༄ 𝐓𝐣𝐮𝐞𝐧𝐝𝐞 𝐊𝐚𝐩𝐢𝐭𝐭𝐞𝐥

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Su respiración era pesada, su cuerpo dolía demasiado y su vista se encontraba algo borrosa por todos los golpes que había recibido. Kristoff sacudió un poco la cabeza, tratando de descifrar el lugar en donde estaba y ver si alguien más estaba con él. Veía a su alrededor, parte de la tripulación estaba allí, unos más golpeados que otros. Espadas en el suelo, sangre manchando la cubierta y un sombrero sin dueño. Se arrastró al ver el cabello castaño de Ryder cerca de él, se quejaba con cada movimiento que hacía hasta alcanzar al tritón. Bjorgman se logró sentar, llevando su mano derecha a su costado con un gruñido entre medio.

– Ryder... – llamó el rubio, su otra mano sujetó el hombro del tritón y lo sacudió ligeramente, rogando que reaccionará en algún momento.– Por favor, despierta.

Fueron segundos de presión para Kristoff, con miedo a que todos estuvieran sin vida a excepción de él. Pasó saliva, mirando a los demás tendidos en el suelo. No encontró a Elsa ni Anna, pero debían estar en alguna parte del barco. Notó a Aladdín levantarse y, al igual que él, se veía confundido por todo. Cuando sus miradas se encontraron, el azabache se apresuró a acercarse a él para preguntar qué había sucedido.

Todo había pasado tan rápido y ninguno de ellos parecía recordar con exactitud las cosas. Habían sido emboscados por piratas que pertenecían a la tripulación de Hans, los atacaron hasta dejarlos inconscientes. Kristoff dio orden de que revisara si los demás seguían con vida mientras él trataba de levantar a Ryder. Sin más tardar, Aladdín se fue hacia donde Flynn estaba, tocando su cuello y encontrándose con su pulso. Misma acción que hizo con cada uno de ellos. Todos respiraban, todos estaban vivos. La pregunta ahora era dónde estaba su capitana. Ryder despertó luego de que el pirata rubio lo moviera de una forma más brusca.

– ¿Qu-qué sucedió? – preguntó sentándose con la ayuda de Kristoff. Su mano fue a su cabeza, sintiendo la sangre seca que tenía a un costado.– ¿Están todos bien? – preguntó volteando a ver al rubio, como este asentía con la cabeza lo dejó más tranquilo.– Bien, ayúdame a levantarme.

– ¿Estás seguro? – Kristoff titubeo un poco, sin tener la intención de forzar al tritón a realizar algo que pudiese lastimarlo. Pero Ryder asintió y él no tuvo más opción que levantarse primero, entre suaves quejas y extenderle las manos para que el otro chico se levantará por completo.– ¡Aladdín! Intenta despertar al resto, iré a buscar a Anna y Elsa.

– ¿Elsa no está? – Ryder abrió los ojos, sintiendo su corazón detenerse por completo al escuchar eso. La sola idea de perder a la albina era dolorosa, no podía permitir que algo malo le sucediera, aunque Anna estuviera con ella, era su deber protegerla.– Kristoff, debemos buscarlas.

– ¿Debemos? – una tosca risa escapó de los labios del pirata de rubios cabellos, provocando que el tritón frunciera el ceño al escucharlo.– Iré yo, tú quédate con Aladdín y ayúdalo.

Sin dar tiempo de una respuesta por parte del castaño, Kristoff corrió en busca de las otras dos chicas que aun faltaban. El primer lugar que revisó fue el camarote de la pelirroja, sin encontrarlas allí. Algunas cosas estaban en el suelo: mapas, objetos del anterior dueño y la silla. Pero ninguna señal de que Elsa y Anna estuvieran allí. Revisó cada centímetro del lugar, solo para verificar que no estuvieran detrás o debajo de algo. Nada, el lugar estaba limpio.

Salió de allí, encontrándose al resto de la tripulación despierta y curiosa por lo que estaba pasando. Jim se acercó, sujetando el sombrero que pertenece a Anna y se lo entrega al rubio. De algo estaba seguro y era que tanto Elsa como Anna debían estar en peligro.

Mientras la tripulación trataba de averiguar cómo salvar a las dos chicas y planear algo que también liberara a los habitantes de Freylea, Elsa y Anna estaban acorraladas por dos piratas. Sus espadas a centímetros de sus cuellos, sus manos atadas y telas en sus bocas que les impedían hablar. La sirena tratando de liberar sus manos, pero solo conseguía que sus muñecas ardieran más con cada roce que tenía su piel con la soga. Anna se mantenía quieta, sin demostrar miedo alguno y mordiendo la tela para descargar la tensión, sabía que cualquier paso en falso las llevaría a la muerte. Miró por el rabillo del ojo a la albina, que estaba mirando a todos los lados en busca de alguna ayuda, cualquier cosa, objeto o persona, solo quería liberarse.

Hᴀᴠғʀᴜᴇ | ElsannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora