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–Hey, Pablo. –Dijo el canguro, algo nervioso.– Algún día deberías presentármela...

–¿Quién, Tasha?

–S-sí.

–No te conviene conocerla, Austin.

–¿Qué? ¿Por qué lo dices?

El pingüino se acercó un poco más a él y puso una mano en su hombro.– Es difícil de explicar, pero sé cosas de ella que hubiera querido no haber sabido... Y podría decirse que demasiado de ella.

–¿A qué te refieres?

–A simple vista puedes creer que es buena pero-- Justo mientras hablaba se abrió la puerta de la casa.– Ah, Tyrone. Llegaste temprano.

–Sí, hubo un accidente cerca del edificio.

–...No lo causaste tú, ¿verdad?

–¿Enserio crees que soy capaz? Creí que me conocías lo suficiente a este paso.

–Yo... –Agregó el morado, sudaba demasiado.– Será mejor que me vaya, Adiós Pablo.

–¡No te vayas ahora! Aún tenía mucho que decirte. –Contestó el pingüino. Aunque no quería que su amigo se fuera, no hizo nada al respecto más que verlo caminar apresurado hacia la puerta.

–Hablamos luego, tengo cosas que hacer. –Cruzó la puerta que aún seguía abierta casi corriendo cuando estaba a unos centímetros cerca de esta.– ¡P-perdón! –Exclamó al chocar levemente con el hombro del alce para finalmente dejar la casa.

–¡Sacaste a mi amigo!

–¿Yo tengo la culpa?

–¿Él te dijo que lo hirieras aquel día?

–¿Yo le dije que podía fotografiarme? –Se fue hacia el piso de arriba, dejando al pingüino hablando solo.– Cómo sea, tengo mejores cosas que hacer.

•  •  •

El canguro estaba en su habitación frente a su espejo largo que tenía colgando en una pared. Estaba desvistiéndose para posteriormente dormir pero se detuvo en cuanto se quito la camiseta para observar con detenimiento la herida de aquel día.

–Todavía está la cicatriz ahí... –Murmuró.

Su teléfono empezó a vibrar, se lo sacó del bolsillo del pantalón y atendió la llamada entrante.

–¿H-Hola?

–¿Austin, verdad? –Dijo la otra voz.

–S-sí... ¿Quién habla?

–¡Austin, soy Tasha!

–¡T-tasha...! ¿C-cómo tienes mi número?

–Pablo me lo dió. –Empezó a reír por unos segundos.– ¿No te importa, verdad?

–No--

–¿Y qué pasó con lo de Tyrone? ¿te sigue doliendo la pierna? ¿Ya fuiste al doctor?

–Fue en el estómago, y no, no me duele. No he ido a revisarme pero creo que ya me estoy recuperando...

–Ah, me alegro. Estaba muy preocupada por eso. Deberías hablar con Pablo, también estaba preocupado pero no quería decirte, por favor no le digas que te dije e--

–¡Tasha! –Alzó la voz para que dejara de hablar, y así fue.– ¿Por qué me llamaste?

–Ah, sí, cierto... –Se quedó callada por un rato.– Solo me gustaría que nos conociéramos más... y eso. Perdón, ya me voy.

–¡No, no cuelgues!

–¿Ah?

–N-no quiero... que cuelgues...

relación caótica • TyronexPabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora