༄ 𝐓𝐫𝐞𝐝𝐣𝐞 𝐊𝐚𝐩𝐢𝐭𝐭𝐞𝐥

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El viento salado golpeaba contra su pecoso rostro mientras aspiraba aquel aroma tan peculiar que invadía toda la isla de Arendelle. Anna repasó su plan, solo debía entrar a la taberna, beber unos cuantos vasos con algún sujeto y, cuando este no estuviera en sus cinco sentidos, le quitaría todo objeto de valor que cargara. Sencillo para alguien tan astuta como ella, desde los diez años que residía en aquella isla, durmiendo donde fuera, más Oaken siempre estaba detrás de ella para llevarla a su hogar y permitirle el calor y comodidad de una cama. No podía quejarse, vivía un poco mejor que el resto de las personas que tenían su edad.

Ajusto el cinturón en su cintura y se colocó el sombrero con cuidado, pasando sus dedos por el borde para sonreír. Era hora del show, como a ella le gustaba decir.

Empujó ambas puertas, recibiendo la mirada de varios hombres y mujeres que allí se encontraban, bajó las dos escaleras para avanzar entre las personas, recibiendo empujones y demás que no dudó en responder. Logro llegar hasta la barra, dando un suave golpe sobre la misma y regalándole una socarrona sonrisa al hombre de allí. Por más que la decepción la invadiera al no ver a Oaken, Anna supo manejarlo y seguir con su juego. Le fue entregado un tarro de licor que logro pasar por su garganta a pesar de no estar acostumbrada a su sabor. Con una mueca de disgusto, logró escuchar la risa de una mujer a su lado. Giró un poco para encontrarse con una chica de más o menos su misma edad, piel oscura al igual que su cabello que poseía ondas, parecía un mar de cabello azabache, sus ojos eran de un color chocolate, pero fue su sonrisa lo que más logró llamar la atención de la joven y torpe pirata.

– ¿Qué es tan divertido? – Preguntó con notable molestia.

La extraña negó mientras ahogaba sus risas con aquel liquido agrio y caliente, que quemaba la garganta de quien no estuviera acostumbrado. Pero, Anna vio la sencillez y normalidad con la que se acaba, de un solo trago, todo el contenido y limpiaba sus labios con su pulgar. Decidió ver más allá de su rostro, bajando su mirada por el torso cubierto de una camisa blanca que dejaba al descubierto sus hombros, llevaba un corsé marrón, una falda blanca que dejaba al descubierto unos pantalones negros y unas botas tan sucias como las propias. Llevaba un cinturón y una espada como también unas muñequeras de cuero. No lo negaba, le llamó la atención desde el inicio.

– ¿Qué es lo interesante? ¿Tengo algo acaso?

Su voz la despertó de su ensueño, Anna sacudió la cabeza y quitó el sombrero mientras lo sacudía levemente. Se aclaró la voz para poder verla a los ojos y no balbucear.

– No, solo que... – Se aclaro la voz para calmarse. – ... No eres de aquí, ¿Verdad? Vengo siempre y jamás te he visto aquí.

– Niña, no todos vienen siempre. Apuesto que no conoces a la mayoría porque son piratas que vienen a descansar este día y luego marcharse al amanecer. – Aclaró jugando con el vaso vacío.

Anna frunció el ceño al oírla, ¿Quién se creía? ¡Conocía a varios de allí! Joan, Miguel, Jack, Will... Joan... Ese ya lo había dicho. Debió tomar aire para sonreír de forma fingida y arrebatarle el vaso de las manos para darlo vuelta y pedir dos más.

– Vaya, vaya... – La morena chasqueo la lengua. – Eres difícil, me gusta. El segundo corre por mi cuenta... Llámame Moana.

– El primero corre por la mía. – Anna le guiño el ojo. – Soy Anna.

Moana sonrió antes de recibir el vaso y acabárselo de un solo trago, dejando a la joven pirata examinando el suyo. Anna era inexperta en beber hasta no poder más, no le gustaba ni disfrutaba aquello, pero las tabernas de Arendelle no eran lugar para niñatos que solo querían agua. No, ella debía tragarse todo lo que le ofrecieran: whisky, ron, vino y otras bebidas extrañas con las que acababa saliendo de allí para vomitar todo. Pero eso Moana no lo sabía y no quería que lo supiera.

Hᴀᴠғʀᴜᴇ | ElsannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora