6''Su casa''

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Pov Erlin
  Desde afuera la casa se veía acogedora, con un jardín delantero y una fachada pintada de azul cielo. Una contracción de dos pisos moderna, desde afuera, parecía el tipo de casa que Aranza escogeria.
Toque el timbre de la puerta sin soltar las manos de mis dos hijas, que estaban sumamente nerviosas.
Esperamos por algunos minutos, hasta que mi peliroja abrió la puerta y me dejo choqueado. Estaba hermosa vestida de blanco, con el pelo totalmente suelto pero lacio, se veía magnífico. Por un segundo creí que había dejado de respirar, el corazón me latía frenético e intentaba salir de mi pecho para correr hacia ella.
Cuando, la que supuse era su nana, finalmente nos dejó entrar a la casa pude observar cada detalle.
-Erlin ella es Carmen, mi nana y prácticamente mi madre.
Canturreo orgullosa después de darnos la bienvenida.
Yo le extendí la mano y ella la agarro para luego abrazarme. Era una señora regordeta con los cabellos blancos.
-¡Bienvenido muchacho! Espero que vengas más seguido.
-¡Ya déjalo nana! Ven...conoce a las gemelas Smith. Niñas...ella es mi nana Carmen.
Carmen tenía los ojos lagrimosos y mis hijas no tardaron en abrazarla.
-¡Hola Carmen!
Exclamaron a la vez.
-Son hermosas ustedes dos. Me recuerdan a mi niña cuando era pequeña.
-Aranza ¿podemos ver la casa?
-Yo iré a terminar la cena.
La peliroja les sonrio dándoles las manos. Mientras la señora desaparecía por una puerta junto a la escalera.
-¿Por donde comenzamos?
-¡Por arriba!
Exclamó Alicia, ella moría por ver la habiatacion de Aranza.
-¿Vienes con nosotras?
Me pregunto sonriendo. Se veía tan sexi...no me creí capaz de ver su habitacion sin querer arrancarle esa falda que le apretaba el trasero haciéndolo ver más grande y redondo.
-Mejor exploró aquí abajo.
-Vale, volveremos pronto.
Ellas subieron la escalera y yo observe a ambos lados. Estaba, en el que suponía, era el salón principal. El piso era de mármol y las paredes estaban decoradas con cuadros muy hermosos. A un lado de la puerta había un pequeño sofa y del otro lado una mesa pequeña.
La decoración era parecida a la del departamento.
A un lado había una sala con una televisor gigante en la pared, el piso adornado con una moqueta rojisa y encima muebles blancos rodeado una pequeña mesa de cristal. Del otro lado había una sala, que debía ser preciosa con la luz del dia, tenía dos paredes enteras de cristal y solo estaban cubiertas por unas finas cortinas transparentes. En esa sala, había un chimenea y varios sofás pequeños de color blanco. Sin contar el piano de cola que decoraba el final de la habitación y junto a este uno mas pequeño con detalles de madera. En esa misma sala había una puerta que llevaba a la biblioteca, un lugar bastante femenino con una mesa de cristal en medio bastante recogida, ocupada solo por una computadora de cuarenta generación. Volvi sobre mis pasos y en la sala del televisor también había una puerta que llevaba a otra sala más pequeña, con un minibar, un billar, un par de sofas, varios altavoces, una pantalla gigante conectada a varios jegos y la pared de enfrente era una enorme puerta de cristal corrediza con las cortinas azules. Abrí la puerta encontrando un precioso y enorme jardín trasero con piscina. Varias tumbonas, una ducha exterior, un sofa-columpio. Una mesa de madera con varias sillas a un costado y del otro estaba el final del garaje. Al fondo, una construcción grande con las luces encendidas, imagine que se trataba de la casa de los empleados. Mire a mi espalda encontrando tres balcones y por uno de ellos salía una luz clara, la puerta a ese balcon era de cristal y estaba solo cubierta por una cortina blanca. Mire a un lado observando que había otra entrada a este jardín. Así que regrese por ahí.
Era un lindo comedor con una gran mesa para doce personas. Ya estaba preparada y habían varios platos que se veían deliciosos encima de la mesa.
-¡Oh! Esas aquí. ¿Ya viste toda la casa?
Carmen entro a la cocina con una fuente llena de arroz y la coloco sobre la mesa. La señora era muy amable y tenía un rostro reconfortante.
-Es una casa preciosa.
-Aranza la mando a hacer cuando llegamos a aquí. Nunca le gusto tener espacios de más, pero creció en una casa muy grande, así que el apartamento ya le quedaba pequeño.
-Me imagino que debió ser difícil llegar a un país extraño.
-Aranza siempre fue una chica fuerte y no le costó mucho adaptarse a sus nuevas circunstancias de vida. Ella no se sienta a llorar penurias, ella se levanta y sale a resolverlas. Cuando era pequeña si se caía y se hacía una herida, corría al botiquín, se la desinfectaba y después de ponerse la curita salía a buscarme llorando.
Carmen hablaba sobre ella con mucho amor...cosa que me hizo preguntarme por su madre. ¿Dónde estaría la persona que trajo al mundo a tan hermosa criatura?
-Aranza es muy especial.
-Sí....yo la adoro. Iré a la cocina a sacar la carne del horno. Ven conmigo si quieres.
La señora salio por la puerta que llevaba a un pasillo y yo la seguí. Justo la puerta continúa daba paso a una cocina estilo americana, muy hermosa de hecho, con una pequeña isla para desayunar. Carmen se movia en esa cocina como una paloma, ligera y desinhibida. Sacó del horno una bandeja con pollo a las finas hiervas, con un olor que le podía abrir el apetito a cualquiera.
-Listo, llevare esto a la mesa y luego iré a buscar a las chicas...o puedes ir tú.
-Si me indicas como llegar.
-Subes las escaleras y es la primera puerta a tu derecha.
La planta de abajo era muy bonita y ya la había visto completa, solo me falto ver algo que dudaba no hubiera.
-¿En esta planta no hay baño?
Carmen sonrio ampliamente y asintio.
-Es una puerta que esta aqui, al fondo del pasillo.
Me respondio caminando hacia el comedor y yo me fije que efectivamente había una puerta al final del pasillo.
Finalmente me desidi a subir las escaleras que me llevarían a su habitación, pero no fue necesario, ellas ya venían bajando.
-¡Papá! Debiste ver que linda es la habitación de Aranza, tiene muchos vestidos y su vestidor es gigantezco.
-Y el baño es precioso, todo de blanco y...
-Y...quiero imprecionarme cuando lo vea, dejen de contarmelo todo.
Las niñas estaban emocionadas y eso me daba mucha alegría, por mucho tiempo busque a la mujer correcta, a la mujer perfecta. Pero encontré a la mujer mas hermosa sobre la tierra y ella no sólo era perfecta, era la mujer de mis sueños.
Se veía comoda, aunque nerviosa y eso me hizo reir.
-Ya esta lista la cena.
Llamo la señora Carmen desde el comedor.
-¿Te gusto?
Pregunto Aranza tomando mi mano para ir juntos al comedor. Las niñas ya había salido corriendo por delante.
-Es preciosa, sobre todo esa sala.
Señale con la cabeza la sala que debía ser iluminada por luz natural durante el día.
-Esa sala es también mi favorita.
Aseguro ella dándome un casto beso justo antes de entrar al comedor.
Esa noche disfrutamos de una cena maravillosa juntos, en esa casa tan acogedora, rodeados de un ambiente familiar envidiable. La comida tenía un sabor delicioso y me encantó contar con la presencia de la señora Carmen.
-Bueno, si quieres, ahora les puedo mostrar toda esta planta. Estoy segura de que les encantara. Tengo una sala de juegos fascinante.
-¿Y podemos jugar?
Pregunto Leticia sin ningún tipo de verguenza, ella no solia podir nada a nadie, pero con Aranza todo era diferente, incluso eso. Aún me costaba entender como habían creado un vínculo tan grande en tan poco tiempo.
-¡Claro que si! Pero no hoy.
Las tres siguieron hablando mientras la peliroja las guapa por el pasillo.
Aranza se dedicó a mostrarle a las niñas toda la planta baja y sospecho que dejó la sala del piano para el final a proposito.
Cuando las niñas entraron a esa sala los ojos de Leticia se iluminaron.
-¡Oh dios mio! Es...
-Aranza es precioso.
Argumento Alicia, llenando el repentino silencio, ella sabia que su hermana estaba emocionada.
-Me dijiste que sabias tocar y quiero que me lo demuestres.
Leticia sonrio contenta acercándose al piano más pequeño, parecía hecho para ella. La vi acariciar la madera, la silla. Estaba tan contenta como nunca antes la había visto. Paso la mano por la superficie y miro a Aranza sin derramar las lágrimas contenidas por la emoción.
-¿Quieres que toque?
Le pregunto Leticia esperando una respuesta afirmativa.   Aranza me dedico una mirada acompañada por una sonrisa y entendí que pedía mi autorización. Yo asenti con la cabeza y ella miro a mi hija.
-Me gustaría que tocaras la canción que más te guste.
-Papá...
-Puedes.
Le consedi sonriendo. Yo sabía que Leticia tenia un cariño especial por la música. Y al parecer Aranza sabia todo sobre mis hijas, incluso un poquito más que yo.
Nos setamos en uno de los sofás y mi hija se seno en el piano, lista para comenzar a tocar.
Aranza se acomodo en mi pecho para disfrutar de la canción y Alicia se sentó junto a su hermana. Ella no sabia tocar, pero adoraba ver como su hermana lo hacia, eso me había dicho cuando intento regañarme por no comprar un piano más pequeño.
La música comenzó a sonar llenando la sala, nunca había tenido el placer de escuchar a mi hija tocar el piano y sinceramente la melodía era delicada, suave y muy relajante.
Fue avanzando con la canción dándonos una grandiosa prueba de que era buena en lo que hacía. Aranza acariciaba mi pecho por sobre la camisa y yo baje la mirada para mirarala. Estaba tan hermosa bajo las tenues luces de la sala.
-Gracias por venir.
Me susurro sonriendo. Tuve que hacer uso de todo mi autocontrol para no atacar sus carnosos labios.
-Gracias a ti, por invitarnos a tú casa.
Ella sonrio sin dejar de mirarame. Se inclino un poco para depositar un pequeño beso en mis labios y luego susurro....
-Si algún día quieres, puede ser...nuestra casa.
Jamás creí que la escucharía diciendo esas palabras tan bonitas que significaban tanto. ¡Claro que queria!, yo quería todo con esa peliroja escocesa que me había hecho conocer el amor.

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