[Extra] Flores de boda

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La brisa de esa tarde olía diferente a cualquier otro día nostálgico en que saliera a caminar. El paisaje era agradable, tal vez más de lo usual, lo reconfortaba, lo abrazaba, le decía que había hecho todo bien.

El hombre respiró profundamente mientras se acercaba sin aparente intención a un grupo de personas, tres mujeres arreglaban sus vestidos que la brisa ocasional hacía bailar, dos mujeres mayores, con su experiencia se acercaban para arreglar sus cabellos y ayudar con un último retoque de maquillaje.

Un caballero limpió gotas de rocío que un árbol dejó caer cuando lo vio pasar, seguramente sorprendido ante su belleza, portando un traje blanco, ceñido a su cuerpo, con patrones naturales en sus puños y en las solapas de sus bolsillos, las mujeres en el exterior se apresuraron a rodearlo, pero su rostro se dejó apreciar por un instante, en el que pareció reconocer al visitante, sus ojos color almendra lo vieron con dulzura, como si se tratara de un amigo.

Al poco tiempo un piano se unió al regocijo de las aves que atendieron la ceremonia al interior de una construcción en madera, la catedral de San Pablo nunca le pareció tan majestuosa.

Al interior, el hombre en el altar perdió de vista a los asistentes, juró que pudo escuchar cada sonido, desde el primer paso que el caballero de blanco dio en el lugar, una lágrima bajó por su mejilla, incapaz de sostenerle la mirada, corría hacía su barbilla buscando a sus hermanas. El hombre dio otro paso y memorias llenaron su cabeza, su presencia era firme, la de alguien que ha atravesado el fuego que quema los huesos, y el hielo que congela el corazón.

Al tercer paso el padrino de bodas casi decide sostenerlo, temiendo que la emoción fuera demasiada, tocó su hombro para recordarle que podía compartir un poco de ese amor que lo colmaba con los demás.

El cuarto paso pidió que apretara los labios, no podía interrumpir la melodía que su amigo tocaba, ni el sonido del hombre que se acercaba.

El invitado extra, como una mota en el aire, tomó asiento sin que nadie lo notara y sacó un pañuelo, no era el único llorando, desde el hombre al frente, hasta el último del fondo, todos parecían entender lo singular del momento que presenciaban, uno que no vuelve a pasar.

—Reunidos en la casa de nuestro padre del cielo...

La señora Jung recibió un abrazo de la señora Kim, temblaba experimentando una felicidad que no conocía, el compromiso de su hijo menor a dedicar su vida al joven que ahora sería también su familia.

—¿Sois plenamente libres para contraer matrimonio?

Ambos no pudieron evitar sonreír, no podían contraer matrimonio en su tierra natal, aunque allá lo encontraron y allá mismo lo juraron.

—¿Somos libres, mi amor?—Preguntó el caballero de blanco sin mover los labios.

—Sí, lo somos.

—¿Os comprometéis a amaros y respetaros durante toda vuestra vida?

—Sí, nos comprometemos.

Un hombre de larga túnica los invitó a extender sus manos derechas y entrelazarlas.

Jeon Jungkook ¿Aceptas por esposo a Kim Taehyung, prometes serle fiel, tanto en la prosperidad como la adversidad, en la salud como en la enfermedad, amándolo y respetándolo durante toda su vida?

Taehyung limpió las incontables gotas en el rostro de quien se convertía en su esposo, su voz apenas salía, bloqueada por el inmenso amor que no podía expresar.

—Acepto.

Kim Taehyung ¿Aceptas por esposo a Jeon Jungkook, prometes serle fiel, tanto en la prosperidad como la adversidad, en la salud como en la enfermedad, amándolo y respetándolo durante toda su vida?

Cherry «KookTae»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora