̶ Tercer intento ̶

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«Y los ciegos miran las estrellas mientras los pendejos

insisten en tomarse un tiempo sin necesidad»

Nathaniel.

Los resultados fueron, en cuestión, caóticos

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Los resultados fueron, en cuestión, caóticos. Caleb, a tres días del incidente, todavía intentaba aproximarse al príncipe, aunque fuese solo para hablar, pero éste se rehusaba a ello.

Samuel, una vez más, se convertiría en una pared sólida, sería un guardia que vigila las puertas del reino con órdenes estrictas de mantenerlo fuera, de mantenerlo ajeno.

Caleb entendía a la perfección cuanta resolución el príncipe dictase con tal de mantenerse distanciado de él, y todo porque le dolía aquella ruptura.

Lo entendió perfectamente precisamente porque así es como se había imaginado a sí mismo cuando Camille lo abandonó, pero no fue así como reaccionó por el simple hecho de que Jeremy había sacado demasiadas ventajas en su corazón y él no le había hecho caso a esa verdad.

Ahora podía verlo todo como si se tratase de un espejo que revela cuanta verdad había permanecido oculta, y le dolía porque el que sufría era aquel que, en su interior, representaba todo su mundo.

–Sé honesto conmigo –le preguntó a Samuel tras apartarlo del grupo; –¿Cómo está él?

–Es difícil decirlo –respondió haciendo una mueca de desconcierto; –A veces ni siquiera es él, sino el emperador. Asusta.

Gabriel había cesado actividades. Mantenía los ojos lejos de Jeremy lo más posible intentando, todavía, zafarse de aquella imagen, de aquel lento rozar de labios entre Caleb y él mientras se sumía en una rabia desesperada.

Lucien se lo había dejado en claro en aquel momento:

–Jeremy está luchando contra su propia identidad a la vez que intenta ignorar lo que siente por Caleb. Tú no tienes cabida ahí, solo le harás más daño.

Pero aquello no lo hizo entrar en razón, solo lo hizo sentir odio, rabia y desprecio por el que se había interpuesto entre sus sentimientos y Jeremy.

Lucien, con su manera metódica de hablar, le había pedido que pensara bien las cosas, que se mantuviera lejos de ambos, que se lo decía por su bien porque no quería verlo sufrir por alguien que no iba a verlo nunca.

–¿Y a ti qué te importa eso? –refunfuñó Gabriel con los ojos llorosos. Lucien solo suspiró.

–Resolvamos una cosa a la vez –respondió éste apartando la mirada; –Primero vas tú, luego, si queda tiempo, resuelvo mi problema.

Le había llamado la atención la forma en que lo dijo, tan serenamente y sin mirarlo, sin soltarle nunca la muñeca, sin usar ninguna fuerza desmedida en su contra.

Gabriel le habría hecho caso a medias, porque en verdad mantuvo los ojos siempre apartados de aquel par, siempre mirando al contrario del sitio donde aquellos dos estuviesen, pero su mente revoloteaba en el mismo asunto, ahogándose en rencores crecientes y desprecios corrosivos.

Lucien se las ingenió para pasar un día entero con él y así intentar hacerlo razonar sobre el asunto. Eso había ocurrido la tarde anterior y, estaba seguro, se repetiría también la tarde del día presente.

Al único que podía mirar sin sentir enojo era, precisamente, a Lucien. Éste, por su parte, no perdía la oportunidad de resbalar su mirar sobre la figura del chico de cabellera cobriza.

Hera y Tamara volverían, entonces, a preguntarle si le gustaba o no ese muchacho. Jeremy le prestó mucha atención a la pregunta y, más todavía, a la respuesta.

–No insistan con eso –dijo Lucien en tono grave ignorando la pregunta; –Dejen de imaginar cosas.

–Entonces sí te gusta –dijo Jeremy mostrándole una sonrisa cómplice. Lucien estaba rojo hasta el cuello.

–¡No lo sé ¿de acuerdo?! –replicó entonces poniéndose de pie.

Al otro lado del patio, al momento en que él se levantó, Gabriel lo imitó casi al mismo tiempo, como si hubiese notado en él ese sobresalto impetuoso. Jeremy, con la mirada gacha, volvió a sonreír.

Samuel, palmeándole la espalda, le dijo que se tranquilizara, que lo entendían bien. Que no se alterara por una tontería como esa, a fin de cuenta todos eran amigos y lo apoyarían con cualquier cosa.

–Estas lleno de sorpresas, Lucien –expresó Jeremy mientras buscaba evitar los ojos de Caleb que lo miraba a la distancia; –¿Hoy volverás a visitarlo?

–¿Cómo es que...? –preguntó a medias mientras el resto se le quedó mirando con sorpresa.

–Todos hacemos las mismas estupideces, Lucien. Las mismas estupideces.

Entonces sus miradas se cruzaron, finalmente. El brillo de aquellos ojos era el de siempre, seguía siendo el príncipe de siempre, sentado en su trono, rodeado por su Corte.

Y él seguía en la frontera, apreciando la belleza de aquel gobernante sin tierras, su cabello de extraño color, su piel pálida y delicada, el arco de su sonrisa.

Nathaniel lo codeaba una y otra vez para que despertara, para que dejara de babearse por el príncipe y le hiciera caso de una vez por todas por que le incomoda hablar solo cuando tiene compañía. Caleb le devolvió la mirada y se disculpó a media voz.

Nathaniel suspiró y entendió que su amigo ya estaba perdido.

El juego había terminado antes de tiempo, antes de lo previsto y con resultados nada satisfactorios.

Era obvio que ambos se gustaban, que ambos se querían y que entre ambos habían sucedido cosas en secreto, pero no terminaban de concretar nada, así como tampoco terminaban de cortar del todo.

Nathaniel estaba perdiendo la paciencia.

–¿Cuándo dejarán de jugar este juego tan aburrido? –preguntó luego de sembrarle un manotón a Caleb en el hombro.

–Él sabe lo que siento –aclaró Caleb sin titubeos; –Se lo dije frente a Diana. Se lo he demostrado también. Él sigue resistiéndose a pesar de que me ha dejado en claro que soy correspondido. ¡No entiendo!

–Resistencia, fría resistencia –musitó Nathaniel cruzándose de brazos; –Eres demasiado blando, en mi muy humilde opinión.

–¿Y qué quieres que haga? ¿Que lo obligue a hacer algo que no quiere o qué?

–Pero me dijiste que sí quería –contra punteó Nathaniel con su sagaz malicia volviendo a lucir el traje rojo que le compete; –Solo ve por él, tigre. ¡Hay que invadir todo un reino!

 ¡Hay que invadir todo un reino!

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Sensible e insensato -Privilegio- ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora