O5

1.5K 143 251
                                    

Tyrone estaba solo. Veía la televisión sin ningún interés ni la esperanza de encontrar algo bueno. Estaba viendo las noticias.

Se alivió un poco al no escuchar algo sobre él o la mafia en dicho canal. Aunque bien sabía que esta era una corporación muy discreta.

Al parecer no pasaba nada interesante en California, la mayoría de las "noticias" solo eran sobre accidentes automovilísticos no tan graves o notas sobre el medio ambiente. No era igual a donde él vivía anteriormente.

Escuchó el picaporte de la puerta moverse, e inmediatamente apagó el aparato y estaba listo para esconderse, pero antes de que pudiera comenzar a correr, la puerta se abrió completamente.

–Tyrone, ya llegué. –Dijo en voz alta el pingüino. Había olvidado que ahora vivía con aquel enano.

–Sí, buenas tardes. –Respondió fríamente para disimular.

Pablo entró a la casa con total normalidad, pero alguien iba atrás de él. Era una chica un poco más alta que este, pero más baja que el alce.

–Pablo, ¿Quién es ella?

–Oh, es Uniqua. Es una amiga. –Contestó algo nervioso, temía que este le hiciera algo por no avisarle que traería una visita.

–Hola, ¿Tyrone, verdad? –Saludó la mujer con una pequeña sonrisa. Tyrone no respondió, solo le dirigió una mirada amenazante al más pequeño.

–Eh... Ve yendo a mi cuarto, Uniqua. Está arriba, a la derecha. –Una vez dicho esto, la mencionada siguió las indicaciones del otro. Cuando subió las escaleras y los dos chicos quedaron solos en la sala, el pelirrojo jaló de la ropa de Pablo para acercar sus caras.

–¿Quién es ella y por qué está aquí? –Preguntó con un tono de voz que intimidaba al otro de forma inmediata. El sudor del pingüino no tardó en aparecer.

–T-t lo dije... es simplemente una amiga... –Tartamudeó este.– Se quedará por unas horas para hacer un proyecto de la universidad, es todo.

El otro lo acercó aún más a su cara, a tal punto que sus pies dejaron de tocar el piso.

–Escúchame bien, Pingüino. No puedes traer a cualquier persona aquí, o acabarán encontrándome. Usa el cerebro aunque sea una vez en tu vida. –Gruñó.

–E-enserio perdóname... solo quería ser amable... N-no podíamos juntarnos en su casa...

Soltó al pequeño de manera brusca sin importarle que este cayera.– Te lo dejaré pasar por esta vez... Pero si vuelves a traer visitas sin ni siquiera avisarme te sacaré cada uno de tus órganos. ¿Oíste?

–S-sí... está bien, entendido, Ty. –Tragó saliva y trató de mostrar una sonrisa para calmarse, pero fue en vano y solo lo hizo ver más nervioso.

–Más te vale, enano.

•  •  •

Ambos chicos estaban tirados en el piso haciendo una lluvia de ideas. Uniqua ofrecía opciones acerca del proyecto mientras Pablo las escribía en un bloc de notas. Las bromas y risas no faltaban.

Tyrone podía escucharlos. La puerta del cuarto no era lo suficientemente gruesa para tapar el ruido que hacían, y le molestaba.

–¡Pablo! –Abrió la puerta y exclamó en voz alta, pero no tanto, solo lo suficiente para llamar la atención de los dos.–!No tienen por qué hacer tanto ruido!, ¡Cállense aunque sea un poco!

–No se preocupe, señor. Trataremos de bajar el volumen. –Dijo la chica aún de buen humor. Le dió un leve codazo a la espalda del pingüino.

–E-eh, sí... perdón.

Una vez que escuchó aquella disculpa, volvió a cerrar la puerta azotándola, y regresó a sus asuntos anteriores.

–Como que es algo malhumorado, ¿no?

–Sí... pero déjalo, aún no se acostumbra a vivir conmigo.

•  •  •

El pelirrojo estaba acostado en el sofá otra vez, no tenía muchas ganas de ver la televisión... no tenía ganas de hacer nada.

En algún momento Pablo había bajado al mismo piso que él para ir al baño. Cuando salió de esa habitación, notó el estado de este y quiso acercarse, lentamente para evitar no enojarle.

-¿P-pasa algo? –Preguntó al ver su rostro que mostraba una expresión de amargura.

–¡¿A TI QUE TE IMPORTA?! –Gritó con todas sus fuerzas el alce, haciendo que el otro se cubriera la cara.– ... Solo hazme un café y ya.

Hizo lo que le ordenó y corrió a la cafetera para preparar café. Cuando estaba listo, lo sirvió en una taza y se lo dió a Tyrone, quien ya se había levantado.– ¿Por qué estás molesto?

–No estoy molesto. –Bajó la mirada a su taza y empezó a beberlo.

Pensó un poco la situación, hasta que llegó a una "conclusión", si es que se le podía llamar así.– ¿No estarás... celoso? –Dijo bromista.

–¿Celoso?

–Sí. Estás celoso de que esté solo con Uniqua en mi habitación, ¿verdad? no lo niegues. –Siguió jugando cada vez acercándose al otro, pero esto solo provocó que volviera a ser levantado por él.

–Vuelves a decir alguna idiotez así y--

–¡L-lo lamento!, ¡en serio perdóname! –Interrumpió el pingüino– ¡Solo era un j-juego!

Pero aunque ahora que lo pensaba, se sentía un poco mal, algo incómodo. ¿Acaso eso eran los dichosos "celos"?. Pero él no se sentía "interesado" por la chica de rosa, como decía Pablo.

Un momento, ¿no será que se sienta así por...

–Pero qué estupidez... –Murmuró una vez que el pequeño volvió a su cuarto.

relación caótica • TyronexPabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora