CAP XV

306 19 0
                                    


Los ligeros copos blancos caían lentamente cubriendo cada rincón de la ciudad. Llevaba días nevando y los meteorólogos ya habían previsto de que no frenaría lo que quedaba de semana, recomendando mucha prevención a los civiles.

Ella caminaba sin prisa por las calles mientras volvía de comprar.

Bip bip

Paró el paso justo en la entrada del parque en cuanto notó tu teléfono vibrar y lo sacó de si bolsillo para comprobar el mensaje.

Tengo ganas de verte. Esta noche saldré más pronto, te recogeré a las 6 p.m.

Te diría que te pusieses guapa, pero lo estás siempre.

Kudo.

Una sonrisa se esbozó en su cara al leerlo. No habían podido verse des de la última noche que pasaron juntos, Shinichi llevaba toda la semana prácticamente viviendo en la oficina y ese caso le estaba robando todo su tiempo, pero ya estaba realmente muy cerca de atrapar al narcotraficante y esperaba que con ello Kudo se calmara un poco en el trabajo.

Guardó el teléfono de nuevo al bolso y giró la mirada al parque al escuchar el escandalo que provocaban los niños al jugar.

Apenas había tráfico a causa de ello pero por otro lado los más pequeños habían aprovechado para salir de sus casas y jugar sin parar con toda esa blancura. Se veían las bolas de nieve volar, a los niños y no tan niños estirados en el suelo formando ángeles con su silueta y un par de entrañables parejas que paseaban refugiados bajo un paraguas abrazados y acaramelados.

Shiho caminaba tranquilamente por el parque contemplando todas esas escenas mientras cargaba con una bolsa de comestibles y un paraguas en la otra mano para protegerse de los copos.

Un grupo de tres universitarios que pasaba justo por su lado, la empujaron mientras bromeaban entre ellos tirándose bolas de nieve sin percatarse de su presencia.

-“¡Hey Takeshi, ten cuidado! Acabas de empujar a una señorita.”-

La pelirroja se incomodó al momento y se incorporó rápidamente ignorándolos. El chico que la había empujado estaba parado ahí delante al lado de su otro compañero con una sonrisa burlona en la cara mientras que el tercer amigo, un moreno de piel con el pelo castaño claro, se acercó a ella y la arrinconó en la pared.

-“Disculpa a mis amigos princesa, son idiotas a veces.”- Le cogió la mano para besársela pero ella se la apartó rápidamente.-“Vamos no seas así, solo intento ser agradable.”-

-“Aléjate de mí.”-

Aunque su voz había sonado gélida no parecía haberle echo efecto al joven, que se acercó más a ella para provocarla.

Ella sentía que cada vez estaban más cerca y el aire que respiraba ahora le era insuficiente. Tocó con la espalda la pared y empezó a buscar una salida con la mirada.

Estaba bloqueada, pero no era la peor situación en la que se había encontrado.

-“¿Sabes que? Ya conozco ya los chicos como tú”-

EL chico la miró con curiosidad por primera vez y siguió el juego de la chica.

-“¿Si?¿Cómo somos los chicos como yo?”-

-“Os hacéis los fuertes, superiores y propietarios de todo lo que os parece. Aparentáis una vida plena, satisfecha y feliz.”-El chico sonreía cada vez más con sus palabras y ella mantenía sus ojos entrecerrados y desafiantes.-“La realidad es que careces de todo lo que presumes.”-

Él se enfadó y la empujó contra la pared mientras ella se reía de él.

-“Tiene su gracia.”- El castaño río vulgarmente.-“Yo también conozco a las chicas como tú. ¿Sabes cual es vuestro problema?”- Ella curvó las cejas, llena de confusión y él miró a su alrededor y se acercó a sus oídos.-“ Os creéis que podéis tener cualquier situación bajo control, pero el miedo os paraliza.”-

Shiho, que había estado tan pendiente de los movimientos que hacían los chicos que no se había dado cuenta de que les estaba contestando más de la cuenta. La opresión que sentía por parte de ellos hacía que se sintiese cohibida pero el cuervo que llevaba dentro siempre estaba listo para defenderse.

El moreno hizo un gesto con la cabeza a sus amigos y volvió a entrentarse a ella, con una amplia sonrisa de satisfacción.

-“Y ahí, es donde yo entro preciosa.”-

El muchacho la cogió fuerte de la muñeca y después de comprobar que nadie les observaba se acercaron a un callejón cercano mientras sus amigos la rodeaban.

-“¡Suéltame!”-

Esos chicos le causaban arcadas, sentían una satisfacción por actuar de esa manera que le hacía sentirse preocupada. Se notaba por la seguridad de sus actos que no era la primera vez que acorralaban a una chica y no quería saber que intenciones tenían.

Los chicos empezaron a reírse de ella y el que parecía el líder del trio la cogió repentinamente de la nuca e intentó besarle el cuello. Ella se apartó como pudo y le atizó una bofetada sonora, el chico se acarició la mejilla mientras su mirada se volvía furiosa.

-“¡Serás zorra!¡Vosotros dos, cogerla!”-

Señaló a su par de amigos para que la cogieran uno por cada brazo y se encaró de nuevo a ella, a escasos centímetros de su cara.

-“Solo tienes que portarte bien.”-

Shiho sintió unos nervios muy fuertes invadir su cuerpo y por un momento se vio perdida ante la situación, no podía moverse a causa de la fuerza que tenían, pero creía que si pudiese tampoco podría hacerlo, sus rodillas le habían empezado a temblar y estaba segura que no podría dar paso firme en ese momento.

Respiró hondo e intentó clavar sus pies con firmeza en el duro suelo, desasiéndose de los nervios y sacando la valentía que sabía que llevaba dentro.

Había estado en situaciones peores. Se lo repetía constantemente.
El moreno se acercó y cuando estuvo a punto de besarle le dio un cabezazo con fuerza.

-“¡Te he dicho que me sueltes, capullo!”-

El moreno perdió su paciencia y cuando levantó la mano para pegarle alguien le frenó por la espalda.

-“Creo que la señorita quiere que la dejéis en paz.”-

La voz sonaba tranquila pero firme, aunque no era capaz de ver al procedente de la voz su tono grave imponía bastante. El chico castaño se giró y se soltó de un tirón del agarre del desconocido.

-“Vete.”-

Se intentó dar media vuelta para volver su atención a la pelirroja pero la misma mano volvió a frenarle.

-“¿Es que no me has escuchado?”-El chico se soltó de nuevo, palpó su bolsillo y sacó una pequeña navaja para luego apuntarle y amenazarle.-“Será mejor que te vayas antes de que acabes en el hospital. Da media vuelta y pírate por donde has venido.”-

El desconocido se hizo a un lado y por primera vez la científica pudo ver su rostro. Se trataba de un chico de unos treinta y pocos años, pelo castaño recogido en un moño, ojos grises y la barba de dos días arreglada. Alto y delgado.

Pese a que se le veía un hombre bastante atractivo había algo en su aura que a Shiho le incomodaba.

-“No voy a irme hasta que la sueltes.”-

El desconocido sonrió desafiándole y el moreno perdió los estivos levantando la mano para atacarle con la navaja. Su desafiante reaccionó sin problema y lo noqueó en un movimiento, dejándolo inconsciente en el suelo.

Sus amigos se tensaron al momento y soltaron a Shiho para alejarse rápidamente con miedo del callejón.

-“Eso, corred ahora cobardes.”-

El hombre se acercó a Shiho y le entregó la bolsa de comestibles que había perdido en la entrada del parque con la confrontación.

-“¿Esto es tuyo verdad?”-

Asintió y cogió la bolsa.

-“Gracias.”-

-“Los chicos de hoy en día no saben comportarse delante de una mujer.”-

Shiho se quedó mirándole sin saber que decirle, en ese momento lo único que quería era salir de ahí y volver a su casa. Agachó la mirada y se hizo a un lado.

-“Debería irme, gracias otra vez.”-

Ella reanudó su camino y el hombre caminó detrás suyo.

-“No necesito que me acompañes.”-

Su voz sonaba tajante, no le gustaba sentirse espiada y no necesitaba ni mucho menos que un desconocido la acompañase a casa. El hombre sonrió y puso ambas manos en sus bolsillos.

-“No te estoy siguiendo, simplemente coincidimos en la dirección.”-

Shiho se sonrojó, avergonzada ante su equivocación y siguió caminando en silencio, acompañados uno del paso del otro hasta que el chico rompió el silencio.

-“ Me llamo Katsuda Dimae.”-

-“Encantada.”-

Shiho no se veía cómoda en dar su nombre a cualquiera que conociese así que prefería evitarlo siempre que pudiese. Tampoco quería empezar ninguna conversación con él, sabía que debía sentirse agradecida hacia él, pero en ese momento no le apetecía.

-“¿Llevas mucho tiempo en Tokio?”-

-“Podría decirse.”-

-“Yo he llegado hace pocas semanas a la ciudad.”- Se paró al lado de un coche clásico y le dio un toquecito en el capó.-“Estoy buscando un garaje medio escondido para dejar esta preciosidad, pero la policía los está registrando todos y me está costando más que me dejen alquilar uno.”-

Shiho río para sí misma. Kudo y su departamento se estaban tomando lo del traficante muy enserio.

-“Podrías dejarlo en los garajes privados del Rainbow Bridge, he escuchado que los revisaron hace semanas así que dudo que vuelvan a pasar por ahí.”-

Katsuda río y le guiñó un ojo antes de subirse al coche.

-“Muchas gracias, no sabes cuanto me has ayudado.”-

-“Tu me has ayudado a mi con esos chicos, ¿no?”-

A la pelirroja no le gustaba deberle nada a nadie así que de cierta manera se lo tomaba como devolverle el favor que le había hecho a ella. Al fin y al cabo era una información irrelevante y él solo quería el garaje para guardar su inusual coche.

-“Nos vemos.”-

Shiho alzó la mano despidiéndose y el hombre arrancó el coche y desapareció rápidamente por las calles.

                                                                <●>

Las siguientes horas pasaron rápidamente y cuando menos se lo esperó tenía el coche de Kudo esperándola en la entrada de su portal.

Aún sentía su cuerpo intranquilo por el encuentro anterior con aquellos tipos. Se había duchado y limpiado ese mal recuerdo que ya se escurría por el desguace. No iba a darle más importancia al tema, después de todo, el moreno le debía estar esperando fuera impaciente por su salida.
Se asomó por la ventana tras comprobar la hora y pudo apreciar el lujoso coche de su acompañante ahí aparcado. Una sonrisa se escapó de sus labios, volvió a correr la cortina y se revisó antes de salir.

Kudo estaba apoyado en su coche con los brazos cruzados, la cabeza alta y los ojos cerrados mientras su piel absorbía la calma que habían dejado los últimos rayos de sol antes de desaparecer. Se veía más delgado y cansado de lo normal, su mente prodigiosa y su devoción por los misterios le hacían que le costase mucho separar su trabajo de su vida.
Pero él era así.

Sus labios se curvaron, creando una sonrisa al escuchar el ruido de sus tacones y las farolas de la calle se encendieron repentinamente.

-“Al final te has dignado a presentarte después de una semana.”-

Shiho apoyó una mano en su cadera mientras se paraba delante de él, mientras sus ojos se abrían para contemplarla y ampliar su sonrisa. Se acercó más a ella y cogió su mano libre para besársela sin dejar de mirarle a los ojos.

-“Siempre vuelvo a ti, no importa si pasan días o semanas.”-

Empezó a notar el calor salir de sus mejillas, su cuerpo estaba inmóvil y el aire se le había quedado en algún punto de sus pulmones. Él tenía la mirada clavada en su iris y detrás de todo ese agotamiento podía ver el cariño con el que le miraba.

Se inclinó hacía su cara y le dijo en voz baja.

-“Cómo el asesino siempre vuelve a la escena del crimen.”-

Se acercó poco a poco a sus labios y cuando estaba a punto de besarle paró y le miró fijamente, sin moverse ni un centímetro mientras compartían el aire de su alrededor. Antes de separarse le besó la comisura entre sus labios y su mejilla y se dirigió al coche dejando al chico en ascuas.

Cenaron tranquilamente en un restaurante tradicional que se encontraba en las afueras de la ciudad, entre palabras, silencios agradables y alguna que otra risa melódica que se escurría de los labios de la pelirroja, pero ambos cómodos con la compañía del otro.

El chico había estado más pacífico y menos hablador de lo habitual. Las manchas oscuras de debajo de sus ojos le decían que llevaba tiempo sin descansar como debería pero sus gestos y manera de actuar le mostraban las fuertes ganas que tenía de compartir su poco tiempo libre con ella.

Realmente necesitaba descansar del trabajo unas semanas.

Ella, en cambio, había estado más nerviosa y movida de lo normal. No sabía si era por el día tan revuelto que había tenido o por estar cerca de él después de esos días anelhadole.

De camino a casa ninguno dijo palabra hasta parar en su puerta. Él bostezó por cuarta vez y ella abrió la puerta para salir, volteándose antes de hacerlo para despedirse. 
    
-“Muchas gracias por la cena, espero que la próxima vez que te vea no estés tan liado con el trabajo, necesitas frenar un poco.”- 
    
Shinichi sonrió y se inclinó cogiéndola suavemente por la nuca para acercarla él y besarla.

-“El próxima vez que tendremos todo el día para ir donde quieras.”- Se acercó a darle un corto beso.-“Sin preocupaciones, te lo prometo.”-

Ella río ligeramente.

-“Prometes demasiado.”-

Ella se quedó mirando a través de la ventana, pensativa. Tendía a prometer demasiadas cosas y eso no le gustaba nada, no era que no le creyese, si no que conos años y la experiencia que había conseguido le hacían querer actos y no palabras.

-“¿Todo bien? Te he notado nerviosa y distraída esta noche.”-

Shiho se sobresaltó al notar el tacto de Shinichi y se apartó inconscientemente, dejando a Kudo perplejo y confuso.

-“Estoy bien, solo necesito descansar un poco.”-

Salió cerrando la puerta detrás suyo, cruzó el portal y sacó las llaves.

-“Buenas noches.”-

                                              <●>

Tokio se despertó bañado de blanco y brillando con todo su resplandor ese día tan especial. El frío había drenado y el sol deslumbraba a todos los que decidían salir al exterior. Era el día antes de navidad y la gente se veía ilusionada mientras paseaba. 

Era fin de semana y Shiho no tenía que pasar por el laboratorio así que esa mañana había optado por salir y dar una vuelta en vez de quedarse encerrada en casa. Se había despertado muy pronto a causa de las pesadillas y no había podido ni sido capaz a volver a cerrar ojo. Las pesadillas habían vuelto con más intensidad esa semana, dejándola casi es desvelo todas las noches.

Paró a comprar un café caliente y siguió su camino sin salir del centro de la ciudad. Sopló la bebida para no quemarse antes de probarla y se tapó el bostezo que no pudo evitar.

Sus pies se pararon en la entrada del jardín nacional de Shinjuku, dudó antes de entrar pero lo hizo de todas maneras, llevaba bastante rato caminando y le parecía un buen punto donde parar y leer un poco.
Se resguardó bajo un pequeño techo y sacó el libro que traía de su bolso. Su nariz estaba roja y sus dedos se sentían medio dormidos por el frío pero era muy reconfortante poder leer en un sitio así.

Pasó página tras página, devorando el libro hasta que su vaso de café se quedo vacío y una silueta se le acercase sigilosamente por detrás e interrumpiese su momento.

-“Parece ser que nos volvemos a encontrar.”-

Shiho puso su marca libro y lo cerró antes de comprobar quien era.

-“ Sr. Dimae.”-

-“Llámame Katsuda por favor, el Sr. Dimae por el momento es mi padre”- Se sentó al lado de la científica y se encendió un cigarro.-“Gracias por lo del otro día, me fue de gran ayuda al final.”-

-“No hay de que.”-

-“¿Puedo invitarte a un café?”-

-“No gracias.”- Esa tensión que sentía se había echo más fuerte con la presencia de ese hombre y por experiencia propia prefería evitarlo. Guardó el libro dentro de su bolso y se levantó.-“Debería irme, llevo bastante rato aquí.”-

Empezó a caminar hacía la salida del jardín y él volvió a frenarle.

-“Vamos, será un momento.”-

A ella no le gustó nada eso y se apartó de él desafiándole con la mirada.

-“He dicho que no.”-

Volvió a girarse pero el agarre del hombre se volvió más fuerte y la empujó hacia él amenazándole con una pistola por debajo de su abrigo, haciendo que las pocas personas que cruzaban si alrededor ni se percatasen.

-“He intentado ser agradable Shiho, pero si sigues así no voy a tener tiempo a conseguir lo que quiero y no tengo ni un segundo que malgastar.”-

Ella estaba atónita, mirándole con pura rabia mientras notaba la presión de la pistola en su abdomen. Su instinto no se había equivocado con él.

-“No conseguirás nada de mí.”-

-“Cállate y dirígete lentamente a la furgoneta negra que esta aparcada al salir.”-

Le presionó con el arma para que caminase y la llevó hasta la furgoneta, haciendo que se colocara en la parte trasera, para luego atarla y amordazarla.

-“Vamos a dar un paseo.”-

Cerró la puerta dejándola a oscuras y empezó a conducir.

La pelirroja estaba realmente confundida con ese hombre, no lo conocía de nada, ni encontraba por más que pensase una relación con ella como para poder intuir que demonios necesitaba de ella.

Tal y cómo se encontraba no podía ni moverse ni hacer ningún movimiento y encima le había robado el teléfono para evitarse riesgos.

No podía hacer absolutamente nada, estaba incomunicada.

La furgoneta paró al rato y escuchó la persiana de un garaje abrirse y al vehículo entrar lentamente. El hombre golpeó la puerta del maletero antes de abrirla y la miró con una sonrisa genuina mientras entraba para arrastrarla hacia afuera.

Lo primero que notó fue el fuerte olor a humedad que impregnaba el lugar acompañado del frío que hacía erizarse el bello.

Tropezó de la furgoneta al salir al perder el equilibrio cegada por la fuerte luz artificial de los focos que la apuntaban. Katsuda la agarró para que no cayese y la obligó a sentarse a una silla.

Shiho parpadeó continuamente para acostumbrarse a la luz e intentó analizar el garaje para encontrar alguna pista para saber donde se encontraba, sus ojos se pararon en una pequeña placa encima de la puerta con lo que parecía el nombre del recinto.

-“¿Así que para esto querías sonsacarme un garaje que ya hubiese revisado la policía, no?”- Ella río, había sido muy ingenua con él dándole ese tipo de información.-“¿Cuánto tiempo crees que podrás retenerme aquí sin que empiecen a buscarme?”-

-“Eres una chica lista.”- Se puso un pitillo entre la sonrisa que se había formado en sus labios .-“No me esperaba nada menos de la pareja de Kudo.”- Encendió en cigarro muy despreocupado y se puso delante de ella.-“Estoy impaciente por ponerlo a prueba.”-

-“Eres patético.”-

Katsuda la agarró por la barbilla.

-“Eres una chica muy guapa pero tu novio ha estado interfiriéndose en mis asuntos más de lo que me gustaría y bueno, yo no quería llegar a este punto, pero después de todo tengo a un gran socio en la cárcel y ya va siendo hora de devolverle su libertad.”- Le soltó la barbilla y sacó su teléfono del bolsillo.-“Va a ser sencillo cariño, esto va a ser como un intercambio, sólo debes obedecer. “-

-“No vas a salirte con la tuya, no van a sacar a nadie de la cárcel.”-

Él desbloqueó el teléfono y empezó a hacer una llamada, ignorando cualquier comentario que soltaba la joven.

-"Yo creo que si lo harán."-

Cuando el remitente cogió la llamada él hizo un gesto para que escuchase y río burlonamente.

-“Buenos días agente Kudo, creo que tengo una propuesta que debería escuchar.”-

Él sacó un arma y la puso en la frente de la científica y ella palideció.

FicciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora