alrededor. El sonido de la aguja de unos tacones empezaron a retumbar por la sala a medida que se iba acercando a ella, el sonido paró al llegar a sus pies, le desató la cuerda de las piernas con un corte limpio de navaja y le atizó una patada en el estómago con fuerza.

-“Levanta.”-

La científica se estremeció apretando fuerte los dientes ante el golpe e intentó levantarse rápido para no recibir otro. Puso un pie delante de otro y se tambaleó buscando su equilibrio. La rubia estaba delante de ella con los brazos cruzados y pistola en mano, la sonrisa triunfante reflejaba a la luz y sus ojos la miraban con superioridad, llenos de depravación.

Se quedaron la una delante de la otra mirándose desafinadamente, como un felino acechando a su presa momentos antes de atacarla y acabar con ella.

-“Se te ha acabado el correr libremente por los prados, gacela.”-

La rubia sacó su arma de su espalda y apuntó hacia ella sin vacilar a la vez que la cargaba con el pulgar.

-“Desmantelaste nuestro manto de secretos  ¿ y creías que vivirías sin más?”- Dijo Vermouth apoyando la punta de la pistola en su frente.

Sus ojos claros acuchillaban con solo mirarla, el puro odio era mutuo. Su pelo dorado brillaba con la luz de los focos y podía percibir algo de titubeo en sus movimientos. Shiho notó el frío de la pistola pero mantuvo la calma sin acabar de sentirse completamente amenazada por ella, se permitió reírse por lo bajo.

-“¿Crees que conté tu historia?”- La rubia abrió los ojos por un instante y apretó las cejas al sentirse amenazada. Shiho bajó la mirada un segundo, recordando.-“¿Crees que involucraría a un niño inocente dentro de toda esta mierda?”-

Vermouth apretó más el arma contra su cabeza haciendo que tocara la pared con la espalda. Todo ese odio, rabia, ganas de matarla y acabar con ella solo venían a raíz de que ella sabía que tenía un hijo.  Lo conocía. Por desgracia para la rubia ambos habían coincidido en el último año que estuvo en América, en ese entonces ella tenía quince y el niño apenas tres años. Apenas sabía nada más que su nombre y sus descendentes, pero eso era suficiente como para acabar con Vermouth.

-“No sabes nada.”- El veneno salía de su voz.

-“Lo sé.”- La científica asintió brevemente.-“Pero se lo suficiente.”-Empezó a buscar alguna señal de vulnerabilidad hacia el tema en sus facciones, pero su rival era una gran actriz y esconder sus verdaderas emociones era su especialidad. –“¿Has vuelto a verle o te has limitado a buscarle una vida perfecta?”- Acabó diciendo secamente.

La rubia volvió a guardar su pistola rápidamente y agarró la cabeza de Shiho para empezar a golpearla contra la pared con pura rabia.

-“¡Cállate la puta boca!¡Tu no sabes nada!”- Shiho perdió el conocimiento mientras las manos de Vermouth se manchaban de su sangre.

<●>
La siguiente vez que abrió los ojos se encontraba en una habitación completamente diferente. La claridad predominaba la sala de tonos pálidos, anaranjados por la luz que emitía el fuego de la chimenea y su cuerpo estaba estirado cómodamente bajo unas sábanas.

Parpadeó y la cabeza empezó a zumbarle por la parte posterior. Emitió un gemido de dolor e intentó aclarar su vista para poder ubicarse.

-“Por fin te despiertas.”-

Su bello se erizó completamente a causa del pavor que le causó escuchar esa voz, era tan diferente a la vacilante voz de Vermouth que esperaba escuchar. Levantó la mirada con temor pero con fuerzas enfrentarle. Estaba sentado acomodado en el sillón que se encontrada delante del sofá en el que estaba estirada, acompañado de una copa de vino tinto y un cigarrillo al lado del fuego.

Ella intentó incorporarse con cuidado a la vez que se tocaba la venda que ahora ocupaba su cabeza. Volvió a gemir de dolor causando una risa en el ocupante del frente.

-“Debes haberla molestado mucho.”- Su fría sonrisa se ensanchó a la vez que saboreaba su pitillo.-“Llegué gusto antes de que te reventase el cráneo contra la pared.”-

-“¿Debería darte las gracias, Gin? No creo que lo hayas hecho con el mero hecho de salvarme o ayudarme. ¿Qué quieres?”-

-“Tienes razón.”-Balanceó su copa de vino antes de dar un sorbo sin dejar de mirarla.-“Quería ser yo el que tuviese el placer de matarte, tuve suerte de llegar a tiempo.”-

La pequeña ventana que se encontraba detrás del rubio le mostraba que durante todo ese periodo que llevaba inconsciente el día se había convertido en noche, no sabía que hora era ni cual era la situación fuera de esas cuatro paredes, pero tampoco podía esperarle nada bueno rodeada de ese par de criminales. Se acordó de Shinichi y del plan que tenían contra él y el pánico se apoderó de ella intensamente ante la preocupación por que pudiese haberle pasado algo
.
-“¿Qué hora es?”- Preguntó impaciente.

-“Las diez de la noche.”-Gin rio y se levantó para acercarse a la chimenea. La miró de reojo mientras se acababa la bebida, no le costaba leerle la cara y ver lo nerviosa que se veía ante los planes que conocía.-“¿Preocupada por tu chico?”-

Sherry se tensó y apretó sus dedos a la manta que cubría sus muslos. Gin le hacía sentir el miedo de todas las maneras imaginables, conocía demasiado bien sus debilidades y disfrutaba jugar con ella. Era desagradable.

-“Parece que has encontrado un chico inteligente.”-Dejó la copa encima de la pequeña mesa y se giró hacia su dirección.-“ No se como se lo hizo pero se percató de los explosivos y huyó antes de que pudiesen alcanzarle. Kazuo no tuvo tanta suerte.”-Saboreó el cigarro.-“Sin embargo estamos en paradero desconocido para él y para cuando se entere, tú estarás desangrada en el suelo y nosotros muy lejos de aquí.”-

Ella apretó los dientes con odio y repugnancia. Tenía que encontrar una manera de acabar con esto, llevaba toda una vida obedeciéndoles y no podía pretender huir. Debía acabar con Gin antes que lo hiciese él.

-“¿Qué pretendes hacer?”- Le dijo ella amenazante, de un tono que al pelo platino no le gustó nada.

Gin se acercó a ella sin vacilar y le envolvió el cuello con una mano, cortándole la casi por completo la respiración. Sus ojos se volvieron negros.

-“Aún estoy acabando de decidir como voy a acabar con tu vida.”- Se alegó de ella empujándola hacia abajo y ella empezó a toser.

Él estaba furioso, sus ojos estaban más hundidos de lo que recordaba, acostados bajo las ojeras lilosas que le decían lo poco que dormía. Su estilo de vida no le permitía vivir con mucha tranquilidad.

-“Lo has destruido todo.”- Sus ojos no dejaban de admirar las llamas anaranjadas y chisposas.

Shiho abrió bien los ojos ante sus palabras, presentía que había algo escondido detrás de su voz que no podía acabar de adivinar que era. Su cabeza encajó en que no se refería simplemente a lo ocurrido con la organización y suspiró antes de contestarle.

-“Las cosas nunca fueron como tu pensabas.”- Gin apartó la mirada del fuego para fijarla en ella mientras ponía ambas manos en sus bolsillos.-“Yo no te he querido nunca.”- Le acabó escupiendo Sherry con odio.

Gin sacó su beretta del bolsillo dee un parpadeo y no se lo pensó un segundo a la hora de dispararle a la pierna, mandándole una media sonrisa acercándose a ella paso a paso.

-“¿Crees que hablaba de amor?”- Le levantó la barbilla a la vez que con su mano izquierda apretaba su herida con la punta de su pistola, haciendo que se tuviese que morder el labio para no chillar de dolor.-“En mí nunca ha habido cavidad para algo tan miserable como el amor. Eres una traidora Sherry, la peor de todas ellas. Has estado toda la vida en nuestro nido, disfrutando de todos sus lujos y comodidades. ¿Y luego nos delatas de ese modo? ¿Destruyendo lo que ha sido tu hogar des de que eres consciente? Eres repulsiva. “-

-“Ese nunca ha sido mi hogar.”- Shiho no podía evitar contestarle, estaba cansada.

-“¡Cállate!”- Gin no soportaba escucharla menospreciar algo como eso.

Vermouth apareció por la puerta atraída por el ruido del disparo y se acercó a su compañero sin mirar a la científica.

-“Veo que estáis un poco exaltados.”- Se sentó en el sofá de enfrente, cómodamente cruzando las piernas, contemplando con gusto la escena.-“He venido a haceros un poco de compañía. No quería perderme la mejor parte.”- Escupió cómo veneno por su boca.

-“Nadie te ha pedido que vengas.”- Dijo Gin molesto por su repentina presencia.

-“No seas así, solo quiero divertirme un poco yo también, antes me has cortado la diversión.”- Dijo ella fingiendo un puchero.

Un golpe procedente de la planta inferior puso a los criminales alerta. Vermouth se levantó del sofá y se asomó por la ventana para intentar averiguar de que o quien se trataba.
-“Creo que tenemos visita.”- Dijo la rubia ensanchando su sonrisa, apartando la clara cortina para ver mejor.

-“¿Visita?”- Dijo Gin secamente, bastante molesto de ser interrumpido.

-“Un Chevrolet”-

Rye

Gin maldijo por lo bajo y levantó a Sherry de un tirón, haciendo que tropezase por la herida y le ató fuertemente las muñecas con una cuerda áspera. 

-‘Vermouth coge la mochila, subimos a la cubierta.”- Dijo Gin.

Arrastró a Sherry de la habitación para coger palos de las brasas y colocarlos en sitios inflamables. Tiró la botella de vino a la chimenea para provocar más fuego y salió dejando la puerta abierta para dejar expandir el fuego. Volvió a levantarla de una mano y la presionó a subir los peldaños de la escalera casi de dos en dos hasta arriba del todo.

El frío chocó con su cara antes de que lo hiciese seguidamente el suelo. Su cuerpo empezó a temblar del frío, amenas llevaba una camiseta fina y unos pantalones cortos de dormir. Levantó la cabeza del suelo y pudo ver como Gin se acercaba al límite pada preparar su pistola y mirar por la mirilla.

-“Parece que viene solo.”- Le escuchó decir mientras lo miraba a través, buscando un punto donde disparar
.
El primer disparo fue en nuestra dirección, Rye se acercó bastante a Gin con su bala pero por desgracia no había llegado a darle. Gin contratacó y disparó sin vacilar cuatro o cinco veces. Pero la noche era oscura, y un disparo letal en esas circunstancias era difícil de realizarse, debía dejarse ver par poder ser efectivo.

Vermouth apareció detrás de ella al poco rato, tosiendo a causa del humo que ya salía por casi todas las ventanas.

-“¿Qué pretendes Gin?¿Quemarnos vivos?”- La pelo platino seguía tosiendo apoyada en sus rodillas.
-“¿Has traído la mochila?”-Preguntó él ignorando sus preguntas.

-“Claro.”- Se la dejó caer con cuidado a sus pies.-“¿Puedes vigilar a Rye por mí?”- Preguntó él aparrándose de ahí con la mochila.

Vermouth ocupó su puesto sin decir nada  estirándose en el suelo al limite del muro, ya que era realmente muy bajo e incluso si solo se agachaba podía estar a punto de tiro.

Gin abrió apresuradamente la cremallera y empezó  a sacar cajas pequeñas que ella, desde la distancia dónde se encontraba, no podía apreciar de que se trataba.

No tenía ni remota idea de que pretendía hacer Gin, pero con cada movimiento que él hacia, a ella se le acababan las oportunidades de actuar. Piensa algo Shiho, piensa.
Derribar a los dos era algo prácticamente imposible si solo estaba ella contra ellos, pero si encontraba la manera o tenía la oportunidad de separarlos, a lo mejor podía tener una oportunidad.

Bib Bib Bib

El teléfono de Gin empezó a sonar y el rubio dejó los aparatos de sus manos para cogerlo, con una expresión muy extrañada. Contestó a la llamada escuchando al remitente primero, sin decir palabra.

-“Cuanto tiempo Gin. ¿Qué tal si nos vemos las caras después de todo este tiempo?”-

Gin apretó los dientes bien fuerte y se acercó a la pelirroja .

-“Parece que el príncipe azul ha decidido hacer su acto de presencia.”- Se palpó el bolsillo y sacó un pitillo.-“Me da la sensación de que tú ya sabes donde estoy.”-Gin apoyó el teléfono con la ayuda de su hombro y oreja para poder enganchar a la vez los paquetes a dos depósitos que habían.

-“Creo que tendrías que pensártelo antes de hacer nada, Gin.”- Gin escondió un pequeño mando en su bolsillo y acercó a Sherry a él mientras empezaba a buscar con la mirada cualquier señal de presencia del detective. –“Estás en desventaja, Gin. Estás tu solo contra nosotros. ¿Hace falta que te explique como va a acabar?”-

-“¿Desventaja dices?”- Gin rio a la vez que giraba la cabeza para buscar a Vermouth.

-“Vermouth está inconsciente, he entrado al edificio antes de que lo incendiaras y he puesto unas bombas con somníferos. Tenía intención de dormiros a todos para hacer un encuentro pacifico pero pare ser que siempre vamos pisándonos los pies mutuamente. La bomba de humo se ha iniciado cuando vosotros habéis salido, pero ella ha inalado un humo que le va a provocar un sueño de largas horas.”- Gin apretó los dientes, furioso al ver a la rubia completamente dormida.

Gin se acercó al muro que los separaba de la caída de siete pisos, cubriéndolos a los dos detrás de uno de los depósitos. Se acercó el teléfono más a su oreja y empezó a reír.

-“No necesito a Vermouth.”- Su risa se hizo más sonora.-“Tengo conmigo a Sherry y unos cuantos quilos de explosivos enganchados por el tejado. Así que…¿Subes a hacer una reunión con nosotros?¿O prefieres contemplar des de donde estés los fuegos artificiales que causarán el cuerpo de una traidora por los aires?”- Shiho se estremeció e intentó forcejear inútilmente para salir de su agarre.

-“¡Kudo no vengas!”- Chilló antes de que Gin le tapase la boca.

-“Sherry está un poco nerviosa pero estoy seguro de que tiene muchas ganas de verte.”-Siguió vacilándole Gin.
Pero esta vez no obtuvo respuesta en varios segundos.

-“¿Has decidido retirarte, detective?”- Preguntó Gin esperando que le respondiese.

-“Para nada. He venido a acabar con todo de una vez.”- Dijo Shinichi. Esta vez su voz no sonaba por el interfono, en cambio se encontraba a pocos metros de distancia de ellos. Con pistola en mano.

-“¿De verdad?”- Gin abrazó a Shiho más a él y sacó el pequeño mando que tenía en el bolsillo a la vez que el agente intentaba acercarse a ellos.-“Como des un paso más hago explotar los depósitos.”- Dijo amenazante, haciendo que su rival frenase el paso.

Gin se adelantó a él y empezó a correr por la terraza arrastrando a la científica a cada paso, mientras Akai disparaba desde abajo como podía y Shinichi les seguía a paso ligero.
Shiho corría sin ver con claridad donde pisaba. Los disparos de escuchaban por todos los sitios y Gin se giraba de vez en cuando para disparar a sus espaldas. Shiho frenó cuando una de las balas de la beretta impactó en el cuerpo de Shinichi, haciendo que emitiera un chillido de Kudo.

-“¡Kudo!”-Sherry clavó los pies al suelo pero Gin tenía mucha fuerza y podía arrastrarla sin problemas.

-“Camina o recibirás tu el siguiente.”-

Corrieron unos metros hasta que consiguió colocarse en un punto ciego a Rye. Ambos respiraban con fuerza y Shiho sentía el corazón en sus oídos, bombeando con fuerza y sus ojos empezaron a buscar desesperadamente la silueta del moreno. Gin dio un paso atrás y chocó con el pequeño muro, un puñado de piedrecillas desaparecieron mientras caían para abajo.

-“Estamos al límite.”-

Gin empezó a ponerse más nervioso a medida que los segundos pasaban. Ese estúpido detective siempre aparecía inoportunamente y conseguía joderlo todo por completo. Miró a Sherry con pura furia, esta vez no se saldría con la suya. Apretó sus grandes manos alrededor de su cuello y empezó a apretar con fuerza, poniendo su cara roja y labios morados.

-“G..Gin…”- Apenas susurraba.
Difícilmente podían salir sus palabras por su agarre  sus pies luchaban balanceándose por tocar un milímetro de suelo.

¡Bang!

Otro disparo rompió el silencio de repente y Gin contrajo su pierna, soltando repentinamente su cuello, devolviéndole la respiración acompañada de una intensa tos. El cuello le picaba y le era difícil coger grandes bocanadas de aire.

-“Estás acorralado, Gin. Y herido.”-Shinichi apareció delante de él, apoyando su mando izquierda en su hombro sangrante mientras que con la otra apuntaba firmemente al pelo platino.-“Suéltala. Se ha acabado.”-

Gin dejó de mirarle para mirar fijamente los ojos verdes de la pelirroja. Rio fuertemente y volvió a coger el cuello de la chica para apuntarla hacia el precipicio.

-“No. No se ha acabado.”- Su mirada brillaba, disfrutando de lo que hacía.
Los pies de Sherry estaban bajo lo que parecían unos cuarenta metros de altura, suficiente como para reventarte la cabeza. Sus manos atadas intentaban luchar contra él a medida que iba quedándose sin aire nuevamente, borrándosele la vista poco a poco. Iba a morir, lo estaba sintiendo. Si no acababa ahogándola moriría con el impacto del suelo.

No podía hacer nada.

Sus ojos empezaron a cerrarse, acomodándose a la oscuridad a medida que perdía de vista la espelúznate sonrisa de Gin.

-“¡Shiho!”-

Su voz le hizo abrir los ojos una vez más y pudo verlo detrás del rubio, con una mirada de pánico en la cara. Armado e impotente, si disparaba a Gin ella caía y si no lo hacía acabaría ahogándola. Como odiaba verlo de esa manera, sus ojos le decía  lo mucho que llevaba sufriendo con todo esto.
Tenía que acabar y de una vez por todas pudo verlo claro.

-“Lo siento.”- Le dio una última mirada, intentando mandarle todo el amor que sentía y luego cambió drásticamente su expresión para mirar con odio a Gin y le agarró fuertemente las manos que la ahogaban mientras le golpeó la pierna herida de una patada, haciendo que chillase de dolor y se desequilibrase, tropezando con el muro y cayendo con ella al vacío.

Ambos desaparecieron de la vista de Shinichi en un segundo, ocasionando un golpe seco contra el suelo.
Ella había desaparecido.

Los dedos que sostenían su pistola dejaron de tener fuerza y dejaron que cayese de entre sus dedos, revotando en el suelo.

Sus pies se acercaron con puro miedo para poder asomarse. Y ojalá no lo hubiese hecho nunca.

Su aliento se cortó y empezó a notar como la cabeza le daba vueltas y empezaba a marearse. Le entraron ganas de vomitar e intentó contenerse mientras respiraba lentamente.
Empezó a correr como podía escaleras abajo  esquivando las llamas y sacudiendo la cabeza para intentar deshacerse de las imágenes de lo que acababa de presenciar.
Ya no podría borrar de su mente la cantidad de sangre que bañaban los cuerpos destrozados del suelo.

Se había acabado.

Todo.













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