Hada Madrina

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—¡No se que ponerme! ¡¿Cómo debería arreglarme?! ¿¡Que debo decir!?

La castaña daba vueltas por toda la habitación mientras murmuraba diversas oraciones sin ningún sentido y que solo reflejaban el sentido de nerviosismo que la embargaba en ese momento.

—Solo debes calmarte. —Le habló con la voz más suave que podía usar en esos momentos. Después de todo, quizá estaba igual de emocionada que su amiga— Todo ira tan bien como pueda ir si tenemos en cuenta quien es la persona con la que estas a punto de tener tu primera cita en UA...

—¡Todo debe salir bien, Mina! —Se acercó corriendo al armario que abrió con fuerza— ¡Debo vestirme bien! ¡Tengo que verme bonita! ¡Mas que bonita, pero no tengo nada que ponerme! —Volteo a ver a su amiga, con los ojos llorosos— ¡Mina, ayúdame!

La de tez rosa observó con una sonrisa a quien consideraba su mejor amiga.

Ochako era como un niña, una hermanita pequeña a la que siempre protegería y ayudaría sin importar nada. Simplemente, Uraraka era adorable...

Lastima que el malhablado y gruñón de Katsuki estaba por robarse parte de su linda hermanita Ochako.

—Muy bien, muy bien. Primero tienes que calmarte. —Con la voz risueña de siempre, Mina se levanto de la cama, donde llevaba sentada desde que Ochako la llamó desesperada por su ayuda, y se acercó a su amiga— Y ahora, deja todo en mis manos. —Colocó ambas manos sobre los hombros de la castaña, tratando de calmarla e infundirle un poco de valor— Te prometo que haré que te veas tan linda, que ese tonto de Bakugou tendrá que admitir que eres la mujer más hermosa en todo este planeta.

—¿Lo prometes Mina? —Los castaños ojos de Ochako miraban con esperanza a la ajena— ¿Puedo verme tan linda que puedo llegar a gustarle a Katsuki?

—¿Que estas diciendo? —Ashido comenzó a reír suavemente— ¡Ya le gustas a ese perro rabioso! —Soltó los hombros de la chica y sumergió su cabeza en el armario para comenzar a revisar la ropa de su amiga, sin dejar de hablar con ella— Solo basta ver como te trata y como te mira cuando estamos en los entrenamientos. Casi explota a Mineta cuando se acerco demasiado a ti en la prueba de rescate.

—Creí que se había caído, o eso me dijo Kirishima. —Murmuró lo último al recordar como su compañero se notaba algo nervioso al hablar con ella.

—Bakugou esta total y completamente loquito por ti, eso es seguro... —Mina saco un vestido rosa y un par de zapatos de tacón bajo color rojo— Y esta noche, haremos que caiga rendido a tus pies. 

Ochako se dejo en las expertas manos de Ashido, confiaba en ella ciegamente. Obedeció las indicaciones que la ajena le daba sintiendo el nerviosismo calmarse al ritmo de las manecillas del reloj. Sabía que Mina haría todo lo que pudiera para hacerla parecer una princesa y asi era como se sentía.

Ella era una cenicienta y Mina su hada madrina preparándola para el baile donde la esperaba... bueno, Bakugou no era un príncipe, mucho menos un caballero, el era algo así como un dragón listo para defender su tesoro.

Luego de algunos minutos, Ochako estaba vestida, ligeramente maquillada y muy nerviosa. 

—Estas divina, querida. —Con una sonrisa, abrazo a la castaña— Todo saldrá bien. Solo diviértete y disfruta de esta noche.

—Muchas gracias Mina —Ochako imito la sonrisa de su amiga— Gracias por tu ayuda, eres como mi hada madrina.

—¿Tu crees? —Se burlo alegre— Si es así, mas te vale hacerme tu madrina el día de su boda.


10 años después, la misma escena se repite entre ambas amigas, en una habitación en la iglesia mas grande de la ciudad, en la boda de Katsuki y Ochako.



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