Diana era historia.
Caleb sintió un ligero alivio al constatar que, efectivamente, Diana había optado por dejar las cosas como estaban todo gracias a un único mensaje que ella le había dejado por WhatsApp.
Jeremy confirmaría sus sospechas tras notar que Diana había desaparecido de todas las redes que tenían en común, o, en otros términos, lo había bloqueado en cuanta página existiese.
Jeremy insistía en saber qué le había dicho, pero él simplemente le negó aquel conocimiento.
–¿Por qué no puedo saberlo? –preguntó Jeremy un tanto inconforme.
–Porque insistes en decirme que no –respondió Caleb sin siquiera mirarlo; –Y solo te lo puedo decir si cambias de opinión.
–¿Intentas manipularme o qué diablos? –preguntó con enojo dándole un fuerte codazo en el costado izquierdo haciéndolo perder ligeramente el equilibrio al caminar.
–¡No, no! ¡Calma, calma! –reaccionó Caleb entre risas admirando su rostro de chico serio.
Los ojos de Jeremy, su expresión, comenzaban a ser las del otro, las del emperador.
Caleb, embriagado por una valentía aventurera, le acarició el rostro estando ambos, todavía, en plena calle, ante los ojos del mundo que se mueve a sus espaldas.
La mirada y el semblante del príncipe volverían a ser de una dulzura inconmensurable tras apartar la cara y continuar dibujando sus pasos de vuelta a casa.
Caleb ya había perdido la capacidad de temerse a sí mismo y, con ello, demostrarle a Jeremy que sus intenciones eran, en verdad, algo más que simples palabras. Parecía ser un juego de niños. Pero no para Jeremy.
Él padecía, todavía, de una indecisión temerosa, de un temor indeciso, de una sensación bipartidista donde su corazón y su lógica se debatían respecto a cuál de las puertas debía abrir, cuál debía cerrar y cuál debía dejar entreabierta de ser necesario.
Las palabras de Nathaniel fueron, en principio, certeras: no se rendirá nunca. Ahora eran, más que nada, pesadas, tediosas e indescriptiblemente insistentes.
Porque ahí lo llevaba, casi de la mano, deambulando por el camino más largo de vuelta a casa, porque fue su idea y él se dejó llevar. No supo cómo decir que no de la misma manera en que lo venía haciendo desde hace rato.
Ésta vez su negativa se negó a sí misma provocando, al final, un resultado afirmativo. La idea había sido la culpable, en un principio, por dejarse llevar al momento previo de su partida, por dejarse embrujar por el sonido de su voz, por el profundo azul de su mirar, por la extraña y poderosa brillantez que le hacía compañía aquel día.
Quería saber de qué se trataba todo aquello. Debía saberlo. Tenía que saberlo.
–¿En verdad no me lo vas a decir? –preguntó Jeremy luego de un prolongado e incómodo silencio.
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Sensible e insensato -Privilegio- ©
Teen FictionProyecto-Sunflower (2019) -LIBRO III- Las vacaciones han terminado y un nuevo año escolar los ha llevado de vuelta al lugar del primer encuentro. Después del primer beso, Caleb se armará de un valor muy torpe para enfrentarse a Diana e ir en busca d...