༄ 𝐅𝐞𝐦𝐭𝐞 𝐊𝐚𝐩𝐢𝐭𝐭𝐞𝐥

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Con el pasar de los días, las cosas entre aquella pirata y aquella sirena comenzaban a dar frutos. Días y noches hablando sobre diferentes temas, Elsa contando sus maravillosas aventuras bajo el agua, sus diferentes conocimientos sobre la superficie y su vida bajo el agua; mientras Anna relataba viejas historias que había escuchado, anécdotas propias junto a Kristoff y dando a conocer nuevas cosas respecto a su mundo. Podía ver el brillo en la mirada azul de Elsa, tan emocionada ante sus palabras que acababa perdiéndose en ellos. La sirena siempre sonreía cuando se imaginaba aquellas aventuras, imaginando a una Anna mucho más joven llevándolas a cabo. No lograba imaginar a Kristoff tal cual era, a veces lo imaginaba como un hombrecillo rubio y gordinflón que la seguía a todas partes, otras veces lo imaginaba como un hombre alto y delgado que la regañaba cada vez que se metía en problemas.

Todas las mañanas, Anna la esperaba en aquella orilla, sin sus botas y enterrando sus pies en la blanca arena de aquella isla. Elsa siempre llegaba con su bolso para enseñarle todos sus tesoros, parecía una niña cuando comenzaba a contar como había logrado conseguirlo, como había tenido que correr por su vida cuando un tiburón o pulpo la veía. Hablo sobre su hermana menor, tan dulce y temerosa, como era su confidente en todas sus aventuras, aunque se negaba a seguirla al principio. Como en el caso de Elsa, Anna no lograba imaginar exactamente a Rapunzel: una sirena igual a Elsa, pero más joven. Era la única imagen que cruzaba por su cabeza, nunca cambiaba.

En las tardes, Elsa la esperaba, admirando el atardecer que poco a poco iba desapareciendo con el pasar del tiempo. Veía el sol ocultarse, como si se hundiera bajo el agua y eso solo causaba miles de ideas en la joven sirena. La suave brisa golpeaba sus mejillas y la hacía saborear aquel dulce aroma a agua que tanto le encantaba. Cerró sus ojos, disfrutando aquella agradable sensación de estar, una vez más, fuera del agua. Era algo nuevo, increíble, extraño y diferente. Miles de sentimientos que había reprimido años y años, pero ahora estaba allí, en la superficie, admirando un atardecer más y esperando a una persona que, en el poco tiempo de conocerse, se volvió alguien importante.

– ¿Llego tarde?

La voz suave de Anna la hizo volver a la normalidad, sonriendo con los ojos cerrados. Le estaba dando la espalda, pero no parecía importarle del todo, sabía que Anna podría esperarla... O eso creía. Se giro con calma, observando como seguía vistiendo aquel estilo tan desarreglado, la camisa, botas, chaleco y pantalón. Aquel pañuelo que siempre se encontraba sobre su cabeza y ese gorro negro que cargaba consigo. Se mordió el labio, intentando imaginarse como se vería sin nada, desnuda... O con ropa interior, su mente no era tan perversa, no todavía. Quería imaginarse el cómo sería su piel, ¿Será tersa? ¿Cómo se sentiría tocarla? Entre cerro sus ojos, dejando que Anna divagara en su mente, mientras ella simplemente se imaginaba el cuerpo de la pelirroja tan descaradamente que gimió de solo imaginarla de aquella manera. Expuesta a sus ojos hambrientos, sintiéndose extraña de solo pensarlo, como si algo extraño se alojara en su interior, como si su padre hubiera creado una fuerte tormenta dentro de ella.

– No sabes lo que paso hoy con Kristoff. – Comenzó Anna. – Estábamos en la taberna cuando unos idiotas quisieron robarnos... ¡Robarnos! ¿Puedes creerlo? El mundo gira en torno al oro, lo sé, pero no veo porque es necesario... La isla nos da comida y agua... Y... – Alzó la vista para ver a la sirena perdida. – ... y no me estas escuchando Elsa.

La nombrada parpadeó un poco, sintiendo un ardor en sus mejillas coloradas. El calor la había golpeado fuertemente, así como la vergüenza de no haber escuchado a Anna y ver el ceño fruncido en ella. Se veía... ¿Dolida? Su mirada turquesa no mostraba aquel brillo que tanto le gustaba ver, era diferente. Como si estuviera triste o decepcionada, pero... ¿Era de ella? Se sintió culpable al pensar que había dañado los sentimientos de la joven humana y eso la llevó a pensar en cómo pedir disculpas.

Hᴀᴠғʀᴜᴇ | ElsannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora