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[Les aviso que este capítulo no me gustó mucho, bai]

–¡Tyrone! –Corrió a abrazar al canguro para hacerle de escudo.

–¡Apártate! –Regañó el mencionado.– Solo estás complicando aún más las cosas.

–¡No permitiré que lo sigas lastimando--

En ese momento se escuchó sonar el timbre de la casa. El alce se guardó el arma y caminó hasta la puerta principal con una cara seria.

–Ty, ¿Llegó tarde? –Dijo la chica una vez que le fue abierta la entrada.

–Bueno, algo así...

El azul y el morado, uno ayudando al otro a mantenerse de pie, bajaron algunas de las escaleras para saber qué estaba pasando.

–¿Tasha? –Preguntó el más pequeño con una cara confundida.

Normalmente esta lo saludaría sin perder su buen humor, pero esta vez se acercó al oído del alce al notar la presencia del desconocido.– ¿Es ese el que decías? –Le susurró. El otro solo asintió.

–Tyrone, no me digas que la trajiste para lastimar a Austin...

–Eso no te incumbe. Además, el que lo defiendas no lo hace inocente.

–¡¿Cómo te-- Pablo fue interrumpido por segunda vez, pero en esta ocasión por un gemido de dolor de Austin. Su hemorragia en los últimos minutos se hacía menos, pero por alguna razón volvió a empeorar casi como en el momento en que recibió la herida.

Tanto él como el pingüino se habían olvidado de eso hasta ese momento.

–¡Mierda, se me olvidó! –Lo volvió a llevar a su cama de nuevo lo más rápido que pudo, y se dirigió al baño a buscar desesperadamente un botiquín de primeros auxilios que no usaba desde hace años. Los otros dos los siguieron.

•  •  •

El ardor del algodón con alcohol presionándose con su herida hizo gemir y jadear a Austin más de una vez, así que para evitar quejarse del dolor, mordía su propia camisa la cual se había quitado para que el otro pudiera tratarlo.

Acto seguido, el azul envolvió el estómago de su compañero con una venda.– Esto debe ser suficiente para detener el sangrado. Perdón, nunca había hecho esto antes.

–Se nota que no sabes nada de primeros auxilios por como pusiste la venda... –Comentó el alce, asomándose por la puerta de la habitación junto con su compañera.

–Déjanos solos, ¿quieres? –Contestó si ni siquiera verlo.– No estoy de humor para hablar contigo.

–Oye, Ty. –Susurró la chica.– ¿Estás seguro de que está de su lado? Quiero decir, no parece como si fuera de la organización.

–Eso quieren que pensemos, para que no sospechemos de... –Dejó inconclusa su frase al ver como esta le ignoraba por completo para acercarse al canguro.– Tasha, por favor...

–¡Míralo! Es tan tierno... –Exclamó mientras jugaba con las mejillas del otro.– Y pensabas en hacerle algo...

El pingüino quería decir algo al respecto, pero no le salían las palabras, por lo que solo miraba el acto extrañado.

–Este... -Murmuró el morado nervioso,
no sabía exactamente que estaba pasando ni sabía qué pensar por ello.

–¿Puedo quedármelo? –Miró al pelirrojo como si fuera una niña pequeña pidiéndole a sus padres que le compraran algo.

–¿Qué? –Gritaron todos los demás a excepción del Austin, quien simplemente se limitó a sonrojarse y empezar a sudar por ello.

–Tasha, abre los ojos. –Caminó hacia la cámara que aún seguía tirada en el suelo y volvió a inspeccionar sus archivos, esperando esta vez encontrar algo.– Aquí debería estar la foto...

–¿Es enserio? –Dijo con enojo el más pequeño.– ¿Cuántas veces tengo que decirte que Austin no tomó ninguna foto?

El mencionado sentía como si se fuera a desmayar, habían pasado tantas cosas en tan poco tiempo y la cabeza cada vez más le daba vueltas mientras más los escuchaba discutir. La presión que tenía era tanta y sin querer escupió todo lo que tenía que decir al respecto.

–Yo... –Dijo entre labios, inmediatamente todos en el cuarto lo observaron atentamente y en silencio.– ...Sí tomé una foto...

–¡Austin, ¿Qué dices?! –El pingüino no lo podía creer, se negaba que fuera verdad. El naranja solo sonrió victorioso.

–Perdón, pero si le fotografié. –Continuó nervioso, al mismo tiempo que metía una mano en el bolsillo de su pantalón para después sacar una pequeña fotografía.– Pero no para lo que usted dice...

Con la foto en su mano, la mostró al alce y los otros dos restantes voltearon para verla también. Claramente era él, en aquel día del parque; se le veía recostado en una banca.

–¿Pero... por qué? –Cuestionó confundido el azul.

–Yo... –Bajó la mirada y un fuerte sonrojo se presentó en toda su cara.– ...Es una clase de "costumbre"...

–¡¿Qué?! –Gritó su amigo. A los otros dos no le llamaron mucho la atención realmente.– ¡¿A qué te refieres con "costumbre?!

–Por favor, no me malinterpreten... –Continuó aún más apenado que antes, podía percibir la mirada de Tyrone hacia él y se sentía como si estuvieran apunto de clavarle un cuchillo.– Solo me gusta fotografiar lo que veo... es todo.

–¿Es todo? –Repitió el pingüino.

–Es todo...

Hubo un gran silencio dentro de las cuatro paredes que duró más de lo esperado. Pablo se quedó impactado, Tyrone estaba internamente incómodo, aunque hacia su mayor esfuerzo para no mostrarlo; Tasha se aguantaba las ganas de reír y Austin solo quería ser tragado por la tierra.

–Suena muy mal, lo sé. –Se recostó y puso su cabeza sobre las piernas de la amarilla, quien también estaba sentada en la cama.

–Oye, no te preocupes. –Le dijo el más pequeño después de colocar su aleta en su torso, con tal de tranquilizarlo.– Nadie es perfecto, y no tiene nada de malo que--

Mientras hablaba, miró por toda la habitación y no vio al alce. Se había ido en lo que él consideraba un momento sentimental.

–¡Tyrone! –Sin moverse de su lugar, gritó lo más fuerte que pudo. No hubo respuesta.

–¿No viste cuando se fue? –Agregó Tasha, aun con el canguro sobre sus muslos.– Es típico de él. Posiblemente no vuelva en un rato.

–Ese maldito alce. –Murmuró el azul mirando a la nada.– Pero que no crea que se lo dejaré pasar tan fácil. De algún modo lo haré disculparse por todo lo que hizo.

[AAAH PERDÓN NO SABÍA COMO ACABAR Xd]

relación caótica • TyronexPabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora