Parte 3 - Silencio

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La luz de la pantalla comenzaba a lastimarle la vista, ¿Cuántas veces le había escrito ya? No tenía la costumbre de volver a llamar tras ser ignorado, pero era el colmo que pasadas ya varias horas el chico siguiera sin dar señales de existencia.

¿Qué se supone que estás haciendo?

Mordió su labio y siguió escribiendo, los mensajes se amontonaban y su receptor seguía fuera de línea.

Se negaba a soltar el teléfono hasta obtener una respuesta, cerró los ojos y los apretó, no quería pensar en lo peor. No podía estar ocurriendo, de esta manera tan ridícula, solo no podía ser así.

Esa mañana había presenciado con horror cómo su chiquillo había dicho que dejaría de ser el único. Sabía que hablaba de eso. Tae odiaba ser el último aún "puro" entre sus amigos, siempre hablaba de cómo no podía integrarse a esas conversaciones, y lo avergonzado que estaba de su falta de experiencia.

Pero para él, era ese atributo especial lo que le hacía adorarle aún más.

Le había repetido que no debía intentar satisfacer a nadie al momento de tomar esa decisión, que era importante hacerlo con mente clara, con plena conciencia y con alguien a quien amara. Pero las palabras nunca parecían convencer al menor. Y ahora, podría estar en una posición que ni siquiera se atrevía a imaginar.

-No hagas esto Tae...

Esa noche le pareció durar el equivalente a tres vidas, y en ninguna pudo aceptar la idea.

✦✦✦

Cuando llegada la mañana recibió un mensaje en el que se excusaba por no responder antes y por no poder asistir a la cita sintió un balde de agua fría que le recorrió el cuerpo.

Había inventado cientos de situaciones imaginarias que intentaban darle sentido a lo que estaba ocurriendo, ni siquiera se sorprendió de creer en todas ellas, excepto en esa. Su cerebro maquinó otro montón de excusas, se tragó el dolor de solo haber recibido un mensaje, tras toda la preocupación que había sentido por él. Su único alivio sería verle, verle y sentir en su abrazo y en su esencia que nada había cambiado, no había cometido ninguna estupidez y su sonrisa seguiría tan inocente como siempre.

Pero ahora solo sentía una fea ansiedad y un nudo en el estómago. Tenía que verlo. Sin importar qué, iría.

Pasando por varias calles, y caminando en un corto zig zag desde ese lugar había un edificio de apartamentos, no era muy lujoso, habían más que todo estudiantes y solo unas cuantas familias de mediana clase viviendo ahí, subiendo gradas hasta el tercer nivel (porque el ascensor no era de fiar), pasando un par de puertas cerradas con números metálicos, del otro lado de una habitación, un joven de 25 años caminaba apoyándose en la pared.

-Esto es ridículo- Había despedido al causante de su penosa situación la noche anterior. No le importó lo molesto que el otro pareciera, tampoco pasar la noche solo, aunque el lugar se sintiera más frío de lo normal, no podía callar las voces de su debate interno y necesitaba espacio.

La había pasado bien, sí, pero el recuerdo era borroso, le parecía ver las imágenes como a través de una capa de vapor, el cuerpo ajeno colisionando en el suyo, los jadeos, el movimiento ondulante del cabello de Jungkook, el firme agarre en sus piernas, mientras lo recordaba le parecía sentir a Jungkook besándole con dulzura y también con deseo.

Apoyó su cabeza en la pared. - Y justo por eso he acabado así- A Tae le molestaba en extremo sentirse incapaz de moverse con naturalidad, igual que siempre. Sus piernas le temblaban, al menos el intenso dolor se había reducido a una molestia soportable, como si solo hubiera abusado de algún ejercicio.

Cherry «KookTae»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora