6

302 48 18
                                    

Después de aquel alocado primer día, el siguiente par de semanas pasó volando

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Después de aquel alocado primer día, el siguiente par de semanas pasó volando. Inadvertidamente, y muy a pesar de su actuación, el nombre de Gabriel no resonó demasiado.

Simplemente se mantuvo al margen, a corta distancia de lo único que le interesaba de aquellos parajes: el príncipe.

Gabriel era muy receptivo, amable y servicial. En otras palabras: era un buen muchacho. Pero todo "buen muchacho" tiene, siempre, un trajecito rojo muy bien oculto debajo de la ropa junto a un par de cuernitos que le hacen juego.

Y cada trajecito rojo trae consigo una cajita de intenciones, sean sumamente egoístas o terriblemente odiosas, pero están ahí, siempre a la expectativa, siempre a la espera de ser nombradas por descuido. Y Caleb no dejaba de nombrar, una y otra vez, aquello que le afilaba los cuernos a Gabriel: CELOS.

En las recientes dos semanas, Gabriel habría intentado, en vano, aproximarse a Jeremy con la simple intención de charlar.

Para Samuel y los demás, "simple", "charlar" y "Gabriel" no cabían en la misma oración. Era un uso indebido, inadecuado e ilegal de esas tres palabras, definitivamente, no mezclables (palabras de Tamara).

Entre uno y otro intento, su mirada terminaba topándose, a la distancia, con la de un chico de cabellos oscuros, muy oscuros.

En él pudo notar lo que, al parecer, nadie ha notado, muy a pesar de lo evidente. "A este le gusta mi girasol" se dijo en el pensamiento al tercer tropiezo con aquella aguerrida mirada.

Su ego, su malicia, su tan desenfrenado interés por Jeremy, empezaban a ponerse de acuerdo para, tal vez, confrontar al de oscura cabellera, hacerle entender que no había espacio para un tercer interesado, que ya era suficiente con el irremediable estorbo que era Diana como para, también, tener que lidiar con un míster popularidad que aguarda, todavía, en el clóset.

Entre esas y otras elucubraciones se estructuraron sus pensamientos, sus palabras y sus intenciones de dejarlo fuera de juego lo antes posible.

Y todo resultó complicado al final porque, entre lo que veía y lo que experimentó, no supo aclararse una verdad razonable.

–¿Que en el clóset qué cosa? –preguntó Caleb con una mueca de estreñimiento.

–No te hagas el tarado, aunque quizá lo seas –dijo Gabriel mirándolo con altanera decisión; –Aparta tus ojos de él y no habrá problema.

–¿De qué carajo hablas? Tú, seas quien seas.

–De Jeremy, cretino idiota –contrapunteó Gabriel casi de inmediato.

Caleb permanecía como enajenado del asunto, como si no tuviese sentido alguno para él. Todo era, obviamente, actuación. Y Nathaniel le seguía el juego mientras veía cómo el nuevo, tan sereno de apariencia, empezaba a perder la calma.

Sensible e insensato -Privilegio- ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora