El lunes cuando amaneció desperte feliz enredada entre mis sabanas.
Me levante de la cama estirando mis músculos y me acerque a la ventana.
Era algo que adoraba, el sol de la mañana acariciando mi piel siempre era lo mejor para empezar el día.
Luego me di un baño y me coloque un pantalon de mezclilla con cortes en diferentes partes, una blusa de encaje negra con unos dibujos preciosos que ayudaban a ocultar mi piel y encima un sobretodo beige con aberturas en los brazos.
Me coloque mis preciosos zapatos negros de aguja y tome mi bolso.
El día prometía ser cansado así que lo mejor era empezar lo antes posible.
-Rob dime que llegará pronto.
Comente cerrando una carpeta que había dejado a media el día anterior. Era un informe de ventas importante que debía enviar cuanto antes.
-En cuatro días estará aquí.
Dijo sin apartar la mirada de la carretera.
Su sonrisa, aunque intentó disimularla, era notoria.
-¿También la extrañas verdad?
Interrogue elevando una comisura.
-Ya sabes que si.
Respondio él, solo ese hombre frente al volante era capaz de tratarme como una niñata sin importancia. Solo él podía desobedecer mis ordenes e incluso regañarme, él era el único hombre al que respetaba aun más que a mi propio padre o quizás Rob siempre había sido lo más cercano a un padre para mí.
-Tú sonrisa también dice algo agradable—Agregó mirándome ahora si a través del espejo—¿Lo verás hoy?
No era necesario decir nombres, ni ser especifica. Sabía de quien me hablaba.
-Creo que si. No soportaría un día más.
Con Rob yo era simplemente Aranza, sin necesidad de mentir o fingir. Era maravilloso tener con quien quitarme la máscara de mujer fría.
-Recuerda comportarte.
Me ordenó mirándome amenazante por el espejo retrovisor.
-Si señor.
Simule el saludo militar y justo en ese momento llegamos a las puertas de la ChocoEs, donde me esperaban Antonella y Coralain.
-Nos vemos al rato Rob.
-Que tengas un buen día.
Me baje del auto y me acerque a mis dos secretarias sin perder la sonrisa del rostro.
-Buenos día señorita.
Saludó Antonella que no llevaba nada en sus manos y no me sorprendio cuando fue Coralain la que recito mi agenda todo el camino hasta el ascensor.
-Y a las dos de la tarde tiene una cita con el señor Hobson.
-Coralain déjame libre desde las doce hasta las tres. No pienso volver hasta esa hora.... ¿puedes arreglarlo?
Le dedique una mirada y la encontré revisando su agenda y la tablet.
Ella hizo algunos apuntes y luego levantó la mirada sonriente. En ese instante llegamos al piso en el que estaba mi oficina.
-Listo señorita. La cita la pase para las cuatro y media. Entonces yo revisare el contrato de la nueva tienda y se lo enviare esta noche, para que solo tenga que leer el resumen.
La chica era al menos responsable y eficiente. Sin dudas una buena contratación.
-Gracias Coralain. Sabía que lo podías hacer. No me traigas el café, Antonella te quiero en mi oficina en diez minutos.
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Una Nueva Oportunidad
DiversosAranza Gilerr sufrió una enorme pérdida para la que ninguna mujer está preparada. Eso la convirtió en una mujer fria, su sonrisa se borro de su rostro y la amargura lleno todos los rincones de su corazón. Aun así tiene mucho éxito profesionalmente...