༄ 𝐒𝐲𝐭𝐭𝐞𝐧𝐝𝐞 𝐊𝐚𝐩𝐢𝐭𝐭𝐞𝐥

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Viajar a un lugar que nadie conocía solo traería problemas y retrasos. Anna miraba por el catalejo todo el lugar, tratando de encontrar, con ayuda de Jim, la cueva que mostraba aquel mapa. Elsa seguía perturbada, al igual que Rapunzel y Ryder. Los tres estaban decaídos y nadie sabía cómo subirles el ánimo. Kristoff lo intento haciendo pequeñas bromas o contando anécdotas con Anna. Moana también lo intentaba, con sus historias de viejas aventuras. Pero nada. Ninguno podía sacarle una pequeña sonrisa a uno de ellos, o eso pensaron. Basto que Anna se atreviera a susurrar algo en el oído de Elsa para hacerla suspirar con una sonrisa.

– ¡Cueva a la vista! – grito Jim.

Frente a ellos, se alzaban enormes piedras. Anna se quitó el sombrero, colocándolo sobre la cabeza de Elsa y acercando el catalejo hasta su ojo derecho. Ahí estaba, revisó el mapa y pudo sonreír. Habían llegado y aún tenían la luz del sol a su favor. Volteó para llamar a Flynn y Aladdín, pidiéndoles que bajaran el ancla mientras ella iba junto a Elsa hasta la cueva. Ayudó a la sirena a bajar al pequeño bote que sería bajado apenas la cobriza diera la orden. Asegurándose de tener lo necesario para negociar con aquella mujer, Anna alzó el pulgar y el pequeño bote de madera tocó el océano.

Anna remaba, poniendo la mayor fuerza posible para llegar rápido. Elsa le advertiría cuando chocaran con la cueva, tratando de mantener la calma ante todo. Respiro profundo, frotando y juntando sus manos en lo que veía a la cobriza remar sin problemas. Veía a su alrededor, deseando que aquello fuera un simple sueño y que su hogar siguiera en pie, que su padre estuviera feliz de ella y que Anna no le hubiera mentido. Aunque, si se lo ponía a pensar, todo lo que estaba pasando era lo más arriesgado que ella estuviera haciendo. Porque su vida bajo el agua no era muy interesante, a excepción de las veces que se metía en problemas con su hermana por estar buscando tesoros en los barcos hundidos.

– Aquí es.– hablo Elsa, inclinándose para ver por dentro.

Anna dejó los remos dentro, bajando donde el agua llegaba hasta su cintura. Con Elsa a su lado, empujo el bote hasta encastrarlo en la arena. La luz del sol ingresaba hasta cierto punto, luego llegaban a ver una pequeña luz. Anna hizo un gesto para avanzar, sujetando la mano de Elsa mientras se adentraban en aquella cueva. Asumieron que era el mismo camino que Hans había utilizado, era el único camino por superficie. Avanzaban con cautela, la cobriza miraba a todos los lados, sintiendo lo tensa que estaba la sirena ante cada paso que daban dentro de aquella cueva. Cuando dejaron de ver la luz del sol y vieron la iluminación por antorchas, supieron que estaban cada vez más cerca.

Se detuvieron al verla, dándole la espalda y revolviendo algo dentro de aquel caldero que se encontraba sobre una pequeña fogata. Sansha detuvo lo que hacía, alzando la cabeza y mirando sobre su hombro. Sonrío cuando notó la presencia de ambas chicas en su lugar. Acercándose con cuidado hasta quedar frente a Elsa y Anna. La bruja levantó su mano, arrastrando sus uñas por la tersa piel de la pirata, deteniéndose en su mentón.

– No pensé que volverías... o que decidieras el mundo humano.– se burló la bruja, siendo suavemente empujada por la sirena.

– Necesitamos información.– aclaró Elsa.– ¿Un hombre de cabello rojo vino aquí a pedirte la misma poción?

Sansha se rio, rodeando a la descendiente de Ragnar. Pasando su mano por su cabello, deleitándose con aquel aroma que Anna siempre cargaba. Y Elsa debía morderse la lengua al verla tan pegada a la pirata. La bruja volvió a colocarse frente a la cobriza, inclinándose y observando como Anna se alejaba. Sansha sonrió, acariciando el mentón de Anna antes de voltear a ver a la sirena, la cual se notaba a kilómetros los celos que estaba sintiendo. Elsa relamió sus labios al ver a la bruja alzar sus hombros y volver a prestarle atención al caldero.

Hᴀᴠғʀᴜᴇ | ElsannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora