El encuentro con Diana fue, por lo bajo, inesperado. Caleb ya veía venir un asunto parecido, pero no esperaba que ocurriese, precisamente, de tal modo.
Ella, todavía luciendo, al igual que ellos, el uniforme escolar, los esperaba de brazos cruzados, de pie ante la puerta de la casa de Jeremy, en pleno sol, con un gesto en el rostro como sacado de las pesadillas.
Samuel haló a Nathaniel para que no hiciera otra de sus payasadas acostumbradas a la vez que Lucien, un tanto agitado, le golpeaba el hombro derecho para que le hiciera caso.
–Ahora si valió todo –dijo Nathaniel al percatarse de que, al otro lado de la calle, frente a su casa, sosteniendo un ramo de girasoles, yacía Gabriel con la mirada perdida en dirección a la casa de Jeremy.
–¿Recuerdas que te dije que...? –musitó Caleb volviendo la mirada hacia Samuel y el resto.
–Pensé que exagerabas –dijo éste intentando sujetar a Nathaniel; –Debo admitir que ahora sí estoy asustado.
Jeremy no se atrevió a esperar demasiado. Avanzó a solas directo hacia la boca del dragón, a riesgo de salir quemado en medio de la incursión.
No le importaba el resultado de aquello, fuese bueno, fuese malo, fuese gratificante o desconcertante, solo sentía la urgencia de verse frente a frente con aquella malhumorada chica, de entregarse de lleno a su culpa y optar por pedir mil perdones, aunque no los mereciera en lo absoluto.
Pensaba, muy suicidamente, en aclararlo todo, en hablarlo todo, explicarlo todo, incluso lo que no se podía explicar, con tal de evitar malos entendidos entre Diana y él. Si iba a dejarlo, que lo hiciera sin llevarse mentira alguna de por medio.
Aquel ideario sería, para Caleb, una total perdición, un acabose para sus intenciones porque sería, entonces, un origen demasiado pesaroso el que le habría dado vida a la relación que tanto espera establecer con el príncipe.
Sería una carga emocional demasiado tensa para ese muchacho que tanto desea tener a su lado.
–¿Podemos hablar? –preguntaría Jeremy al estar, de Diana, lo suficientemente cerca.
–Primero dime ¿por qué te acompaña ese idiota?
–Vinimos todos revueltos –responde el príncipe con soltura mirándola fijamente a los ojos; –Es inevitable si se conocen entre ellos.
–¿Y qué hacemos con aquel? –pregunta Diana señalando a Gabriel quien, ahora, lo espera, con la mirada gacha, al borde de la acera frente a su casa.
–Rogar que no llame al emperador, supongo.
En el aire, denso e incómodo, se sentía un odio indescriptible. La mirada de Diana se bambolea entre Caleb y Gabriel, Gabriel y Caleb, fulminándolos solo con la expresión reacia de su rostro.
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Sensible e insensato -Privilegio- ©
Teen FictionProyecto-Sunflower (2019) -LIBRO III- Las vacaciones han terminado y un nuevo año escolar los ha llevado de vuelta al lugar del primer encuentro. Después del primer beso, Caleb se armará de un valor muy torpe para enfrentarse a Diana e ir en busca d...