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Ambos, apenas distanciados por el espacio de un asiento vacío, yacían frente a frente con el director

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Ambos, apenas distanciados por el espacio de un asiento vacío, yacían frente a frente con el director.

El rostro de Gabriel, ensangrentado, y las manos de Jeremy, amoratadas, llamaron suma atención del señor pues, le parecía demasiado contradictorio que, por contraste en sus físicos, fuese Jeremy el agresor y Gabriel la víctima.

Según ya varios estudiantes le habían aclarado el agresor era, en efecto, Gabriel, quien había provocado una pelea con Caleb. Jeremy solo había intentado detenerlos y, después de terminar sembrado en el suelo tras un puñetazo, perdió totalmente el control y terminó desbaratándole la cara al verdadero peleonero.

El director, incrédulo, no podía decir que aquello carecía de sentido: no vio el acto. Tampoco podía decir que no existían culpables y dejarlo todo al aire, así que optó por castigar al trío, sobre todo al par que tenía ante sus narices.

–Una puta semana de suspensión –replicó Jeremy todavía con los puños apretados; –¡Ese maldito cretino insufrible siempre haciéndome pasar mal rato!

Samuel lo escuchaba maldecir tal como maldice Diana cuando se le cruzan los cables.

El Emperador no había desaparecido todavía. Permaneció ahí hasta que, luego de una larga espera, Marlon apareció por el salón y, siguiendo las instrucciones del director, lo retiraría para no volver hasta luego de una semana.

Samuel lo vería perderse tras la puerta a la vez que notaría que, a Marlon, por un segundo, se le dibujaría en el rostro un gesto de desconcierto, muy seguramente sorprendido por el pésimo estado en que se encontraba Gabriel, pero había sido por otra cosa en realidad.

–Sé que mi memoria es un asco –dice Marlon, ya en el auto; –Pero ¿aquel no era...?

–Sí. El mismo –respondió Jeremy con una voz pesada, fría, iracunda casi.

–¿Qué carajo hace aquí?

–Los dos sabemos qué mierda hace aquí.

–Entonces sí hubo una pelea... –acota sin culminar la frase volviendo la mirada hacia su hermano; –¡No me jodas! ¿Emperador?

–Cállate, Mickey. Vámonos.

Al concluir el día, los rumores solo cantaban un evento al unísono: la pelea entre Gabriel y Caleb, la pelea donde todos conocieron al Emperador.

Esa palabra no dejaba de sonar de un lado a otro. Samuel estaba aturdido ya de tanto escucharla. Louis y Ralphie callaban a cuantos le hacían mención cerca de ellos mientras que Hera y Tamara hacían planes de censura para erradicar fulano término de la boca de sus compañeros al día siguiente.

Lucien, perplejo todavía, permanecía en silencio siempre atento a lo que el resto de la Corte tenía que decir u opinar del suceso, pero no se dijo casi nada, todos estaban como él: perplejos, sorprendidos. Y no querían seguir en tal estado.

Sensible e insensato -Privilegio- ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora