༄ 𝐅𝐣𝐨𝐫𝐭𝐞𝐧𝐝𝐞 𝐊𝐚𝐩𝐢𝐭𝐭𝐞𝐥

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Si de algo estaba segura, era que Ryder tenía toda la razón. No podía arrojar todo lo que había conseguido con Anna por la borda a causa de una marca. Elsa sabía que Anna no era como el resto, no era el estereotipo del pirata que asechaba para tener todo a su favor, conseguir riquezas y ser famoso. No, Anna Ragnarsson era diferente. De haber conocido a otra persona, un verdadero pirata, aquel la hubiera asesinado sin piedad o, peor, secuestrado para poder conseguir oro a manos de ella y su aleta. Pero Anna no. Al contrario, la pelirroja parecía igual de asustada que ella, tropezando consigo misma y tratando de mantener la calma.

Anna no era como el resto de los piratas y ella no era como las demás sirenas. Ryder había ido a buscar a Rapunzel, mientras que Elsa guardaba lo necesario en su bolso. El tritón la hizo entrar en razón, debía hablar con Anna sobre todo lo que había sucedido y, además, tratar de hacer entrar en razón a su padre. Aún escuchaba sus gritos, viendo como los guardias iban y venían, en busca de Anna y eso la hizo pensar. Temía que la pelirroja no llegara a la superficie o, peor, a la costa y estuviera en medio del océano. Debía buscarla.

Apenas colgó el bolso sobre su hombro, cruzándole el pecho, su padre se apareció frente a ella. Daven tenía el ceño frunció, su expresión era dura y Elsa trago pesado de solo verlo. Detrás de él, Rapunzel y Ryder se encontraban ocultos, con miedo en sus rostros. De algo estaba segura: su padre debió saber su plan de buscar a Anna. Sus manos se aferraron a la correa de su bolso, intentando pensar una buena excusa que la sacaría de allí.

– A dónde crees que vas? – preguntó el rey, observando a su hija mayor encogerse de hombros.– Elsa, respóndeme cuando hablo. ¿A dónde vas?

– Iré a...

– ¿Buscar a esa mentirosa? – adivinó su padre, generando que Elsa tragara pesado. Daven podía ver como su hija trataba de formular alguna buena excusa.

– Padre, sólo déjame buscarla. Debe estar perdida y no tiene ni idea de a donde ir, ¿Puedes dejarme?

– Elsa por una vez escucha, ¿Quieres? ¡Nos mintió! Esa pirata podría matarte o ¡Peor! Llevarte con ella a su mundo para tenerte en cautiverio. ¡¿Eso quieres?

– ¡Ella no hará eso! ¡No es como el resto de los piratas! – habló Elsa, dejando su bolso segundos antes de que su padre la sujetará del brazo.

– ¿No? ¿Acaso perdiste la razón, Elsa? Ella es una humana, ¡Una pirata! Y tú eres una sirena. No me desobedezcas ni trates de escaparte.– gruñó.

Elsa logró hacer que su padre la soltará, alejándose de él.

– ¡Tú no entiendes y no lo estás intentando entender! Iré por ella, aunque tu no quieras porque lo decidí y porque la amor.

Intentó tomar su bolso, pero el rey se lo impidió. Colocándose delante de ella, sujetándola de ambos brazos y obligándola a verlo a los ojos. Ojos repletos de furia, miedo y decepción. Elsa se removió, queriendo salir de aquello, pero la fuerza era demasiada para la platinada sirena.

– Haré que me obedezcas porque eres mi hija y yo soy el rey, lo que digo se hace. ¿Queda claro? Estas castigada, Elsa, hasta que tengas la mayoría de edad y comprendas que ese mundo y esa humana son muy peligrosos para ti.– concluyó Daven, soltando a su hija para salir de su habitación, hecho una completa furia.– Lo mismo va para ti Rapunzel. Que no se te ocurra ir.

El silencio reinaba entre los tres: Elsa, Ryder y Rapunzel no sabían que hacer ahora. Luego de lo sucedido con el rey, ninguna de las sirenas se atrevía a desobedecer a su padre, menos Ryder que era su mano derecha. Estaban angustiados, Elsa estaba llena de coraje por la discusión con su padre, por haberle prohibido aquello. Estaba decidida a ir por Anna, a pesar de todo. Debía pensar como salir de allí sin llamar la atención de nadie. Se relamió los labios, revisando dentro de su bolso algo que podría ayudarlo.

Hᴀᴠғʀᴜᴇ | ElsannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora