༄ 𝐒𝐣𝐞𝐭𝐭𝐞 𝐊𝐚𝐩𝐢𝐭𝐭𝐞𝐥

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Desde que Elsa regresaba con una sonrisa cada noche, Rapunzel supo que algo estaba ocurriendo con su hermana mayor. Debía de descubrirlo tan pronto tuviera la oportunidad, sabiendo que Elsa era alguien difícil cuando se trataba de sacarle información. Pensó, en un inicio, de que aquella sonrisa podía ser obra de Ryder, asumiendo que el chico logró revelar su secreto y que su hermana correspondía a ese amor...Por eso Elsa regresaba en la noche tan sonriente, debía de verse con él.

Lastimosamente no había sucedido eso, fue el mismo Ryder que reveló seguir intentando conseguir un momento a solas con Elsa, pero esta parecía esfumarse en la mañana y tarde, nadie sabía a donde iba la primogénita del rey, pero Rapunzel pensaba averiguarlo. Lo que menos quería es que su hermana sufriera o acabara metida en problemas... Aunque Elsa lograba salirse con la suya cada vez que podía y, claro, ella lo sabía mejor que nadie.

Cuando cruzó su camino, intento sacarle una pequeña charla, aunque no logró su cometido, Elsa simplemente la saludo y salió nadando de allí tan rápido como su aleta le permitía. ¿Qué o quién podría poner tan feliz a su hermana mayor? No lo sabía y eso la consumía poco a poco, pensar en las millones de posibilidades que habría la sacaba de quicio.

Decidió, luego de mucho, esperarla en su habitación. Observaba cada parte de esta, no era tan diferente a la suya, quizás la de Elsa era más ordenada a comparación de la suya. Era claro que su hermana siempre fue más organizada que ella, era la mayor diferencia entre ambas hermanas. Cuando Elsa ingresó, Rapunzel sonrió.

– ¿Qué haces aquí? ¿Estoy en problemas? Es eso, ¿Verdad? Me metí en problemas y vienes a decírmelo...

Rapunzel dio una corta risa, acercándose hasta su hermana para tomarla de los brazos y guiarla hasta su "cama", donde ambas se sentaron. Pudo notar el bolso vacío de su hermana mayor y supo que había ido a dejar sus tesoros en aquella guarida suya, misma que Rapunzel no conocía y no deseaba conocer... Era malo tener que seguir a Elsa hacia barcos hundidos y llevarse tesoros, era malo haber ido a la superficie, pero sería terrible si su padre se enterara de lo que su hija mayor ocultaba.

– No es nada de eso, Elsa. – Aclaró. – Solo quería saber cómo estabas, hace días que tanto papá como yo te vemos más feliz que antes y, además, siempre te estas escabullendo a quien sabe dónde... ¿Sigues buscando tesoros?

– En realidad...

Su labio inferior se vio atrapado entre sus labios, Elsa observó unos momentos a su hermana antes de desviar sus ojos hacia otro lado. Estaba replanteándose el decirle a su hermana sobre Anna, explicarle que los humanos no eran como las historias decían, que eran diferentes, que Anna era diferente.

– ¿En realidad qué? Elsa sabes que puedes confiar en mí, sólo dime y dejaré de preguntarte.

– Es difícil, Zel. – Confesó la sirena colocando un mechón detrás de su oreja. – Quiero decírtelo, en serio quiero... Pero no lo entenderías.

– ¡No lo entendería si tú no me explicas, Elsa! – Exclamó la menor exasperada. – ¿Acaso no confías en mí?

– Lo hago, pero tú tienes que confiar en mí. – Aclaró tomando sus manos. – Te lo diré pronto.

Elsa no había dejado de buscar e investigar con respecto a cómo podría volverse humana por poco tiempo, un día como máximo. No deseaba tener piernas por siempre, solo saber lo que se sentía, como sería pisar la arena y las rocas de la orilla. ¿Qué se sentiría saltar? ¿Y correr? ¿Qué tantas cosas podría hacer una sirena? Elsa comenzó a pensarlo mientras nadaba.

Había oído, tal vez sin querer o tal vez no, de una bruja que podría ayudarla a conseguir aquel que más deseaba, llevaba consigo su bolso en caso de que debiera hacer un intercambio. Escuchó del trato que la última hija de Tritón había hecho con una bruja del mar, la cual ya no existía y Elsa lo agradecía tanto. Nadaba con tranquilidad, saludando a toda criatura que cruzara su camino, más de una vez, se había detenido para entablar una corta y agradable charla.

Hᴀᴠғʀᴜᴇ | ElsannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora